Recuerdo una frase que no he podido olvidar a pesar de los años, he buscado al autor sin encontrarlo hasta la fecha: “una comedia es una tragedia en piel de cordero”. No solo la oposición de valores paradójicos da a esta frase vuelos poéticos que la hacen memorable (tragedia-comedia, peligro-calma, depredador-presa), sino que la premisa que se infiere de esta sentencia es sumamente contundente por la verdad que revela: la risa y el humor son peligrosos. ¿Y cómo no van a serlo si tienen un potencial tanto creativo como destructivo, tanto erótico como tanático? El humor puede crear momentos de profunda intimidad y camaradería, destensar una situación incómoda, reconciliar personas enojadas, pero por otro lado la risa puede hacer que un niño o una niña que sea objeto de burlas se suicide. El poder del humor es capaz de trastocar la realidad, de hecho, lo hace. En este ensayo hablaré sobre las implicaciones que tiene el humor dentro de la vida política como ejercicio del poder, así como explicaré de qué forma en algunas manifestaciones teatrales ha devenido como una herramienta del poder dominante, pese a que en apariencia sus objetivos sean totalmente opuestos. La risa es una cosa seria, no puede tomarse a la ligera.
El humor como ejercicio del poder
La creación del humor es similar a la creación de la metáfora, consiste en la asociación de dos o más elementos que no se corresponden. La risa del público en esta construcción es la que termina de organizar ambos universos, de darles coherencia (D. López, 2008). Es decir que en un chiste que contenga los elementos, por ejemplo, mujer-tonta o pobre- tonto, la risa sería el componente que terminará por dar sentido a ambos universos semánticos.
Lo peligroso del asunto es la forma en que se manifiesta el ejercicio de poder, pues “la risa así, implica un consenso inconsciente con la autoridad de la estructura asociativa y se convierte en una forma de asumir como normal la relación establecida entre ambos dominios. De ahí que el sentido del humor […] se convierta en una sofisticada herramienta del poder simbólico en el sentido concebido por Bordieu” (D. López, 2008, p. 75). Lo que significa que el humor normaliza en estos casos una serie de violencias estructurales y simbólicas dentro de una relación social inequitativa.
Un ejemplo claro de esto son los chistes misóginos, en donde el sistema dominante, en este caso el patriarcado, perpetúa la idea de la inferioridad de la mujer mediante la asociación de universos tales como mujer-ineptitud, mujer-estupidez, etc. Al igual la clase dominante y privilegiada mantiene la idea de la inferioridad de la clase obrera a través de conjuntar pobre-idiota, pobre-perezoso, etc. Y en sí la violencia simbólica más grande del humor es transformar a personas y comunidades enteras en objetos de burla.
Como se dijo con anterioridad lo que hace el humor en estos casos también es generar la idea de que lo que refiere es así, como si debajo no hubiera ideología. Entonces si se cuenta un chiste sobre mujeres se cree que revela una verdad o define objetivamente, en lugar de construir una subjetividad. Este es otro de los peligros del humor en relación con la violencia y el poder, genera subjetividad, con lo cual muchas generaciones que repiten el mismo chiste terminan prolongando ideas despectivas provenientes de una ideología intolerante y discriminatoria.
Teatro mexicano y humor
Habiendo dejando clara la utilización del humor, consiente o inconscientemente, como una herramienta de dominación, pasaremos a un tópico que me preocupa y es tema fundamental de estas reflexiones: el teatro mexicano. ¿Por qué el teatro y no el cine o la tele que tienen más alcance de público? Porque para muchos creadores y espectadores el teatro se ha vuelto un lugar de resistencia micropolítica donde las formas y discursos deben servir como última esperanza esteticopolítica de la sociedad, debido a la mercantilización del cine y de la televisión. En el teatro mexicano aún quedan unos cuantos, incluyéndome, que creemos que este arte puede ayudar a mejorar la situación política del país. El problema es cuando forma y contenido se contradicen y entonces el teatro termina volviéndose cómplice de aquello contra lo que lucha.
También he decidido hablar sobre el humor porque la tradición cómica de México es fundamental para la vida política del país. Desde tiempos de la carpa, y quizá antes, el humor funcionó como una herramienta revolucionaria. No podemos olvidar que el cómico Palillo casi siempre al final de sus representaciones terminaba encarcelado. El humor es y sigue siendo uno de los medios más contundentes de relación entre creadores, espectadores y política. Espero que estas reflexiones ayuden a reconsiderar el papel del humor dentro del teatro y nos haga preguntarnos por qué la comedia en todas sus variantes se ha vuelto inofensiva para el Estado, incluso, su cómplice.
Dramaturgia
LEGOM (Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio) es indudablemente uno de los dramaturgos fundamentales de nuestros tiempos, referente indiscutible y creador de un estilo único que ha generado, queriéndolo o no, una escuela de dramaturgia que hasta la fecha nuevas generaciones de escritores pueden y deben considerarse herederas de LEGOM.
El estilo de este dramaturgo singular se caracteriza por el uso de un humor obsceno y descarado que no respeta nada. En ese sentido podríamos catalogar su dramaturgia como amoral, lo cual no es un problema, al contrario, es una virtud ir en contra de una moral establecida que es contraproducente, el problema es que su humor deviene en violencia simbólica que reproduce estereotipos discriminatorios.
En su obra De bestias criaturas y perras hace burla de una mujer a la cual el protagonista violenta toda la pieza, y de su hijo con discapacidad intelectual; en Edy y Rudy se burla de dos amigos pobres, además en un momento propone una “situación cómica” a través de imaginar esclavizar a un grupo de personas con Síndrome de Down; en Demetrius o la caducidad vuelve a burlarse de un pobre, de sus sueños y formas de hablar. La idea que inserta en la subjetividad de quienes se acerquen a estas obras y otras más de este autor es que la violencia de género es divertida así como el clasismo, que las personas de escasos recursos son tontos y por lo tanto merecen ser objeto de burla -la desigualdad social vista como un chiste y la pobreza como una caricatura grotesca -, para LEGOM también merecen ser objeto de burla las personas con alguna discapacidad.
La influencia de este autor puede verse claramente en otros dramaturgos jóvenes que también reproducen estas ideas discriminativas, los cuales están ganando premios nacionales y empiezan a ser reconocidos en el ámbito del teatro de arte. No digo que esté bien o mal reírse de tal o cual cosa, solo señalo las implicaciones políticas que tiene, además de nombrar las cosas como son, no es humor negro es violencia simbólica. Nadie pone en duda el aporte de LEGOM a la dramaturgia mexicana, pero es momento de cuestionarnos, no solo de él, sino de todos los dramaturgos y dramaturgas que nos anteceden, su discurso y pertinencia política más allá de sus contribuciones estéticas. ¿Qué ideología replicaremos o combatiremos?
Cabaret
El cabaret es uno de los géneros cómicos y políticos por excelencia. Heredero de la tradición de carpa mexicana, la cual servía no solo como divertimento sino como espacio de denuncia social. Sigue siendo uno de los fenómenos más contundentes discursiva y estéticamente hablando, además de que sigue convocando grandes cantidades de espectadores (dentro de la propia lógica del mismo teatro artístico, nunca comparable con los medios masivos, pero sí dentro de su propio universo). El problema del cabaret en relación con el humor no es precisamente el mismo que se ha tratado durante gran parte del texto, los y las artistas de cabaret se caracterizan fundamentalmente por una conciencia política sobre la estética, cuidando los estereotipos discriminativos y el discurso en todos los elementos significativos de la puesta en escena. El problema del humor en el cabaret tiene que analizarse desde una de las perspectivas que propone Freud , que es la de descargar la tensión acumulada (Freud, 1856-1939). El cabaret denuncia las injusticias y al hacerlo provoca risa, una risa liberadora que hace que los espectadores nos vayamos a nuestras casas sonrientes al finalizar la función. El problema del humor en el cabaret es que acaba con la indignación, trivializa de algún modo las problemáticas del país e inserta en la subjetividad de los asistentes que lo que pasa, las múltiples vejaciones y atropellos que se cometen a los derechos humanos día a día, son para reír. Transforma la realidad trágica del país en un chiste.
Espero que este texto sirva como un aporte al pensamiento crítico sobre el ejercicio de la creación artística teatral a través del humor. Solo es una apertura a la complejidad de la cuestión. Únicamente preguntándonos y buscando respuestas quizá sea posible acceder al ideal de tantos creadores: mejorar el mundo a través del arte, de la risa.
Bibliografía
D. López, Sergio (2008). “Humor y poder. Una afinidad comunicativa en el contexto social”, en AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana. Volumen 3, Número 1. EneroAbril 2008. Pp. 64-94. Madrid: Antropólogos americanos en Red
Freud, Sigmund (1856-1939). «El chiste y su relación con lo inconciente», en Obras completas. Buenos Aires : Amorrortu