Existen tantas formas de hacer cabaret, como perspectivas, críticas y discursos que defender. Enumerarlos e intentar definirlos serán ejercicio de otro texto.
Para este primer encuentro me enfocaré en una forma de hacer cabaret. Planteado como un género teatral que se enfoca en el placer, la disidencia y el humor. Sobre todo, la razón de este texto es reflexionar acerca de cómo es el humor en el cabaret que me interesa.
¿De qué nos reímos en el cabaret?
Nos reímos de impotencia, de frustración, de vergüenza ante la injusticia, nos reímos de lo que nos transgrede, nos perturba. Nos reímos para no rendirnos, para no desaparecer, nos reímos para liberar la angustia, nos reímos para no morir de dolor. La risa que buscamos expone y critica al asesino, al genocida, al ladrón, al violador, al corrupto, al opresor, a la injusticia, a la desesperación, a la traición, a la indiferencia, a la muerte. Nos burlamos del victimario, lo llevamos a la perversión más grotesca y delirante, y desde ahí deseamos su destino, lo evidenciamos, lo humillamos y lo matamos con crueldad liberadora, crueldad-ficción que jamás podríamos consumar en la realidad. Nunca nos burlamos de la víctima, no la re-victimizamos, juzgamos su contexto opresivo, sus posibilidades –o la falta de ellas-, no nos valemos del estereotipo para ser clasistas, ni misóginxs, ni racistas, ni homófobxs, ni lesbófobxs, ni machistas, ni xenófobxs, en esto ponemos especial atención para no reproducir afirmaciones y discursos de odio que como ejecutantes sobre un escenario podríamos defender más que criticar.
Ahora, no ignoramos esos discursos pensando que dejarán de existir si no los enunciamos, sin embargo, los utilizamos para que el victimario se exprese y construya su carácter, para que desde su “maldad” sea el representante de todo lo que odiamos y criticamos.
El Chiste es Placer
El chiste es placer, porque libera el deseo prohibido. El chiste es la síntesis de un discurso crítico contra lo que nos violenta, nos da consciencia arrancándonos la comodidad, nos aligera -un instante- la impotencia y nos recuerda el miedo (el que transforma, no el que paraliza) que origina las revoluciones. No buscamos ser complacientes, no queremos que el público se conmueva, queremos que el público ría para que reflexione. En la penúltima escena, soltamos la tesis del show, que entendemos como confesión del dolor, de aquello que no nos deja vivir, obsesión de nuestros insomnios, transgresión a nuestras comodidades y cuestionamiento a muerte de todos nuestros privilegios no reconocidos y por reconocer. Para dolor profundo, risa purificadora. Porque libera el deseo de ser aquello que no nos atrevemos, libera nuestros deseos más profundos, verbaliza nuestras perversiones, ejecuta nuestras violencias, no “Transforma la realidad trágica del país en un chiste”, como se dijo en un texto anterior; [1] ; más bien, devela la verdad de la tragedia del país en una risa escandalosa para liberar la angustia de sabernos impotentes ante el horror de la realidad, aquella que en principio; transformamos desde la ficción.
Por eso, el cabaret que a mí me interesa, se plantea en el Universo donde la risa sacude como decía Paz. Donde su territorio es la farsa como dice Nora Huerta.
Jamás podríamos comprometernos con conmover al espectador con el llanto fácil, de hecho, no queremos conmoverlo, nuestra propuesta es construir consciencia acerca de la realidad, provocar la acción. Lo contario, sería un desahogo pasajero que no lleva a la introspección, en su lugar, re-victimiza la tragedia, volviéndola pasiva. Pensamos la risa como medio instantáneo de reflexión. Sabiendo que la catarsis también se logra a través de la risa, el cabaret que hacemos confronta al dolor a través de ella para no morirnos de angustia.
[1] Texto en respuesta a la reflexión: “Humor y política en el teatro mexicano” : http://aplaudirdepie.com/humor-y-politica-en-el-teatro-mexicano/
Fuentes:
Sotres, Cecilia. “Introducción al Cabaret (con albur).”, Ediciones Chulas, Paso de Gato, 2016.
Freud, Sigmund (1856-1939). “El chiste y su relación con lo inconsciente”, en Obras completas. Buenos Aires : Amorrortu