Uno de los carteles publicitarios de la película Psicosis decía: «No revelen el final, no tengo otro». Este secretismo que Hitchcock llevó incluso al rodaje, grabando la película a escondidas según se cuenta, tenía una razón fundamental, gran parte de la potencia de la película radica en la sorpresa que suscita en la audiencia. Como parte de un mecanismo similar, Nassim Soleimanpour, dramaturgo iraní que alcanzó reconocimiento internacional con su novedosa propuesta experimental Conejo Blanco, Conejo Rojo -la cual ha sido traducida a más de 20 idiomas y ha sido puesta en escena en múltiples países- propone nuevamente un espectáculo donde uno de los principales elementos es la sorpresa, ya que no solamente los espectadores no sabemos lo que pasará, ni siquiera la actriz o actor en turno lo sabe: Nassim, dramaturgia experimental estrenada en el Edinburgh Festival Fringe 2017.
No puedo hablar de qué trata la obra en sí, ni de nada en específico que haya acontecido en la función, de hecho como representante de un medio te hacen firmar un acuerdo de privacidad en donde me comprometí a no hablar de lo antes mencionado, pero se entiende, sería como revelar el funcionamiento de un truco de magia y por lo tanto arruinaría la experiencia de futuros espectadores. Lo que sí está permitido contar es mi experiencia. Así que aquí va, sin spoilers.
Desde que inicia la función la forma en que lo que sucede se muestra a los espectadores es sorpresiva, de algún modo el público también somos parte activa de la experiencia. Esto último podría definir bien Nassim: una experiencia sensible que conduce a los espectadores por diversas emociones y reflexiones, oscilando entre lo cómico y lo conmovedor.
Para Soleimanpour el teatro tiene que ser algo único e irrepetible, por eso actores y actrices que interpretan sus obras solo pueden hacerlo una vez en la vida. Nassim es una forma muy particular de vivir la experiencia teatral. El autor cumplió nuevamente sus propósitos como creador, nos condujo a vivir algo único e irrepetible. Cualquier obra de este dramaturgo es sin duda una visita indispensable como espectador de teatro al menos una vez en la vida. No por nada es uno de los autores más interesantes e influyentes de nuestros tiempos. Y quisiera decir más, pero de sus obras no hay que hablar, hay que vivirlas.