Entrenamiento dramatúrgico. Un autor/autora se prepara
“Si no practico un día, lo noto yo. Si no practico en dos días, lo advierten mis colegas. Y si no practico en tres días se da cuenta todo el mundo”. Esta frase se le adjudica a múltiples músicos, pero lo importante no es quién la dijo realmente sino lo que devela del mundo artístico: las personas dedicadas al arte requieren de un entrenamiento constante para mantener el dominio sobre su oficio. Esto es claro en las artes en donde el cuerpo se ve implicado de forma más notoria. Bailarines y bailarinas bailan todo el tiempo, actrices y actores realizan disciplinas físicas, músicos se la pasan ensayando con sus instrumentos, cantantes con su voz… Pero en un arte como la escritura teatral, ¿de qué manera una persona dedicada a la dramaturgia se mantiene en forma?
Para contestar estas preguntas y otras tantas consultamos a múltiples dramaturgas y dramaturgos que llevan tiempo dedicándose a su profesión y cuya mano, pluma, máquina de escribir o teclado, está en excelente forma. En este texto entrevistamos al dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco.
- ¿Qué consideras fundamental entrenar para mantenerte en forma como dramaturga/dramaturgo?
Sergio Blanco: La mirada. Lo que más entreno es mi mirada sobre el mundo. La escritura para mí no se limita al gesto mismo de escribir palabras en un papel o en un software, sino que empieza con una mirada que deposito sobre el mundo, las personas, las cosas. Creo que todo acto de creación está precedido por una mirada. Yo le llamo mirada sensible porque creo que es una mirada que deriva del cuerpo y de la sensibilidad y no de la estricta racionalidad. El filósofo francés Jacques Rancière dice que «la estética es la distribución de lo sensible», y yo adhiero mucho con esta idea, ya que creo que el arte es el espacio de lo sensible: hay una enorme sensibilidad en juego. La mirada sensible es entonces lo que yo trato de entrenar sin olvidar nunca que se trata de una mirada curiosa que busca, que duda, tiembla. Es una mirada capaz de sorprenderse. Es una mirada empática. Es una mirada que está viva. No es necesariamente una mirada que sabe, sino que, al contrario, es una mirada que busca comprender desde lo sensible, es decir, una mirada que cuestiona y se cuestiona. Para mí este tipo de mirada es fundamental ya que es la que conduce a una mirada singular, única e irrepetible: a la mirada propia que cada uno tiene sobre el mundo. Esta mirada sensible es la que nos conecta con nuestro centro de gravedad a partir del cual podemos decir algo, a partir del cual podemos crear y producir sentido. Es por esto mismo que esta mirada es lo que estoy entrenando todo el tiempo. Y también es por esto mismo que varias veces he afirmado que siento que estoy escribiendo todo el tiempo, aunque no esté escribiendo.
- ¿Cuánto tiempo dedicas diario a tu entrenamiento como dramaturga/dramaturgo y en qué consiste?
Sergio Blanco: Todos los días me siento en mi escritorio entre las 5 y las 11 de la mañana. Esas seis horas las dedico a leer, a estudiar, a escribir. Esa escritura puede declinarse en artículos, conferencias, seminarios, relatos o en el texto teatral que esté escribiendo en ese momento. Me gusta concentrarme en la escritura a esa hora bien temprano. Muchas veces incluso es de noche cuando estoy empezando. Y además en París – que es la ciudad en donde vivo –, la mayoría del tiempo los días son nublados y grises, y esto último me ayuda mucho a la concentración. La luz gris y platinada de París además de ser muy elegante, es una luz que ayuda mucho a no dispersarse. Mis únicos requerimientos a la hora de sentarme a escribir son mi biblioteca al lado, mi gato cerca y mucho té que bebo durante esas horas de trabajo. Es extraño, pero fuera de ese horario y de ese lugar, me cuesta mucho escribir. Necesito esa luz, necesito la proximidad de mi biblioteca que consulto permanentemente, necesito tomar té y necesito que mi gato esté cerca.
- ¿Cómo era tu entrenamiento en tus inicios y qué ha cambiado con el paso del tiempo?
Sergio Blanco: Creo que no ha cambiado mucho. Siento que mi forma de escribir es siempre la misma. Y también mi escritura. Por más que haya escrito distintos textos, me gusta pensar que finalmente se trata siempre de un solo texto que voy escribiendo en distintos momentos de mi vida. A veces pienso que quizá todas mis obras no sean más que las distintas partes de una sola obra que intento escribir todas las mañanas. No obstante, también es cierto que en algunos casos he establecido consignas de escritura específicas solamente a ese texto que estaba escribiendo: una vez por ejemplo, me propuse escribir una obra con todas las teclas de mi teclado incluso con aquellos signos que no forman parte del alfabeto y el resultado fue mi obra diptiko (vol. 1 y 2); otra vez me propuse escribir un texto en donde los parlamentos de cada personaje no excedieran más de un solo renglón y el resultado fue Barbarie; otra vez decidí escribir una obra en un solo día mientras caminaba por Atenas y en el mapa de la ciudad y el resultado fue Kassandra; otra vez decidí escribir todo el texto a mano y con sangre de toro y el resultado fue Cuando pases sobre mi tumba. Pero por más que me imponga consignas específicas que en esos casos han alterado las circunstancias, las mayorías de las veces el rito es siempre el mismo: después de desayunar, me instalo en mi biblioteca y durante seis horas escribo.
- ¿Escribes diario? ¿Teatro? ¿Cuánto tiempo dedicas diario a la escritura teatral?
Sergio Blanco: Sí, escribo a diario. Es lo único que sé hacer. Solo sé leer y escribir. No sé hacer ninguna otra cosa más. Y además es la única forma que tengo para pasar el tiempo. Y también para estar menos solo, porque cuando escribo siempre tengo presente de que lo estoy haciendo para alguien que algún día va a leer lo que escribo en soledad. Escribir es una forma de darse cita con alguien que uno sabe que nunca va a conocer pero que lo ayuda a uno a sentirme menos solo.
- ¿Qué recomendaciones podrías dar para que otros dramaturgos/dramaturgas se mantengan en forma?
Sergio Blanco: No soy bueno dando consejos o recomendando cosas. No me gusta hacerlo. Lo único que advertiría a quien desea escribir o dedicarse a la escritura, es que es importante tomar conciencia de que la escritura es algo muy físico. Mucho más físico de lo que la gente piensa. Muchas veces la escritura puede llegar incluso a ser un acto doloroso para el cuerpo: las manos se cansan, los ojos, la espalda, el cuello. Luego de una sesión extensa de escritura, el cuerpo suele quedar dolido. Hay veces en que a medida que las horas van pasando, el malestar del cuerpo se hace cada vez más presente: los músculos se contraen, los nervios se crispan, la vista se cansa… Muchas veces al final de una jornada de escritura, el cuerpo queda absolutamente rendido, agotado y sin fuerzas. Y también muy seguido me sucede que mi cuerpo se enferma, algo así como si la escritura lo debilitara, como si lo volviera vulnerable. La experiencia me ha enseñado que escribir es un momento de gran intensidad corporal: el verbo se hace carne en todo el sentido del término.
Dramaturgo y director teatral franco-uruguayo, Sergio Blanco vivió su infancia y su adolescencia en Montevideo y reside actualmente en París. Luego de realizar estudios de filología clásica ha decidido dedicarse por entero a la escritura y a la dirección teatral. Sus piezas han sido distinguidas en reiteradas oportunidades con varios primeros premios, entre ellos, el Premio Nacional de Dramaturgia del Uruguay, el Premio de Dramaturgia de la Intendencia de Montevideo, el Premio del Fondo Nacional de Teatro, el Premio Florencio al Mejor Dramaturgo, el Premio Internacional Casa de las Américas y el Premio Theatre Awards al Mejor Texto en Grecia. En 2017 su pieza Tebas Land recibe el prestigioso premio británico Award Off West End en Londres. Su obra entra al repertorio de la Comedia Nacional de Uruguay en 2003 y 2007 con sus piezas .45’ y Kiev. Entre sus títulos más conocidos se destacan Slaughter, .45’, Kiev, Barbarie, Kassandra, El salto de Darwin, Tebas Land, Ostia, La ira de Narciso, El bramido de Düsseldorf, Cuando pases sobre mi tumba, Cartografía de una desaparición, Tráfico y Zoo. Varias de sus obras han sido estrenadas en su país y en el extranjero, y la mayoría de ellas traducidas a distintas lenguas y publicadas en diferentes países.