El Off Broadway en Nueva York, entre otras razones, surgió como una posibilidad de brindar espacio a propuestas nuevas y/o alternativas. Hasta el día de hoy, funciona como un lugar de resistencia en el que con lógicas distintas a las de las superproducciones, múltiples artistas se han consolidado, mostrando que más allá de los nombres y la maquinaria teatral imponente, el talento puede sobreponerse y generar montajes de calidad extraordinaria. En este sentido podemos pensar -salvando las diferencias contextuales pero relacionando las similitudes en tanto fenómenos contestatarios- la versión mexicana de la obra Urinetown a cargo de la compañía queretana de teatro “Ícaro”.
El musical dirigido por Miguel Septién, es una proeza admirable dentro de la cartelera de la Ciudad de México donde se presenta actualmente, ya que sin contar con celebridades para “asegurar” la venta de boletos, ni una hiper producción es, sin lugar a dudas, uno de los mejores musicales existentes. Un verdadero hallazgo.
A diferencia de otras obras del mismo género de la cartelera en donde al parecer uno paga simplemente por mirar a algún famoso que en muchos casos muestra una deficiencia en el manejo de la voz y del cuerpo (habilidades que cualquier actor de teatro musical debería dominar) en Urinetown (México) podemos disfrutar de un gran nivel en todos los sentidos, pero fundamentalmente en lo concerniente al canto.
La calidad de las voces de los interpretes es extraordinaria, lo mismo que la ejecución coreográfica y la interpretación actoral. De manera especial destaca la participación de Andrea Biestro en el papel de “Penélope Pennywhise”, Adrián Pola como “Cladwell B. Cladwell”, Eduardo Siqueiros como el “Oficial Lockstock” e Irlanda Jiménez como “Hope Cladwell».
Como podrá adivinarse con lo dicho anteriormente, este trabajo resulta sorprendente no solo por tratarse de una compañía de provincia alcanzando el éxito en la Ciudad de México (y esperamos pronto en muchos otros estados), el talento está presente en toda la compañía. Además de los actores, la dirección musical a cargo de Dano Coutiño, tanto como la adaptación de las canciones y del libreto, bajo la responsabilidad de Yang E. Coutiño y Miguel Septién, son impecables. En suma, una propuesta irreprochable. En este sentido, la programación en el Teatro Milán gracias a la visión de Mariana Garza y Pablo Perroni, resulta uno de los mayores aciertos de la dupla al apostar por sobre todo por el potencial de una compañía mexicana cuyo talento merece toda la exposición posible.
En sí mismo el montaje es relevante, pero no podemos dejar de destacar el contenido de la obra, oscuro, complejo, fuera de toda norma conservadora sobre lo “bello” y “correcto”. Conteniendo una dura crítica hacia el comportamiento de las masas iracundas tanto como a las decisiones del gobierno, la naturaleza de la legislación, la rebeldía y la distribución de recursos. Cuestionamientos necesarios y pertinentes. Todo en exquisita clave burlona, evitando caer en lugares comunes y rechazando la idea de la necesidad de un final feliz.
Urine Town (México) es un musical off por excelencia, apto para todo público. Disfrutable de principio a fin. Un esfuerzo loable que estuvo a punto de levantarnos a aplaudir de pie.