Aplaudir de Pie
  • Críticas
  • Reflexiones
  • Reseñas
  • Quiénes somos
Aplaudir de Pie
  • Críticas
  • Reflexiones
  • Reseñas
  • Quiénes somos
Autor

Zavel Castro

Avatar
Zavel Castro

Historiadora. Estoy obsesionada con el fenómeno teatral.

Críticas

Sin Yolanda que aquí no pasó Nancy. La Prietty Guoman.

por Zavel Castro 18 junio, 2018

 

La verdad es que tenía muchas ganas de conocer a “la Prietty”, el personaje creado por César Enríquez como resultado de su exploración sobre la realidad “trans”. La curiosidad se debía a los buenos comentarios que circularon por doquier y que hicieron a esta obra merecedora de clausurar la Muestra Nacional de Teatro y sobre todo del cariño de la comunidad a la que va dedicada y del resto del público que no deja de asistir a sus funciones en cualquier lugar en el que se presente. Naturalmente, que esta obra se presente en la Zona Rosa, corazón de la comunidad LGBTTTIQ (etcétera), en el teatro NH como parte del ciclo de monólogos “Mujeres Poderosas” organizado por Olivia Ortiz de Pinedo, hizo todavía más tentador mi asistencia al espectáculo.

¿Qué era lo que lo hacía tan especial? ¿Por qué causa tanto revuelo? Al verla entendí que acaso su mayor acierto sea el tratamiento del tema de una manera tan seria, honesta y comprometida y al mismo tiempo divertida. Contraria a la solemnidad con la que el mismo tema ha sido tratado algunas veces, solemnidad que deviene en densidad y que requiere del espectador un esfuerzo intelectual y de concentración que amenaza con dificultar su comodidad y goce inmediato.[1]

La Prietty no solo divierte y entretiene, sino que refleja, especialmente mediante su estética kitsch que coherente con el estilo raya en lo vulgar (escenografía, iluminación, vestuario); retratando así la realidad de la “vida nocturna” de muchas trans. La condición, o mejor dicho decisión vital de estas personas, las relega dentro del mercado laboral, limitándolas a prostituirse o a servir de algún modo en clubes, antros o la calle.

Consciente también de la situación económica de muchas trans, cuya transición total al género femenino exigiría una operación de cambio de sexo que imposible de costear, “La Prietty” muestra una figura hiper femenina que exagera sus rasgos corporales de forma rudimentaria, bruta, como sus medios se lo permiten y su entorno posibilita. La Prietty es una gran representante de la mayoría de las trans mexicanas. Por eso pueden reconocerse en ella y empatizar con el personaje. Porque saben que absolutamente contraria a una caricaturización de ellas lo que César Enriquez intentó con esta obra es comprenderlas, solidarizarse y darle voz a esa minoría fundamental en el panorama identitario de Latinoamérica.

Por solidaridad también es que Enríquez aprovecha su monólogo para denunciar la injusticia en la que viven diariamente y la violencia que muchas veces termina con sus vidas. Hay una escena de la obra que roba el aliento y abre los ojos del público. La escena que rompe con el tono cómico y nos invita reflexionar sobre la discriminación que permite que ciertos abusadores sientan que tienen el derecho de terminar con la vida de una persona a causa de sus preferencias sexuales. Lágrimas y risas. De una emoción a otra. Todo lo que nos hizo sentir la Prietty como una auténtica mujer (muy) poderosa.

Zavel

 

 

[1] Se me ocurre por ejemplo otro de los montajes seleccionados para la Muestra Nacional de Teatro, que sin embargo yo vi como parte del ciclo “Beso. Teatro diverso” en la Teatrería, es Trans. Pieza documental sobre la identidad de género de la compañía de teatro Translímite-Alternativa Escénica, escrita por Bruno Ruiz y dirigida por Luis Rodríguez. Pienso que la “densidad” de la pieza podría  estar relacionada con la concepción del autor sobre el teatro documental y la tradición del género en México, pero esta es materia de otra reflexión.

 

Reflexiones

Usted no tiene por qué padecer. Respuesta a un espectador.

por Zavel Castro 15 junio, 2018

Estimado Augusto:

Te agradezco mucho el envío de tu carta. Tus palabras hicieron eco en muchos de nuestros lectores (¡sobre todo te han leído mucho en México y en Chile!), yo misma te he leído con detenimiento y necesito confesarte que si bien estoy de acuerdo con tu postura, desconfío que seas realmente un “espectador común” o un “tía francisca” como tú has llamado a aquellos que tienen poco conocimiento teórico y técnico del teatro pero que aún así lo disfrutan como aficionados.  Tus referencias a Brook y a Stanislavski, tanto como a “tus pobres conocimientos sobre isóptica” me hacen sospechar que quizás seas uno de esos creadores frustrados, un amante no correspondido del teatro. No te lo tomes a mal, pero en este mundillo del teatro hay mucha gente que intentó ser hacedor pero su falta de talento lo obligó a quedarse (resentido) en su butaca. Incluso, hay algunos que soñaban con ser directores o actores y se “conformaron” con la crítica y la recomendación forzando su relación con el teatro, regresando al escenario cada vez que se presenta la oportunidad con resultados cada vez más lamentables.

Quisiera tener un perfil más claro sobre ti. Es importante para situar tu “lugar de enunciación”, ese sitio desde el cual estás realizando tus declaraciones. Lo digo sobre todo, porque algunos de nuestros lectores piensan que justamente que te adjudicas conocimientos que realmente no posees. Al respecto mi comparación favorita fue la de alguien que dijo (sin ánimo de polemizar) que “un viajero que viaja mucho sabe de aviones sin duda, pero no por eso podía pilotear” Me gustaría defenderte sabiendo que te sitúas en el lugar de espectador y que no pretendes decir cómo hacer teatro. Me parece que simplemente estás compartiendo tus experiencias como espectador y que esta posición no te subordina respecto a la creación.

De ser cierto que tu elección ha sido “permanecer en las sombras” como espectador, déjame felicitarte. Son muy pocos los que tomarían esta posición con tanta seriedad y orgullo. Aplaudo tu consciencia sobre el ejercicio de la mirada y el pensamiento crítico que suponen la expectación constante de teatro y que resulta en su refinamiento. Habría que emprender una historia de los espectadores para comprender cómo han contribuido a la evolución del arte teatral.

Es importante que te hayas pronunciado de alguna manera. Que hayas salido del anonimato para decir unas cuantas cosas en representación (incosnciente) de muchos de los que pagan un boleto para ser entretenidos. Me parecen un poco mentirosos los hacedores que se dicen “preocupados por su audiencia”. A lo sumo lo que puede preocuparles es que su obra guste (o confunda) tanto como para poner a funcionar la recomendación de boca en boca. Dígamoslo de una vez: los teatreros quieren ver sus salas llenas. Nadie vive de premios irrelevantes o del reconocimiento del gremio. Quieren gente en sus funciones pero descuidan al espectador. Pocas veces hacen algo pensando verdaderamente en un público específico, no estudian a la gente que mira, no prueban sus espectáculos con el público antes de estrenarlos (son tan raros los Work in progress), no reparan en las reacciones de los espectadores y encima, cuando fracasan tienden a culpar al espectador de “no haber sabido ver».

Me parece un insulto responsabilizar al espectador de su apreciación. Se le hace creer que no es tan culto, intelectual o sensible, que no está al nivel de apreciación adecuado para sus montajes “superiores” y “vanguardistas” cuando ciertamente la culpa está en la mediocridad y pretensión de los montajes.  Pocos creadores de teatro tienen conciencia de que están ofreciendo un servicio. Menos aún son aquellos comprometidos con el entretenimiento. Antes de entretener prefieren aleccionar al espectador en temas históricos, políticos o teatrales. Pareciera que para los teatreros una obra es mejor entre más insoportable sea, entre más europea, más indescifrable, con discursos cada vez más “elevados”, entre menos apele al contexto del espectador mejor, porque es un contexto despreciable, porque se consideran menores e irrelevantes sus intereses y necesidades. En ánimo de conquistadores los creadores suponen que hay que  “evangelizar a los indios”, acercarlos a la palabra divina del teatro.No digo que todo teatro didáctico o posdramático esté mal, pero estoy segura que tu entiendes cuando digo que hay un vacío enorme que separa a los espectadores de su teatro.  Nadie piensa en ellos. Nadie quiere entretenerlos. Especialmente los “artistas”.

No hay razones suficientes que justifiquen obligar al espectador a padecer. El espectador de buena fe ha pagado su boleto para pasar un buen rato (para ir a veces por primera vez y quizá por última) en el teatro. Con toda la gama de posibilidades que implica lo que puede significar “un buen rato”. En ningún caso el teatro tendría por qué aburrirlo. No tendría nunca que estar en un asiento incómodo y de ningún modo tendría por qué desconocer la duración de una obra de teatro. Esto tendría que decirse muchas veces especialmente cuando una obra raya las dos horas de duración o las supera. Tendría que decirse en la publicidad y al inicio de función. Tendría que aparecer siempre impresa en los programas de mano. Nadie piensa en el transporte del espectador ni en la inseguridad de las ciudades: el espectador tiene que regresar a tiempo y a salvo. Por cierto que los programas de mano tampoco deberían mentir tan descaradamente como lo hacen. No deberían prometer una cosa distinta o superior a lo que el espectáculo ofrece. Esto contribuye  culpabilizar al espectador, a hacerle sentir que no ha sabido ver lo que el programa dijo que vería (“grandes actuaciones”, “magnífica dirección” “una obra entrañable”).

Sobre todo estoy de acuerdo contigo y te agradezco haber levantado la voz respecto a que a los espectadores lo único que les importa es el producto final, esto es el resultado. No las horas de ensayo, no los accidentes de función. No hay falla técnica ni disculpa que valga. Muchas veces los creadores se justifican con un “es que no te tocó una buena función”  y te piden que regreses a probar suerte. No, no y mil veces no. Insisto: el espectador no tiene por qué padecer. De hecho, debería quejarse más a menudo. Debería sentirse con la libertad de decir que lo que ha visto es una porquería sin sentirse juzgado, sin ser ninguneado, sin que su opinión se minimice por no saber lo que es hacer teatro. Debería habilitarse que si a un espectador no le gusta la función pueda salirse a la mitad desde cualquier lugar de la sala y pedir en taquilla que se le devuelva el costo o un porcentaje de su boleto ¡Los que hacen teatro tienen que saber que algo no gusta y hacer algo al respecto! El espectador debería reaccionar honestamente a lo que pasa en el escenario, dejando esa solemnidad hipócrita que le impone silencio y oscuridad. Sobre todo no debería intentar complacer a los espectadores con su reacción, sonriendo cuando voltean a verlo. O riéndose por compromiso.

Todo espectador debería, como usted, dedicar un tiempo a la reflexión y al diálogo. Observar y manifestarse. Hacerse presente. Reclamar atención. Todas las tías Franciscas deberían tener derechos como espectadores

 

Por favor dime qué piensas de este desahogo.

En espera de tener noticias tuyas

Z.

Reseñas

ORGULLO GAY

por Zavel Castro 5 junio, 2018

Desde su origen, el teatro y el cabaret han funcionado como refugios para todos aquellos que no encuentran su lugar en el mundo. La comunidad LGBTTTIQA se reconoce como una minoría que si bien gracias a titánicos esfuerzos ha conseguido una reivindicación y reconocimiento de muchos derechos, aún es incomprendida por aquellos que malmiran las otredades sexuales.  Julio es un mes para celebrar precisamente esa otredad,  hacer conciencia de las batallas libradas y de todo lo que queda por lograr. Algunos espectáculos se suman a la lucha compartiendo  los propósitos de esta noble causa que a todos debería de importar.  Estas son las obras que no te pueden faltar en tu agenda del mes del orgullo gay.

 

Shakespearean tour

Para celebrar el amor propio

Foto: @DarioCastroPH

Foto: @DarioCastroPH

Entre todas las propuestas existentes de teatro shakespeareano en la actualidad en CDMX[1], no temo confesar que la única que me convence y recomiendo es la que hace Mariano Ruiz, puesto que realmente resignifica y actualiza al dramaturgo inglés en la medida en que muestra cómo la obra de Shakespeare atravesó su vida, especialmente durante su proceso de aceptación sexual y cómo el amor propio que esto generó, lo llevó a iniciar una búsqueda profesional como actriz de teatro, inspirado siempre en los personajes isabelinos que él considera como sus superheroínas, del mismo modo que lo inspiraron las protagonistas de las telenovelas mexicanas y las divas del pop.

El autor, protagonista y director no teme mezclar combinar sus pasiones y hacer eco de la cultura popular mezclando en un mismo universo a Julieta, Lucero, el youtube, Rosalinda, la entrega de los oscares, Wicked, Lady Macbeth y las películas de terror. A través de recursos sexys y divertidos, Ruiz narra cómo ha vivido ser homosexual en el gremio teatral (no tan abierto como parece, especialmente en las escuelas de formación) y cómo ha logrado sobrevivir en un país en el que cada vez se habla menos y suceden más crímenes de odio -la homosexualidad es perseguida y castigada como delito en 79 países, al menos en 10 está penada con la muerte-.

Mariano, como actriz de teatro sabe que la femineidad y la masculinidad son roles que se pueden interpretar, lo único que realmente importa es que seamos lo que seamos lleguemos a estar orgulloses de nosotres mismes. Suficiente tenemos con el resto del mundo. Querrámonos mientras estemos vivos.

 

STRAIGHT

Para comprender a los que no pueden salir del clóset

Foto: @DarioCastroPH

Foto: @DarioCastroPH

Dígan lo que digan sobre la apertura y liberación sexual en las grandes ciudades, lo cierto es que el prejuicio pesa más en la mayoría de las mentes de los latinoamericanos criados bajo enseñanzas machistas que aún conciben a la homosexualidad como un defecto y que no son capaces de ejercitar su empatía y tolerancia respecto a las decisiones de otro ser humano. El homosexual todavía es comprendido por muchos como algo extraño e inferior a lo heterosexual. La justificación de este pensamiento es absolutamente abominable, desafortunadamente eso no impide que siga existiendo y transfiriéndose de generación en generación porque el contexto y nuestra cultura lo permiten. STRAIGHT no es una obra convencional. El final es inesperado. Sirve sobre todo para mostrarnos la realidad de muchísimos gays que quedan atrapados en las preocupaciones de otros y en sus propias inseguridades.  El clóset es un lugar triste y solitario.

 

Ángeles en América

Para entender mejor la historia del gay pride

ANGELES

La icónica obra de Tony Kusher dirigida en México por Martín Acosta, retrata los problemas a los que tuvieron que hacer frente los miembros de la para entonces secreta comunidad homosexual en Estados Unidos. Prejuicios religiosos, dilemas familiares, asuntos emocionales sin resolver, la epidemia del SIDA, los peligros del circuito underground y zonas rojas de las ciudades a los que los gays recurrían como refugios placenteros, censura y persecución, mezclados con deliciosos pasajes fantásticos, nos dan una idea de por qué es importante celebrar las libertades conseguidas hasta ahora.  La comunidad LGBTTTIQA[2] tiene mucho por lo que sentirse orgullosa, es importante saber más sobre su historia.  Qué mejor que mediante un montaje imponente en términos visuales, una súper producción con grandes actuaciones, especialmente las de Laura Almela, Diana Sedano y Fabián Corres. Una mirada al pasado para sembrar esperanza en el futuro.

 

Zavel-ADP

[1] Tan solo en lo que va del año he visto en cartelera un montón de obras  (remontajes o estrenos) ya sea inspiradas, adaptadas o montadas tal cual se supone que lo escribió el dramaturgo inglés. Entre ellas: Noche de Reyes dirigida por Alonso Íñiguez, Esto no es Dinamarca, dirigida por David Jiménez, Macbeth dirigida por Mauricio García Lozano, Testimonial Shakespeare, dirigida por Carmen Ramos, Xolomeo y Pitbulieta dirigida por Camila Brett ; el ciclo de obras que integra el proyecto “Teatro en el parque”, que también supuso la construcción de un espacio que emula al Globo en Londres, conformado por:  Romeo y Julieta de bolsillo dirigida por Alonso Íñiguez, Algo de un tal Shakespeare dirigida por Adrián Vázquez, Mendoza, dirigida por Antonio Zúñiga, ¿Qué con Quique quinto? Dirigida por Andrés Carreño, La sombra del bardo, dirigida por Eduardo Castañeda y Yo tenía un Ricardo hasta que Ricardo lo mató dirigida por Fausto Ramírez.  Por supuesto, convendría reflexionar seriamente sobre esta tendencia, no solo porque abarca un espacio importante en la cartelera de la Ciudad de México, sino indagar en las motivaciones de cada uno de los directores de retomar a Shakespeare ¿por qué aquí? ¿Por qué ahora?

[2] Siglas que designan respectivamente a: lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero, intersexuales, queer  y asexuales.

Críticas

Una investigación pornográfica [El potencial escénico en Despentes]

por Zavel Castro 30 mayo, 2018

Algo debe tener la literatura de Virginie Despentes que hace que su traducción escénica resulte en montajes igual de explosivos que sus letras. Y es que la potencia del discurso feminista de esta autora ha sido la inspiración de dos montajes provocativos y provocadores. “Vivan las feas” de Mariela Asensio en la Argentina de la que ya hemos hablado[1] y “Una investigación pornográfica” de la compañía española “Líate” que se presenta en el Foro Shakespeare de la Ciudad de México. Si bien todo teatro discursivo se ve amenazado por la posibilidad de convertirse en un panfleto sostenido en la narración (como si se tratara simplemente de la lectura dramatizada de un manifiesto), la directora Alba Alonso, quien también se encarga de representar los distintos personajes atravesados por las múltiples ideas que componen versiones distintas de la femineidad, consigue poner en cuerpo la “Teoría King Kong” a través de una sucesión de escenas ágiles que respetan en todo momento el tono cabaretero que nos recuerda a la seducción pop-grunge de la movida española de los años 80.

Un teatro agresivo, sexy pero no coqueto, sensual, más erótico que vulgar y sobre todo atrevido. La propuesta estética confronta al espectador al mostrarnos a una actriz bellísima renegando de la victimización de las mujeres, de la supuesta debilidad del género. En una sociedad machista como lo sigue siendo la nuestra, Alonso habla de lo que no debe hablarse, se burla de la sumisión como la herramienta esencial para sostener la “superioridad” del hombre. Ella a través de los fragmentos reproducidos íntegramente de Despentes, cuestiona de fondo al sistema patriarcal mientras que en la forma sigue siendo una bomba sexual. Una mujer bonita no puede ser enemiga del hombre, debe ser su objeto de deseo. Sin embargo, en “Una investigación Pornográfica” esto es posible. La protagonista constituye una amenaza para los estereotipos de sumisión que mucho gustan a tantos hombres.

Foto: @DarioCastroPH

Foto: @DarioCastroPH

Como las actrices pornográficas excita a los hombres al mismo tiempo que los asustan y es que en el mundo del porno una mujer debe ser tan deseable como deseante, pero la excesiva manifestación de sus deseos la coloca por siempre en un lugar de irrespeto y utilización. Una actriz porno, una mujer dueña de su sexualidad, que en lugar de esconderla la disfruta es un peligro. Se antoja utilizarla pero no poseerla. Divertirse con ella sí. Conquistarla no. Los personajes interpretados por Alonso, son distintas etapas de la vida de Despentes, estaciones vitales que tanto en el libro como en la obra, son aprovechados para cuestionar el universo que supuso la pornificación, esto es –según Neif Yeyha-[2] la relativa <<normalización>> de las imágenes pornográficas y su absorción por la cultura de las masas ¿Cómo funciona el porno en una sociedad altamente hipócrita que se avergüenza de sus cuerpos y niega sus impulsos sexuales? ¿Cuáles son los estereotipos femeninos que devienen de este proceso?

Foto: @DarioCastroPH

Foto: @DarioCastroPH

El sentido del humor del montaje  termina por producir un auténtico convivio en el que los espectadores participan directamente. La comicidad de la propuesta de la compañía Líate, responde también a la acertada combinación de las ideas de Despentes con las del escritor satírico e irremediablemente erótico Pierre Louys. Para la dramaturgia se retoma el Manual de Urbanidad para Jovencitas publicado en 1917. La inclusión de este texto, enfatiza el carácter absurdo de las ideas sobre el pudor, discreción y sutileza con la que una mujer debe conducirse a lo largo de su vida. Lo que se necesita ahora es una mujer sin vergüenza, que no esté dispuesta a degradarse con tal de satisfacer a nadie. Una mujer que acepte prostituirse sin considerarse puta en la acepción más despectiva. Una mujer dueña de sí misma incluyendo su bajo vientre. Una mujer que no tema ni la monogamia ni el sexo multitudinario. Una mujer que disfrute con franqueza el sexo en solitario. Hace falta también un hombre que pueda soportarlo.

“Una investigación pornográfica” es una demostración de la apropiación de un discurso y encarnación del mismo, el texto ha dado lugar a su materialización. Ha quedado claro que mucho es debido al detonante: la escritura de Despentes ¿Qué tienen sus textos que el teatro puede hacer uso de ellos con tan buenos resultados?

Zavel-ADP

[1] “Vivan las feas. Un divertido e inquietante manifiesto performático.” En: http://aplaudirdepie.com/vivan-las-feas-un-divertido-e-inquietante-manifiesto-performatico/

[2] Yehya Naief. Pornografía. Obsesión Sexual y tecnología. México, Tusquets Editores: 2012. 342 pp.

 

Reflexiones

Horror vacui

por Zavel Castro 10 mayo, 2018

El rumor dirá que las segundas partes nunca fueron buenas. Como pensadores de teatro no podemos conformarnos con una perogrullada. Tenemos que cavar más profundo para tratar de entender. Sabemos que el teatro no puede ser igual, que la transformación es su esencia, que no se repite. Si una función nunca es igual a otra, no deberíamos sorprendernos cuando una misma obra cambia radicalmente de una temporada a otra. Sin embargo, nuestro primer impulso, la mayoría de las veces, es reprocharlo. Es ahí cuando debemos detenernos y tratar de entender.

Sucede que la simplicidad aterra. Nuestra cultura teatral nos ha acostumbrado a la grandilocuencia, a la parafernalia, a la espectacularidad del diseño escénico, a la saturación. No hay nada que confronte más y casi por igual a directores, actores y espectadores. El primero puede pensar que una escenografía vistosa hará relucir su empeño, al segundo le será más sencillo esconderse detrás de la utilería y el tercero quizá haya aprendido a “medir” la calidad de un trabajo escénico en relación al nivel de producción (entendiendo nivel siempre como cantidad antes que como calidad). El espectador en México busca traducir la inversión de su boleto en imágenes que pueda presumir (de ahí que la mayoría de la gente que no acostumbra ir al teatro esté dispuesta a gastar una suma considerable en algún musical, sin que esto quiera decir –por favor, no malinterpreten- que no sabemos apreciar el valor artístico de dicho género).

Un espacio vacío o mínimamente adornado puede inspirar la sensación (a veces con justicia) de soledad y precariedad. Ojalá pudiera entenderse que no hace falta demasiado para que una obra sea valiosa, aunque ya lo hayan dicho antes Grotowsky, Brook -entre otros- tendemos a olvidarlo; en nuestro caso algunas de las mejores obras que hemos visto apenas tienen requerimientos técnicos, ocupan realmente lo mínimo. Cuando hay teatro el espacio se llena de cosas intangibles. Pensemos en Terrenal (Mauricio Kartun) Mi hijo camina solo un poco más lento (dirigida por Guillermo Cacace), Los cuervos no se peinan. Partitura escénica para niños con plumas en la cabeza (Diego Montero), La espera (Conchi León), La Fiera (Mariano Tenconi Blanco), Una Mesa y Lo mejor de la vida (Zypce), Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar (Vaca 35) y en la primera temporada de Puras Cosas Maravillosas (dirigida por Sebastián Sánchez Amunátegui  y si se me permite la inclusión dancística, La Wagner ( Pablo Rotemberg) y Maboroshi (Tadashi Endo), por citar algunos ejemplos donde la elección por lo mínimo cobra los más altos vuelos.

Habría que hacer mucho, pero mucho para fortalecer esta tendencia de aspirar a lo esencial, pero son muy pocos los hacedores de teatro que tienen realmente la confianza en sí mismos y el coraje para llevarlo a cabo (incluso de confrontar a cualquier productor que presione pensando que “más es más”), en definitiva habría que tratar con detalle y cariño su horror al vacío. Y habría por supuesto que guiar al público hacia la apreciación de la sencillez, a comprender la complejidad de las cosas sencillas. El arte  ya ha hecho lo suyo enseñando al público a mirar sin desprecio el lienzo en blanco (en Occidente podemos situar esta tendencia por lo menos a partir de los sesenta precisamente con el arte minimalista y postminimalista).

Foto: @DarioCastroPH

Foto: @DarioCastroPH

 

En suma, una obra no mejora agregando mayor producción ni más trazo escénico. Y cuando sucede forma parte de las excepciones que confirmarían la regla. A este respecto me vienen a la mente las segundas temporadas de Puras Cosas Maravillosas y del Nahual, dos monólogos cuyo cambio supuso la inclusión de más elementos (post its en una, sábanas en la otra. Es cierto que son poquísimos elementos, incluso es cierto que podrían considerarse apenas como detalles, pero las adiciones tanto como el cambio de trazo mucho menos contenida, más vistosa y dinámica restaron la intimidad que las hacía entrañables y poderosas. Antes no teníamos más que al hombre y su palabra llenando el escenario. Aún con las intervenciones del público que había en ambas. La ambición por «crecer» las puestas aniquilaron la cercanía que en su momento sentimos. Por supuesto que esto no quiere decir que no sean trabajos que valga la pena ver, afortunadamente los textos y la interpretación en ambos siguen siendo loables.  Los espectadores que vean alguno de estos trabajos por primera vez tal y como fueron remontados tendrán una buena experiencia. Somos los nosotros, los pensadores,  obsesionados por dar seguimiento a las obras, quizá parte de los muy pocos que notemos esto y que extrañemos las versiones anteriores.  Los críticos somos nostálgicos.

Hasta ahora solo hablé del aumento de elementos en un montaje durante la transición de una temporada a otra y de lo innecesario que este aumento resulta, lo expliqué por el terror al vacío ocasionado por la misma cultura teatral que tiende a la exageración o llenar el espacio en términos materiales. Ya habrá tiempo de concentrarme en la saturación discursiva y de otros tipos.

Zavel-ADP

Reseñas

El rap se coló (otra vez) en la fiesta de los intelectuales

por Zavel Castro 9 mayo, 2018

El pasado 5 de mayo en el marco de la Feria del Libro de León, celebramos mucho más que la Batalla de Puebla; fuimos parte de la consolidación de la comunidad hiphopera de Guanajuato, dentro del Telón de la Palabra fuimos testigos de la integración de la cultura urbana dentro del aparentemente cerrado circuito de la alta cultura representada por  algunas editoriales e instituciones gubernamentales del país. Insertar el rap en este circuito podría interpretarse como un aburguesamiento del género, sin embargo, la decisión del jurado se encargaría de definir y representar el espíritu del proyecto, si en efecto, se apoyaría al rap y al acercamiento a la literatura como expresiones sociales de moda ejercidas como privilegios, o por el contrario, como poderosas armas discursivas de esencia popular y revolucionaria con efecto masivo.

El rap logró colarse a la fiesta de los intelectuales en voz de los 6 finalistas de la segunda edición del certamen “Érase una vez rap” organizado por Sara Pinedo y Cuauhtémoc Vázquez, merecedores de todos los agradecimientos por su esfuerzo e interés auténtico en fomentar eventos alternativos con los cuales puedan identificarse los jóvenes de Guanajuato. Su entrega hizo posible el crecimiento exponencial del evento, pues de la primera edición a esta segunda puedo asegurar sin exageración que el concurso mejoró en todos los aspectos. El nivel subió para hacerle honores al hip hop como transformador de contextos y consciencias.

Los participantes del concurso tenían la encomienda de reinterpretar cualquier cuento o novela de cualquier autor latinoamericano. Con esto la literatura daría cuenta de que el rap es solo otra de sus infinitas caras, acaso una de las más frescas y poderosas. Subieron al escenario los elegidos para hacer uso de esa poderosa arma discursiva. El jurado conformado por los raperos Jezzy P y Jesús Camacho y el poeta Rojo Córdova, se encargó de evaluar su desempeño como liricistas al micrófono. Actitud, habilidad con las palabras y rimas, reapropiación del discurso de las narrativas elegidas y dominio del espacio fueron algunas de las cualidades evaluadas en los participantes presentados por Cut López, maestro de la ceremonia.

“El Furcio”, representando orgullosamente a la comunidad de San Juan de Abajo dio inicio a la presentación de los materiales con un rap inspirado en “Pinches Chamacos” de Francisco Hinojosa, reinterpretando la anécdota del cuento hacia su realidad, siendo realmente los pinches chamacos de su comunidad, los protagonistas de un nuevo cuento rapeado por una estrella en ascenso. El campeón sin corona.

31956625_1912751929016696_4883765440645431296_o

Después del Furcio siguieron MC Ayor con “Macario” de Juan Rulfo, Prosa seria con “La región más transparente del aire” de Carlos Fuentes, Wadem con “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga que se llevaría el tercer lugar, Karvyj, quién con su estilo sui generis llevado al límite presentó su interpretación de “Alimento de sol” de Horacio Quiroga y terminó siendo el segundo lugar del certamen, con lo que dio cuenta de la libertad y capacidad de las hiphoperas de definirse a sí mismas sin restricciones. Ser como quieran ser. Después de Karvyj, siguió Aramara quien con su impecable flow y dominio escénico (Aramara también ha destacado como actriz en otros proyectos) conquistó el primer lugar con “Historias de cronopios y famas” de Julio Cortázar. Es necesario detenerse en el hecho de las dos mujeres que resultaron ganadoras, pues esto dice algo importante sobre el clima cultural actual en el que el feminismo ha surtido efecto. A comparación de hace algunos años en las que el rap interesaba a muy pocas mujeres, ahora no solo participaron más chicas sino que se llevaron la victoria. Enhorabuena: poco a poco el rap ha dejado de entenderse como un género dominado por los hombres. Ojalá que la impronta del rap pronto alcance sitios cada vez más lejanos.

31969785_1912748515683704_5609600993680424960_o

Más allá de los primeros lugares, la segunda edición de Érase Una Vez Rap se concentró en unir a la comunidad de raperos y así incentivar el carácter pacífico y el apoyo de unos a otros. Demostrando además la existencia de la mítica nación hip hop, así como de su búsqueda de refinamiento cultural. Érase Una Vez Rap es una iniciativa para la cual no tengo más que buenos deseos, relato y corazón porque reconozco sus buenas intenciones. Un proyecto que merece larga vida.

Zavel-ADP

 

Reflexiones

Teatro, Rap y Cabaret: prácticas de resistencia

por Zavel Castro 28 abril, 2018

Los vasos comunicantes entre el género musical por excelencia de la cultura urbana actual y el arte de la representación escénica son tan numerosos y evidentes, que me resulta extraño ser la primera en hablar de su conexión intrínseca. Quizá se deba a que muy pocas veces el rap se ha incluido como parte de alguna puesta en escena[1] porque los teatreros aún desconocen las similitudes entre lo que hacen ellos y los raperos o porque consideran este tipo de música más adecuada para escuchar en su vida lejos de los escenarios que como parte de su quehacer artístico, o porque ninguno de los que consideran sus “grandes maestros” en dirección o diseño sonoro lo ha hecho y  les provoca cierta desconfianza no seguir con la tradición y con lo que se les ha enseñado que es adecuado para la escena. Aun cuando la mayoría de creadores de teatro declaran su necesidad por romper con lo establecido, lo cierto es que la declaración vanguardista usualmente es mera repetición antes que convicción genuina. Acaso convenga poner de manifiesto las coincidencias entre un género y otro para animar su conjunción, de tal suerte que podamos verlas más a menudo como parte de un mismo espectáculo. O por lo menos para reconocer simplemente que, al compartir su razón de ser tanto como sus propósitos, ambas resultan poderosas armas discursivas.

Fundamentalmente hay que señalar el carácter político de ambas manifestaciones. Desde sus orígenes, teatro y rap llevan intrínseco un alto grado de resistencia frente al sistema. Tras nacer en el seno de la exclusión, raperos y teatreros (especialmente los carperos de otrora y los cabareteros de siempre) han hecho uso de la palabra para dar cuenta del  contexto que los afecta.  Las letras del rap, así como algunas dramaturgias o letras de rap insertas en los montajes,  representan a las clases populares denunciando la desigualdad como consecuencia de la globalización y administración económica de los países donde tienen lugar. De hecho, más que como discurso, el concepto de resistencia, como eje central del rap y del teatro (popular), se considera una práctica. El simple hecho de elegir hacer teatro como práctica artística, tanto como rapear, funciona a partir de un cuestionamiento sobre la circulación y el funcionamiento del conocimiento y cualquier otra forma de poder.

mafer amelio

El rap  (tanto como el punk, rock y ska) , el teatro popular y el cabaret, como expresiones urbanas marginales de la música y de las “bellas artes” u otras formas de teatro consagradas según la organización cultural burguesa, toman como punto de partida la vida cotidiana, eje articulador de las culturas populares. Usando sus respectivas formas de expresión para canalizar todo lo que ocurre en el interior de sus comunidades. Por ello los autores de las líricas de barrio, los teatreros y cabareteros están conscientes de su compromiso con el grupo social al que pertenecen y procuran ser solidarios con las problemáticas grupales Artistas escénicos y artistas de barrio tienen el poder de transformarse de hombres y mujeres ordinarias a héroes y heroínas anónimas al levantar la voz para denunciar las injusticias que sufren sus comunidades. El rap y el teatro popular deben su esencia a “la calle”.

Ambos tipos de hacedores tienen el potencial y casi la obligación de devenir en “mensajeros de la verdad”. Como voceros de la cultura popular, raperos y teatreros cumplen una función muy importante: hacer pública de una manera particular, una realidad que todo el mundo conoce pero de la que pocos hablan, una realidad que, aunque todo el mundo sabe que existe, son pocos los que se atreven a denunciarla. Ambas prácticas hacen visibles todas las transformaciones culturales, sociales y económicas sufridas por sus comunidades y por los países de los que forman parte, manteniendo así una relación simultánea entre lo local y lo global.  El teatro y el rap suelen ser formaciones colectivas en las que por lo tanto se encuentra un compañerismo profundo y horizontal, difícil de hallar en otras actividades. Lo cierto es, por supuesto, que como parte de cualquier comunidad, los raperos y teatreros nunca conocen a todos y cada uno de sus compatriotas, lo importante realmente es que en cada uno vive la imagen de la comunión.

Como prácticas de resistencia, el hip hop, el teatro y el cabaret devienen auténticos estilos de vida tanto como identidades que los distinguen de otras formas expresivas. Incluso, hay quienes consideran a estas subculturas como “naciones”, debido, entre otras cosas a que como tales, tienen fronteras limitadas que les permiten el reconocimiento de otras naciones. La nación hip hop y la nación teatro o “gremio teatral”, como les gusta decir, son depositarias de historias de segregación y marginación urbanas. Es innegable que ambas formas de expresión son absolutamente propias de las ciudades.

Como naciones culturales autónomas, los raperos y cabareteros crean nuevas identidades y se inventan nuevos modos de representación y participación. Reinventándose y reafirmándose cada vez que les es posible con el único propósito de sobrevivir en un contexto que de seguir sus normas los obligaría a desaparecer. La existencia de la gente que se dedica al teatro y al cabaret  y la que se dedica al rap depende de su capacidad para expresar, fortalecer, legitimar, posicionar, reconstruir y crear discursos y culturas propias, creando así nuevas formas de comunidad. Formas alternativas de habitar el mundo. Manifestaciones artísticas disidentes. ¿Por qué no se unen más a menudo? Ya lo he dicho, porque aún no se reconocen mutuamente, pero el día que lo hagan, respetando la especialización de unos y otros (sobre todo no pretendiendo que cualquier dramaturgo puede escribir un rap sino recurriendo a liricistas y freestylers profesionales), lograrán potenciar aún más su potencial discursivo contra sistema. Me encantaría  ser testigo de esta unión.

Zavel-ADP

[1] En los últimos años recuerdo haber visto algunas obras que incluían rap como parte del montaje, dos a petición mía como curadora de dichas propuestas: “Lobata. Teatro experimental para niñxs revolucionarixs” dirigida por Cecilia Ramírez Romo y “Amelia, Coronel Amelio” espectáculo de cabaret dirigida por Francisco Granados. También lo vi en “La espantosa y marginal vida de Godzilla” dirigida por Carlos Converso y “Trending Topic. Teatro documental sobre violencia de género” escrita por Ricardo Ruiz Lezama, dirigida por Paulina Orduño «Esto no es Daisy» de Rodrigo García dirigida por Paulina Orduño y sé que “Salimos del mar y soñamos el mundo” dirigido por Nora Manneck, «Minotauro» de Patricia Yáñez y «Nuestra venganza es ser felices» de Diana Reséndiz dirigida Karen Condés, «Alicia» de Jimena Mancilla, «El insomnio de Segismundo» de Martín López Brie, «Monster Truck», «Desvenar» y «Bozal» de Richard Viqueira», «Puro Lugar» de Orteuv y Teatro línea de sombra,  «Código bolero» de la Compañía de teatro danza Apoc poc , «El paraíso o la vida pasada en limpio» de Rubén Ortiz, «Animalia» y «Bestiario Humano» de Diego Álvarez Robledo  también utilizan el rap como elemento principal en  algunas escenas.

Críticas

Piel de mariposa

por Zavel Castro 31 marzo, 2018

Paul Valery sostuvo, con mucha razón, que no hay nada más profundo que la piel. Jimena Eme Vázquez intuyó la verdad contenida en esta frase y se ocupó de desarrollarla a plenitud en  Piel de mariposa,  una obra escrita para dos personajes (y sus ausencias) que invoca al amor en su acepción doliente. Jimena propone el encuentro de un hombre y una mujer que funcionan como alegorías del temperamento melancólico (Elisa) y de la pasión nostálgica (Guillermo); dos personajes que logran un equilibrio dialéctico mediante su complementariedad.

Elisa es una criatura extremadamente frágil debido a su padecimiento crónico: la epidermólisis ampollar, un trastorno genético que provoca ampollas y llagas ante cualquier mínimo roce, y que provoca heridas internas que paulatinamente provocan que algunos órganos dejen de funcionar. La enfermedad de Elisa la vuelve físicamente débil y vulnerable, mientras Guillermo es un hombre fuerte cuya constitución física y temperamento lo vuelven sumamente atractivo. Él resume la fortaleza que comúnmente se vincula con la masculinidad. Ella es tan débil, tan femenina. Sin embargo, la apreciación cambia cuando miramos su interior; descubrimos el carácter de Elisa es inquebrantable mientras Guillermo está hecho pedazos. Personajes contradictorios y fascinantes. Cada cual frágil a su manera.

Afortunadamente, desde el texto, la construcción de los personajes evita la victimización de Elisa por su enfermedad y de Guillermo por su condición psiquiátrica. Eme Vázquez sabe que siempre hay algo desconocido y atemorizante en el otro, algo que no alcanzamos a ver y que la mayoría de las veces ni siquiera intuimos: nunca sabemos quién es el otro. En ese “algo” radica la esencia de cada cual. En la intimidad todos somos monstruos. “Todo ángel es terrible” –diría Nabokov, el gran amante de las mariposas, descubridor de un especímen- Lycaeides sublivens. Más allá de la piel todo producimos vértigo.

Piel de mariposa está cubierta con un velo poético que en escena se descubre mediante el diseño escénico, lumínico y de vestuario de Natalia Sedano, responsable de crear un microuniverso tan fantástico como real, un espacio acogedor que cautiva a los espectadores y propicia la conmoción que genera la historia. A propósito de la trama, me parece que deja pasar la oportunidad de un final climático, erótico y dramático en su máxima expresión, el final de la consecuencia fatal, en pro de una prolongación, un comentario que nos devuelve a otra escena de la obra, un recuerdo de infancia. Lo cierto es que en ese punto encuentra un cierre que lo potencia, pero debilita esa otra enorme y generosa posibilidad.

Quizá la intención de Eme Vázquez haya sido apelar al corazón de los espectadores, estrujándolo lo suficiente como para llegar a rozar su piel, pero tuvo cautela y prefirió no apachurrarlo demasiado al grado de que se lo entregaran porque no sabría qué hacer con él. Una decisión mesurada. Nos trató con cariño y cuidado. {Contención necesaria si se considera que los personajes son de por sí tremendos y que despiertan en el público toda la ternura y coraje de la que es capaz en función de testigos de un amor imposible y de una coincidencia desafortunada que solo el teatro podría embellecer.  Piel de mariposa nos invita a pensar dónde radica la fragilidad y quiénes somos realmente.

Zavel

Reseñas

El concepto de justicia está en reconstrucción

por Zavel Castro 29 marzo, 2018

Si de por sí es difícil encontrar una obra digna en su tipo, es decir, que cumpla con los requerimientos básicos de lo que debe ser una obra de teatro o un performance, una instalación, un recorrido o una coreografía, es aún más complicado que se constituya como una experiencia estética que trascienda la intención básica inmediata: entretener al público a medida que sirve como expositor de las habilidades de los intérpretes. Pocas hay que van más allá de esto y,  siendo un reto para las que concentran su atención en solo un arte ¡Imagínense lo que pasa con las obras multidisciplinarias! Cuando cumplen simultáneamente con dos o más quehaceres propuestos y además transmiten emotivamente algún discurso, es algo verdaderamente sorprendente y sastisfactorio para el público.

Do Not Disturb. El concepto de justicia está en reconstrucción es, precisamente, una obra de danza-teatro dirigida por Jessica Sandoval que resulta ser todo lo que promete: una experiencia inmersiva basada en las historias de Medea y Antígona”. El trabajo se plantea en dos recorridos simultáneos: aquel que implica el desplazamiento de los espectadores a través de distintos espacios del teatro (dependiendo si el espectador elige seguir a Antígona o a Medea) y otro íntimo que ocurre dentro de cada persona a manera de reflexión e impacto mientras es atravesado por las potentes imágenes coreográficas, la música de Luis Felipe Tapia y la historia de alguna de estas mujeres, cada cual actualización de un mito que en primer momento representa la figura la mujer enamorada y herida, para ser, finalmente arquetipos de rebeldía y de liberación.

La historia de Antígona la reclamadora de justicia para su hermano y Medea, la amante que dio todo por un hombre que la abandonó, se cuenta a partir de los personajes principales de cada mito, los amantes de cada una, los supuestos dueños de su suerte, sus verdugos y sus víctimas. A propósito de las interpretaciones destacan Miguel ángel López y Gabriela Rosero. Quienes nos hacen sentir toda la furia apasionada de la que son capaces sus personajes.

La fusión en sus múltiples muestras dentro de la obra resulta estupendamente lograda: los intérpretes con sus personajes, sus cuerpos con el carácter de los mismos que los lleva a realizar movimientos impulsivos con toda precisión, el movimiento con el mensaje, el espacio con las coreografías, la música como acompañamiento dramático para cada espectador. Do Not Disturb. Es una experiencia emocionante que vale mucho la pena. Al final, el público, con el corazón acelerado, revisará su concepto de justicia y elevará sus parámetros a la hora de buscar un espectáculo que mantenga su interés y que además supere la misión de ser meramente una demostración de las habilidades de los intérpretes. La elección de resignificar dos de los mitos femeninos más poderosos de la tradición griega y aterrizarlos a nuestro tiempo es, sin duda, su mayor acierto.

Zavel

Reflexiones

Teatro Capricho

por Zavel Castro 21 marzo, 2018

Últimamente hemos dedicado nuestras reflexiones a tratar el tema de la responsabilidad en el teatro, reflexionando sobre el deber tanto de quienes lo hacen como de quienes lo programan y lo premian. Ahora, toca el turno de reparar en estas otras importantes cuestiones: la vanidad, el egoísmo y el descaro que tantas veces sustentan las ganas de montar una obra. Muchas más veces de las que nos atreveríamos a aceptar, gran número de las ofertas en la cartelera de teatro responde solamente a un capricho que poco beneficia al público que asiste.

¿Cómo podemos reconocer que un montaje fue creado como respuesta casi impulsiva a un antojo? Cuando es claro que no tiene interés en dialogar con el público, cuando solo es montada para complacer al director y a su cerrado grupo de amigos, con los mismos intereses, referentes y lenguaje que es encima muy distinto –insisto- al público al que va dirigido. Imaginemos, por caso, que hay una obra dirigida por un director de cine, que habla de cine y que fue hecha especialmente para gustarle a los amigos cineastas de dicho director. Sin embargo, es muy probable que la mayoría de estas amistades tendrán cortesías y descuentos y que los “responsables” de pagar la renta del teatro y parte del sueldo de los actores en caso de que el trato con el espacio sea dividirse el recaudo de taquilla, sea el público anónimo que no empatizará con la puesta encima un poco larga, tediosa y con algunos diálogos en inglés, porque claro, la zona del teatro indica que los espectadores poseen un nivel tan avanzado del idioma que pueden conmoverse con lo dicho por uno de los personajes; en suma, una obra snob archi burguesa con actuaciones mediocres de la que el director no sintió la necesidad ya no de traducir por completo sino de tropicalizar para que tuviera sentido de montarse fuera de los Estados Unidos.

El director de cine haciendo teatro (porque encima es menos costoso que cualquiera de sus películas) cree que hablar de “pandillas” y de “racismo” hacia los negros impactará al público clase media alta que imaginariamente vive un barrio Yankee (así lo evidencian sus anglicismos cotidianos) en suelo mexicano (qué oso, dirían ellos). El director que no logra que su obra sea ni siquiera genuinamente entretenida se ufana con orgullo de sus decisiones egoístas. Yo misma lo escuché decirle a un amigo en el estreno a medios que “había hecho lo que se le había antojado, que había metido todo lo que quiso, porque la puesta era suya ¿y quién le iba a poder decir otra cosa? Que le valía verga”. Claro que sí, “le vale verga” que nos aburra su montaje, pero si quiere que el público pague su chistesito.

Imaginemos que en lugar de hablar de su sofisticado gusto cinematográfico un director quiere compartir su amor por las artes visuales, elige a un artista esencial para la historia del arte del siglo XXI, un pintor vanguardista, y se propone a rendirle homenaje en escena sin estudiar a fondo al artista en cuestión. Entonces acepta montar una dramaturgia que describe un personaje sin correspondencia alguna con la personalidad del hombre que pretende homenajear, eligiendo para representarlo a otro artista visual que resulta pésimo actor –¡encima es un monólogo!- conformándose con lazar algunos datos sobre su vida y muerte interpretados a través del crisol de la cursilería del dramaturgo mientras el público desmaya de tedio en sus asientos hasta que puede irse sin siquiera aprender algo sobre el personaje o sobre su arte. Pareciera que la intención de un montaje así es presumir cuánto les gusta la obra del pintor (al director o al dramaturgo) aunque carezcan del talento necesario para transmitir ni su vida ni su obra porque no saben cómo hacerlo, porque no hay una investigación rigurosa de la biografía del pintor que la sustente o un estudio sobre sus piezas, porque saben demasiado poco tanto de él como de su contexto ¿Entonces por qué lo hacen?  ¿Porque estrenan haciendo como que todo salió bien, como si fuera algo digno de ser visto?  Porque quieren y pueden. Esto no es suficiente. Es, más bien, un descaro. Un acto egoísta.

Insisto, vanidad, egoísmo y descaro no pueden justificar una puesta en escena. Ojalá el público que paga sus boletos por los montajes, al momento de detectar esta motivación ruin pudiera salir del teatro y exigir la devolución de sus entradas. Para que esto pase es preciso que ejercite su mirada crítica, para ello ha de servirle la consigna:

Si el público ideal de una puesta no va más allá del círculo cercano del director, entonces es teatro capricho.

Entonces no vale el esfuerzo de ningún programador preocupado por su espacio, como tampoco vale que el público sacrifique su tiempo yendo al teatro. Por ningún motivo merece aplauso alguno, al contrario, el “boca en boca” también debe funcionar para impedir que alguien más vaya. No solo no recomendando sino explicando el por qué no debe verla nadie. Teniendo una cartelera tan grande como la tenemos en México, ninguna puesta es imperdible, menos aquella en manos de un director caprichoso.

Zavel

Newer Posts
Older Posts

TALLERES

  • Taller Virtual de Dramaturgia
  • Taller/montaje internacional de actuación en línea
  • Taller de monólogo teatral
  • Asesoría en dramaturgia
  • Cursos y talleres de dramaturgia
  • Ricardo Ruiz Lezama-Perfil y obras

Síguenos

Twitter Instagram

Entradas recientes

  • Consagrada. El fracaso del éxito.
  • Amanda Labarca. Crítica-crónica* por Maurice Lamm-Häuser
  • 2024
  • A lo largo del perímetro: alternativas para el mejoramiento de las artes escénicas Concurso Nacional para Puesta en Escena
  • La cueva de las orquídeas. Crítica de Said Galván.

Recomendaciones

© APLAUDIR DE PIE 2021 | PATCH NETWORKS