La feminidad de los hombres ha sido representada de distintas formas en México, casi siempre poniendo a los personajes homosexuales como seres con una personalidad “amanerada” y siendo objeto de burlas. Sus representaciones se vuelven una ridiculización que refuerza el estereotipo y ofende al sector que “intenta” personificar. La comedia puede ser el vehículo con el cual se replantean los dogmas aprendidos generación tras generación, pero no debería ser usada para callar las voces de los reprimidos; para silenciar a las minorías.
Por ejemplo, después de que saliera el documental Mucho mucho amor: La leyenda de Walter Mercado (2020) que relata la vida de este astrólogo con una feminidad visible, Derbéz intentó defender a su personaje “Julio Esteban” asegurando que solo era “comedia” cuando evidentemente era una exageración y una burla a la esencia de Walter Mercado. Otro ejemplo se encuentra en Gustavo Munguía y Adrián Uribe representando a los meseros “Paul Yester” y “Carmelo” cuya manera de vestir, caminar y hablar fomenta las burlas a los homosexuales. Además tenemos el caso de “Hugo Lombardi” —personaje de Yo soy Betty la fea interpretado por Julián Arango— que durante toda la telenovela es quién se lleva las burlas y cuyo tratamiento del personaje es problemático y superficial.
Si bien estos personajes se presentaron hace más de 15 años y aun cuando en la actualidad hay mayor apertura, refuerzan la resistencia al cambio, van en contra de la inclusión de nuevas formas de expresión y en lugar de darles visibilidad, ridiculizan la feminidad de los hombres; lo que alimenta la discriminación y calla las voces de un sector vulnerable.
Un hombre dispuesto a no esconder su feminidad es un hombre que está dispuesto a ser libre y a no vivir bajo las normas de un sistema patriarcal que pretende silenciar las expresiones que le amenazan. Tal es el caso de Mariano Ruíz quien presenta en Shakespearean Tour, una alternativa que intenta dar conocer a las personas queer; redignificando el ser un hombre femenino, deconstruyendo las ideas que a él mismo lo afectaron por estar fuera del molde de lo socialmente aceptable.
Cuando un hombre se pone ropa de mujer cuestiona al sistema. Esto sucede porque al hacerlo va contra lo establecido, contra los roles de género y lo “apropiado” para ellos. Mariano sale al escenario en tacones, con leotardo, pero sin peluca. Con esto deja claro que no es un show travesti (o drag), pues él se define como una persona queer es decir un hombre que no cree en lo binario, en las categorias cerradas: masculino-femenino, izquierda-derecha, negro-blanco. Él cree que la sexualidad puede ir del blanco al negro pero sin ignorar toda la escala de grises. Estas son clasificaciones que han determinado una mayoría dominante, pero no son exclusivas del género.
Mariano no se define como una actriz ya que eso sería quitar el lugar a las mujeres; estaría tomando un nombre que no le pertenece y usurpando su espacio, pero tampoco se define como actor, porque ese término tiene limitantes para una persona que quiere interpretar personajes masculinos y femeninos. Adopta el término actora, una palabra más justa para no ser encasillado, dando un nuevo significado a la feminidad en los hombres.
Durante el Shakespearean Tour, Mariano platica acerca de su infancia y de cómo su manera de hablar, de caminar, la música que escucha, el ver en Lucero una inspiración o tener poco interés en el fútbol le fueron cuestionados y lo llevaron a vivir bajo el ala de la discriminación incluso en su entorno más cercano: un México donde, como en casi toda Latinoamerica, impera el machismo. Así lo expresa Lukas Avendaño —un artista muxe quien a través del performance enuncia las problemáticas de su cultura— en su adaptación del manifiesto Hablo por mi diferencia del escritor y artista del performance Pedro Lemebel. Avendaño interviene este texto —originalmente creado para una campaña política de izquierda chilena en 1986— para darle un mayor sentido a la realidad que vivimos en nuestro país:
“No me hablen del proletariado, ni de la vanguardia del proletariado porque ser pobre indio, negro y maricón es peor, hay que ser acido para soportarlo. Es sacarle una vuelta a los machitos de la esquina, es un padre que te evita porque al hijo ‘se le dobla la patita’[…] Es tener una madre con las manos tajeadas por el cloro envejecidas de limpieza, acunándote de enfermo por malas costumbres, por malas compañías, por castigo divino para acabarla de chingar, por mala suerte”.
La adolescencia homosexual que vivió Mariano, estuvo marcada por los estereotipos y los estigmas, haciendo que trataran de masculinizar las conductas femeninas como mecanismo de defensa para no ser juzgados. Mariano cuenta cómo durante su infancia a pesar de que le decían que no podía ser tan femenino, él busco la manera de hacerlo, de poner sus propias reglas y expresar su feminidad, se descubrió queer sin saber que ese término existía.
Durante el unipersonal, Mariano presenta una imagen que representa a este sector de la comunidad LGBT+, pues nunca trata de feminizar su voz mientras cuenta la historia de su vida. Los momentos en que podemos verlo con peluca es cuando está interpretando a Julieta, Rosalinda y Lady Macbeth; es aquí cuando se pone un vestido, una blusa, cambia por completo su actitud, su manera de hablar, su forma de moverse en el escenario; mostrando que un elemento como los tacones o la ropa de mujer como el leotardo no tienen un valor simbólico por naturaleza, sino que tienen que ir acompañados de un comportamiento o una corporalidad para que se categoricen como femeninos o masculinos.
Esto lo trabaja Mariano durante una escena donde lleva a un hombre heterosexual del público hacia el escenario. El chico se acerca con reservas y Mariano lo hace entrar en confianza, le pone una bufanda de color rosa; un color que por décadas ha sido el color de las “niñas”, el color que no pueden usar los hombres porque puede significar la perdida de cualquier rasgo masculino, puede poner en duda su sexualidad y su virilidad. Pero cuando Mariano pone la bufanda sobre el cuello de este chico, le pregunta “¿sientes algo por mí que no sintieras antes de tener puesta la bufanda? ¿sientes alguna atracción que no tuvieras antes de tener la bufanda puesta?” El espectador que ahora es parte del espectáculo se mantiene en silencio por un par de segundos y responde con un contundente “¡No!”. Esto demuestra que no cambian los sentimientos ni las preferencias por la ropa que usa, sin importar el color o la sección en la que se encuentra en las tiendas. La ropa no tiene género; esa carga se la damos nosotros.
Al iniciar Mariano explica que los personajes femeninos de Shakespeare en las obras eran representados por hombres y retoma este formato para hacer una reinterpretación de ellas. A través de monólogos nos cuenta una versión donde toman decisiones diferentes, para poder cambiar su historia y tener más fuerza en la narrativa. Como en el monólogo de Julieta Capuleto (Romeo y Julieta) donde una adolescente con un estilo parecido al de Ariana Grande y un canal de Youtube está viviendo su fiesta de XV años con todas las tradiciones propias de México; cuenta la historia clásica pero decide que morir por un hombre no vale la pena. También tenemos el caso de Rosalinda (A vuestro gusto) quién de acuerdo a la interpretación de Mariano en vez de vestirse de hombre “para sobrevivir”, lo hizo con el fin de conseguir el cariño de un hombre. Ruíz cambia la historia cuando se da cuenta que en realidad prefiere usar la ropa masculina porque se siente más cómoda en ella y al final no está dispuesta a renunciar a sus gustos solo por estar con una pareja. El último monólogo es el de Lady Macbeth una mujer que, contrario a la anécdota original, no está dispuesta a matar para que su esposo sea rey; esta vez se redime y no se convierte en el personaje controlador y enfermo de poder.
En una de las escenas finales Mariano dice que va a hacer realidad un deseo que tiene y es el de ganar un premio Oscar por un papel femenino; ganar el premio a mejor actriz, así que crea su propia ceremonia donde baja al público y se sienta entre ellos, saludando a personas como Meryl Streep y Susan Sarandon que son sus mismos espectadores. Después sube a una persona del público para ser el host de la ceremonia y cuando éste se encuentra arriba del escenario, Itzel Enciso —la asistente de Mariano durante el unipersonal, parte de la compañía Parafernalia teatro pero que también es dramaturga y directora del proyecto “Personas desaparecidas”— lo ayuda a ponerse un saco y le entrega la tarjeta con el nombre de la ganadora por mejor actriz, quién obviamente es Mariano Ruíz por su interpretación de Lady Macbeth. Él sumamente emocionado sube al escenario para recibir su premio. ¿Cuál es la importancia de estar cuestionando las categorías impuestas y el sistema que ha traído tanta discriminación si al final el sueño es ser parte de lo que busca combatir?
Pues precisamente el objetivo es crear un antecedente para las futuras generaciones para que se tenga un registro de cómo se ha avanzado en la sociedad y las batallas que se han ganado. Si bien Mariano puede acercarse al arquetipo contra el que lucha, lo aborda de una manera diferente, lo hace desde una perspectiva donde le da una dignidad al ser femenino; no se burla de él para entretener al público sino que busca la forma de hacerlos reír ridiculizando las acciones que ejercieron en su contra. A través de los personajes shakespearianos se establece lo absurdo que resulta sacrificar todo por amor o lo ridículo que es ser un camaleón emocional para camuflarse con los gustos de otros y perder la individualidad.
Aún hay pasos importantes que dar para lograr la inclusión. Shakespearean Tour es un proyecto que busca cerrar una brecha que ha dividido las puestas en escena en las que son “gay” y las que no; una brecha que en lugar de ayudar representa una barrera para el resto de los espectadores. Es cierto que se han logrado avances importantes en los últimos años como el hecho de tener personajes que son más reales y que se alejan de los estereotipos que se tenían hace 10 o 15 años.
Cada generación tiene su lucha; para la generaciones anteriores el reto fue ganar los espacios y poder existir en un mundo que no lo permitía, fue romper con la imagen que otros les habían dado. Pero en los años siguientes la batalla es cuestionar los errores, buscar la representación de gente queer, trans y no binarios; ser más abiertos con otro tipo de representación fuera de los arquetipos de perfección que se han impuesto: el hombre masculino, el blanco barbado que solo busca gente similar a él. El espectro es muy amplio como para que solo lleguen a tener la luz del reflector los que ya viven con un privilegio.