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Reflexiones

¿Cómo hacer esta comedia de Cervantes sin morirnos de la hueva?

por Aplaudir de Pie 16 abril, 2019
Escrita por : Aplaudir de Pie 16 abril, 2019

Proceso de construcción de La casa de los celos, o ¿quién la tiene más grande? (la gallardía)

 

¿Cómo hacer que este texto tan desigual e incomprensible sea entretenido e importante? Fue la primera pregunta que tuve que responderme al estar metida en el proceso de construcción del espectáculo –después de haber aceptado sin fijarme bien en lo que estaba haciendo. Bien lo decía mi madre, hay que fijarse dónde se mete una, pero estaba metida en el Cervantino y ese es siempre un gran lugar para estar.

La elección de La casa de los celos fue mas porque me gustó el título que por otra cosa. Las comedias las había leído en la carrera de actuación y recordaba que tenían una estructura no tan lograda. Con los años una aprende que no todo lo que hacen los clásicos es obra maestra y que hay que perderles el miedo y aprovechando que están muertos, faltarles al respeto lo más posible. A la hora de elegir pude revisar los textos por encimita y me lancé como el borras porque los celos es uno de los temas centrales de la violencia de género y yo me dije: ¡es mi tema!

En la primera lectura nos dimos cuenta de que la obra no hablaba de los celos si no de la envidia –que no es lo mismo- y que no entendíamos nada ni nos emocionaba la historia, sobre todo porque no estaba del todo estructurada. Lo que sí nos emocionaba era el lenguaje, por hermoso y retador y algunos de los personajes como Marfisa, (heroína feminista casi perfecta) Reinaldos y Roldán (mirreyes dignos de gabinete presidencial). En cuanto encontramos esta triada, el cabaret estaba dado. Ya teníamos a la heroína que encarnaría nuestro discurso y al par de idiotas que servirían para ridiculizar el machismo. Ante este triángulo sólo nos faltaba la manzana de la discordia, es decir, el personaje de Angélica, que si bien juega como objeto del deseo en el original, no se desarrolla del todo. Por ello decidimos darle un desarrollo clásico de dama joven que enfrenta los obstáculos y los vence pero no para encontrar el amor si no para encontrarse a sí misma. En términos esquemáticos decidimos hacer una combinación de princesa con guerrera.

Una vez que desarrollamos la estructura de la historia que queríamos contar, nos dispusimos a elegir los textos que mas nos convinieran para contarla y los acomodamos con bastante flexibilidad. Es decir, hay textos que dice Marfisa que se los pusimos a Angélica y así con el resto de los personajes. Lo importante era tener la mayor parte de textos escritos por Cervantes, aunque la estructura y el acomodo de los mismos no fueran las originales. Una vez hecho esto, nos dispusimos a escribir los puentes que hacían falta para unificar el texto. En algunos metimos diálogos francamente cabareteros y en otros de plano nos lanzamos a la escritura culta.

Una vez que teníamos un texto con sentido y estructura, limpiamos las cosas que nos hacían falta en términos de discurso. Era muy importante para todo el equipo narrar la historia de una heroína cuyo máximo en la vida no fuera el amor. Era muy importante contar la historia de la violencia de género de manera gozosa, divertida y con un final feliz, esperanzador. Era muy importante decir: ¡No le hace que sea Cervantes, no importa que sea Shakespeare, las narrativas son machinas y hay que cuestionarlas!

El cabaret tiene sus ciclos. Hay tiempos y contextos en los que puedes tener un espectáculo con un humor francamente ácido y de plano lanzarte a una sátira que te arroja a la desesperanza. Pero hay tiempos en los que la desesperanza es tanta y el panorama tan oscuro, que no se puede tener en el escenario sólo el grito desgarrado de la risa, hay que dar lugar a imaginar otros mundos posibles. Hay que dar lugar a la esperanza, una esperanza razonada, porque el cabaret es bufonesco y nada ligero, pero esperanza al fin y al cabo. Así son estos tiempos. No sé explicar cómo lo sé, pero lo sé.

Para que nuestro espectáculo generara esta emoción del triunfo de la justicia –esperanza- en el espectador, cuidamos mucho el factor del entretenimiento por medio de tres elementos:

 

1)      Inventamos a los personajes populares (afanadora y afanador) que inician y cierran la historia y con buen humor nos plantean la existencia del demonio de los celos. Estos personajes populares son arquetipos cabareteros de mucha nobleza que generan inmediata empatía con el espectador.

2)      Colocamos cinco escenas de combate escénico que fueran realizadas de la mejor manera posible pero con elementos no necesariamente muy glamorosos, como puede ser un par de escobas. La idea era, por un lado, la espectacularidad propia de un combate escénico y por otro, el acento cómico.

3)      Exageramos los vicios de carácter de los dos caballeros convirtiéndolos en dos machos arquetípicos que se autodestruyen por su propia estupidez.

 

El penúltimo elemento que metimos fue el video. Para mí era muy importante, porque La Mafia, al ser una de las compañías jóvenes más representativas de la siguiente generación de cabaret, ha logrado desarrollar su propio lenguaje y buena parte de él está en la imagen. Es parte de su sello. El video no solo sirvió a manera de enlace si no que marca un código que nos distancia generacionalmente y que resulta muy importante resaltar, reconocer y fomentar.

Y ya por último, la música. La música es mi elemento favorito, probablemente por eso soy cabaretera, porque sin música no hay cabaret. Elegí la música sefaradí para el ambiente general y tres de las cuatro piezas que se cantan en el espectáculo por varias razones. Por un lado, la llegada de Trump y la inminente expulsión de los latinos, me recordó la expulsión de los judíos de la España católica. Siempre nos preguntaremos que le hubiera pasado a España –y a Occidente- sin este episodio que reventó la riqueza cultural de toda una región. El catolicismo que siguió de ahí, que fue el que vio nacer a Cervantes y el que invadió América Latina y marcó una cultura y una comprensión de la moral que permea hasta nuestros días. La violencia de género es una de las consecuencias más palpables de esa moral y el cuerpo de las mujeres receptáculo de la furia de fondo de esa moral. La música sefaradí siempre me ha parecido el lamento que pregona un error garrafal que deviene en genocidio, como la llegada de Trump.

Por otro lado, en términos técnicos, al ser una música tan melancólica, establece un buen contrapunto para darle profundidad al drama.

Con todos estos elementos y arduo trabajo, quedó un cuentito entrañable, gracioso y justo que nos hace muy felices contar.

La casa de los celos, o ¿quién la tiene más grande? (la gallardía) fue un trabajo en colectivo entre la Mafia Cabaret y su servilleta. Es importante resaltarlo porque la horizontalidad en la intergeneracionalidad es parte fundamental de la construcción de otras maneras de hacer arte.

Fue un placer.
Ana Francis Mor

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Es un proyecto de crítica y reflexión de hechos escénicos que nace simultáneamente en Bs. As. y en CDMX en 2015, como una plataforma de diálogo entre teatrólogxs, teatristxs, pensadorxs, creadorxs y espectadorxs, para cuestionar, opinar y debatir en torno a los fenómenos escénicos.

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