Existen cosas en el mundo que valen la pena por sí mismas. Poemas, novelas, canciones, obras de teatro, plantas, licores y momentos que no nos necesitan para existir. Sin embargo, somos nosotros los que necesitamos de ellas para mejor vivir. Este es el preámbulo con el que presento y comparto el referente de la murga uruguaya que es una de esas cosas que, al menos yo, no sabía que necesitaba y que han hecho más placentera mi existencia.
La murga uruguaya es una de las tradiciones teatrales más recientes. Nace de la murga española, tanto por influencia como por su ausencia, en otras palabras: por una de esas cosas raras de la vida. Era costumbre uruguaya de principios del siglo XX el contratar a españoles para amenizar el carnaval con sus cantos como la zarzuela y la murga. Los uruguayos consumían del espectáculo ibérico con la misma pasión con la que bebían la yerba mate, pero un día los españoles no llegaron a cantar.
El uruguayo de 1908 tomó la ausencia de ese carnaval no como pena sino como una tragedia. Imaginemos el clima fresco de un siglo sin automóviles. Pensemos en ese momento con escenarios al aire libre listos para recibir a la gente, pero sin nadie ni nada que ver. Sin duda, la desolación del carnaval fue una paradoja difícil de soportar en ese mal año. A grandes males, grandes remedios, y así como reza el refrán, se buscó una solución para salvar al menos la fiesta de ese año. A falta de cantantes resolvieron el problema de la manera más simple que pudieron encontrar y terminaron haciendo ellos mismos el espectáculo. La respuesta emergente tuvo tanto éxito que, a partir de ese momento se dejó de contratar a españoles para ver la nueva versión de entretenimiento.
La fábula empresarial, que a mí me importa muy poco, debe ser algo así como «nunca dejes que tu cliente se de cuenta de que no te necesita para hacer las cosas». Los vecinos de cada hacienda y cada pequeña región, diminuta al ser Uruguay un paisito, se organizaron entre ellos por lo que tuvo pronto su propia murga. Un canto que, aunque nacía de una influencia extranjera expresó la personalidad y sentimientos que los hacen únicos. Con el paso del tiempo cada localidad construyó su propio escenario. Los trabajadores del campo y obreros se convirtieron poco a poco en los cantantes y letristas que se presentarían en cada carnaval. Entre ellos se repartieron las tareas que necesitaron para pararse sobre las tablas de madera con la cabeza alta. Los que hacían costuras y ropa confeccionaron vestuarios, los carpinteros se transformaron en escenógrafos y dentro de la pequeña sociedad de cada barrio se formó una murga.
La cantidad de grupos y espectáculos propició la generación de un concurso anual y permitieron hacerse de una tradición viva. Pero, ¿qué implica la murga uruguaya?, ¿por qué es tan especial cómo para pasar las tardes buscando videos en Youtube?, ¿qué tiene la murga que la hace tan única? Para mí la respuesta no se encuentra en el escenario ni en su calidad ni en su realización. La murga uruguaya se destaca de las teatralidades del siglo XX por su contacto con el público. Finalmente, no es sólo un coro de barrio que compone y canta lo que le pasa al Uruguay, al paisito como lo reconocen ellos. Además, es una expresión escénica con una afluencia de espectadores sin par en el mundo entero. Quizá sólo es comparable con la comunidad japonesa del pueblo de Oshika que representa durante el verano las obras de repertorio del teatro Kabuki.
La murga uruguaya comparte con el kabuki japonés de Oshika la participación de la comunidad en la preparación del acto de representación y la participación de la misma comunidad como espectadores. Las diferencias son por supuesto el idioma, el sentido político, el crear un espectáculo nuevo cada año, el tiempo de representación como del espectáculo en sí. También los separan el consumo en cantidades exorbitantes de mate y carne para el asado. Aun así, se emparentan de nuevo con la presencia de la música dentro de la escena, del vestuario y del maquillaje.
Pese a la juventud de la murga uruguaya -poco más de cien años- ha sabido adaptarse a los problemas del siglo XXI. Por ejemplo, sobrevivió a la dictadura y, no sé muy bien cómo, a la alternancia del poder por izquierda misma sin perder su espíritu transgresor. El murguero aprendió a hacer chistes tanto de sí mismo como de la figura -casi sacrosanta- del presidente Mujica. En contra de todos los inconvenientes, la murga no se ha colapsado con el radio, la televisión, el internet e incluso ha logrado que los concursos de murgas formen parte de la programación del canal nacional. La murga uruguaya es una experiencia, la única que ha logrado que desee a ratos cambiar mi nacionalidad mexicana para pintarme la cara carnavalescamente y pasar noches enteras con amigos para hacer un espectáculo y cantar a cielo abierto contra todo.
Estas palabras llegan a su fin y dan pie a una lista de vídeos en Youtube para ver y disfrutar la murga del paisito. Si conoces uruguayos en esta tierra azteca no dudes en darles mi correo de contacto que en mi casa no falta agua caliente para el mate, ni carbón para el asado ni un par de orejas para escuchar este canto. O bien, hagan la reunión entre ustedes y sin invitarme, que para disfrutar esto no hace falta nada más que sentarse, escuchar y ver.