Nos emociona imaginar que en un futuro cercano o remoto, pero de algún modo posible, siempre y cuando empecemos a construirlo, muchas barreras habrán de caer. En lo que al mundillo del teatro respecta, resulta casi vergonzoso continuar con la tradición de catalogar obras para discriminar unas de otras por tipo o naturaleza –dramáticas o posdramáticas, comerciales o artísticas- o por el público al que van dirigidas –niños, jóvenes, adultos, mujeres, etcétera-; especialmente cuando estas divisiones no hacen más que fomentar prejuicios, fragmentando el quehacer artístico mientras que los creadores se vuelven territoriales, resentidos e intolerantes, luchando unos contra otros sin que esto beneficie más que a sus vanidades. La terquedad que nos lleva a catalogar una obra de determinada manera porque solo así suponemos comprenderla, nos priva de disfrutar de múltiples variaciones de experiencias estéticas.
Por fortuna, Olivia Ortiz de Pinedo, comparte nuestras miras de largo alcance cuando como programadora sabe reconocer el valor de todo tipo de teatro y fomenta su visibilidad. Lo único que importa es la calidad de los espectáculos y con el caso de “Mujeres poderosas”, ciclo a su cargo, también se preocupó por que el mensaje de las propuestas fuera socialmente relevante. Bajo la consigna de encontrar cinco monólogos que trataran temáticas que llevaran al espectador a una toma de conciencia, Ortiz de Pinedo conjuntó a un grupo de artistas de la más alta calidad. Así pues tendremos oportunidad de ver en escena a Paola Izquierdo con “De príncipes, princesas y otros bichos”, César Enríquez con “La Prietty Guoman”, Paola Madrigal con “Debotas al Votox”, Abril Mayett con “La Verdura Carnívora” y Adriana Moles con “Divas de corredor”. Todas las obras garantizan un entretenimiento consciente, todas cuentan con brillantes momentos en tonos cómicos que devienen en “risas éticas” con lo que se demostraría no solo el poder transformador del teatro sino del humor mismo.
La dureza de los temas expuestos en las obras como la violencia, la trata infantil, la discriminación, la presión social que obliga a seguir ciertos parámetros de belleza, atañen a la sociedad en general. En teatro debe ser su gran escaparate y debe a la vez hacerlos más ligeros y dolientes: no importa que nos podamos reír con ellos, también y sobre todo nos tienen que importar. Tenemos que salir de la sala un poco más humanos de como entramos a ella. Dejar en la butaca algún prejuicio. Cosa que seguramente pasará en el Teatro NH de la zona rosa de la Ciudad de México con “Mujeres Poderosas”, un punto de encuentro intencional entre la estética y la ética. Teatro útil.