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Ricardo Ruiz Lezama

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Ricardo Ruiz Lezama

Dramaturgo, director de teatro y actor.

Críticas

Vivan las feas. Un divertido e inquietante manifiesto performático

por Ricardo Ruiz Lezama 3 noviembre, 2016

El teatro político en Latinoamérica ha pasado por diversos momentos a lo largo de los años. Yo alcanzo a distinguir tres etapas: una primera en donde era abiertamente político en su discurso semejando panfletos; otra en la cual la represión lo orilló a valerse de la metáfora para decir lo que no se podía; y una tercera, que es la que estamos viviendo ahora, en la que -instaurada la democracia y con el derecho a la libertad de expresión- el teatro político se está reconfigurando, cuestionándose qué tanto decir y de qué manera.

El hecho de poder expresar todo no es menor porque entonces surgen cuestionamientos fundamentales sobre el fondo y la forma. En relación con esta posibilidad de hablar tan abiertamente, sin duda el internet y las redes sociales son un gran ejemplo, lo lamentable es que expresarse en la red en muchos casos se ha vuelto más un paliativo de la indignación social que realmente una herramienta de cambio. Mirando este fenómeno me preguntaba: ¿Qué lugar ocuparía el teatro en relación con la libertad de expresión?  ¿Al poder hablar sin ambages, el teatro –como muchas veces en el caso de las redes sociales- no resultaría un lugar inofensivo o de mero espectáculo o regodeo intelectual?

Seguramente con base en lo que cada quien -de los que ahora están leyendo esto- sepa sobre  teatro, se podría llegar a algunas respuestas, y si no al menos se generarían extensos debates donde cada uno de los participantes aportarían grandes ideas para la resolución de estas cuestiones, pero nada de eso le sería de verdadera utilidad al teatro si no lo contrastamos con el fenómeno vivo de la escena; lo resultante de una discusión intelectual sin la praxis de un montaje sería simplemente letra muerta. Por ello siempre es más valioso para el teatro que aparezcan acontecimientos artísticos que desde la experiencia den luz sobre cuestiones de esta índole. En este texto hablaré de una obra que me hizo pensar en estos asuntos: Vivan las feas, escrita y dirigida por Mariela Asensio.

¿Por qué esta obra me hizo pensar sobre todo esto? En principio porque es una puesta en escena claramente feminista que reflexiona sin ambigüedad sobre cuestiones puntuales en torno a los roles de la mujer de distintas generaciones dentro de esta sociedad fundamentalmente machista. Ya sé lo que muchos de los que leyeron esto muy probablemente pensaron. “¡Qué aburrido!” ¿Por qué lo creo? Porque si yo lo hubiera leído hubiera pensado lo mismo, esto se lo adjudico a que estamos acostumbrados a que las obras con un discurso tan manifiesto son en su mayoría indisfrutables.  Lo magistral del trabajo de Asensio consiste en que supo aprovechar las posibilidades que esta época brinda en cuanto al decir francamente, generando una experiencia estéticamente contundente y para nada tranquilizadora, es decir políticamente poderosa.

Con esta obra performática que no obedece a los cánones tradicionales del teatro, y que da la sensación de ser  autorreferencial, Asensio,  crea un divertido e inquietante manifiesto feminista que no se inserta en el plano del discurso, sino que se encarna vitalmente en los cuerpos de las intérpretes, constituyéndose como un acontecimiento extraordinario e imperdible de la cartelera actual.

Paola Luttini, Melina Milone, Florencia Rozas, Josefina Pittelli y Andrea Streniz son las actrices que dan vida a esta especie de manifiesto performático, permitiendo que las palabras las atraviesen horadando en zonas tan hondas de su sensibilidad que los espectadores no podemos quedar indiferentes. Estamos frente a una comedia actuada desde la verdad y el dolor, lo cual es para mí uno de los aspectos más extraordinarios del montaje ya que nada de lo que ocurre en Vivan las feas es superficial pero esto no es sinónimo de solemnidad sino de acontecimiento.

La obra se nos muestra como una herida expuesta en donde todo es claro, estamos frente a una poética descarnada y estremecedora que permite que el discurso se trascienda a sí mismo y el yo de las actrices y la dramaturga y directora -que es casi una confesión íntima de sus miedos y dolores- se termina volviendo un claro espejo de toda la humanidad, porque todas las personas nos vemos obligadas a seguir roles e ideales de género que nos alejan de nosotros mismos y nos inducen a buscar un yo que no obedece a nuestra esencia y que posiblemente ni si quiera existe.

Vivan las feas es una obra política que ante todo es un suceso teatral. La respuesta a toda pregunta sobre el teatro –y en este caso puntual, a las que me hice al principio de este escrito-, siempre es la misma: la experiencia estética y ritual. Cuando el teatro acontece no nos queda duda de su trascendencia en todos los aspectos de la vida. En estos tiempos en donde las cosas pueden decirse sin rodeos, experiencias como Vivan las feas nos recuerdan a flor de piel el poder revolucionario y transformador del teatro.

ricardo

 

Reseñas

Orégano, una obra para salir con una gran sonrisa

por Ricardo Ruiz Lezama 17 septiembre, 2016

De acuerdo a lo que plantea Brecht en sus reflexiones podemos inferir que su ideal de teatro sería uno comprometido con la realidad social,  que  invite a pensar de forma crítica nuestro entorno pero fundamentalmente divertido. Este dramaturgo alemán dedicó toda su vida a buscar ese teatro. No sé si lo encontró pero sin duda cambió la historia del teatro para siempre.

Desde la aparición de Brecht muchos creadores se han inspirado en sus ideas y el teatro político se reformuló y expandió. Ejemplos destacables en Latinoamérica los tenemos con Enrique Buenaventura, Augusto Boal, entre otros, quienes desarrollaron una obra crítica y emocionante.  También existen los casos no tan logrados que limitaron las posibilidades del teatro a un discurso, dando por resultado experiencias aburridas. Este último teatro es llamado por algunos “panfletario”, al parecer más un manifiesto que una obra de teatro. El teatro tiene sus propias necesidades y si se dejan de lado, puede ser interesante pero no necesariamente un suceso artístico.

Por eso siempre que aparecen obras que contienen una invitación a realizar una reflexión crítica sobre la sociedad sin dejar de lado la teatralidad y que se constituyen como acontecimientos poéticos contundentes, es digno de admiración. Una obra que contiene estas características es Orégano, creación del Colectivo Catapulta, escrita por Sergio Lobo y dirigida por Francisco Granados y Alan España, con las actuaciones de Fernando Villel, Francisco Granados, Mafer Vergara y Yair Gamboa.

Orégano, cuyo subtítulo es “la familia fracaso”, pone en perspectiva los mecanismos  de una de las estructuras políticas más fundamentales de los seres humanos: la familia. Invitándonos a la reflexión de distintas problemáticas que nos aquejan como humanidad, de una manera inteligente pero principalmente divertida.

En esta familia hay muchos deseos que no se han cumplido, frustraciones latentes, sueños que no levantan el vuelo, aspiraciones cargadas de imposibilidad, rencores no dichos y dolores no asumidos. Es una familia que se encuentra en un punto crítico emocionalmente, en donde el espacio que habitan –a manera de metáfora- da cuenta de esta desolación que se ha naturalizado y con la que los personajes viven o mejor dicho sobreviven. Es inevitable asociar esta dramaturgia con aquellas obras de la posguerra, categorizadas bajo la etiqueta de Teatro del absurdo por Martin Esslin, que dan cuenta de un mundo devastado. En el texto que propone Sergio Lobo la devastación está dada no por la guerra sino por la violencia de estos familiares que solo atinan a hacerse daño, por una especie de guerra íntima en donde difícilmente ninguno saldrá victorioso.

Con todo esto parecería que Orégano se trata de una obra trágica y podría ser porque como dice Marco Antonio de la Parra, “una comedia es una tragedia en piel de cordero”. Con lo cual es bueno subrayar que en Orégano no hay tiempo para lamentaciones por parte del espectador, todo lo que queda es soltar una sonora carcajada ante las situaciones que nos muestra la obra. En este sentido la risa funcionaría, para pensarlo con Brecht, como una especie de extrañamiento que no da lugar a la autocompasión sino que permite la posibilidad de pensar críticamente.

Sin duda esta compañía ha logrado consolidar un montaje de una gran calidad, mostrando que existen opciones en el teatro independiente que no le piden nada a obras del circuito institucional e incluso  del comercial. Todo en esta puesta en escena está sumamente cuidado, el diseño escenográfico por parte de Aldo Alemán y Alan España que da cuenta de las turbulencias internas que viven los personajes; las actuaciones extraordinarias de todo el elenco que encarnan la situación y nos transportan a esa otra realidad que plantea la dramaturgia; el texto que retrata muy bien las dinámicas nocivas de esta familia; la dirección que conjuga armoniosamente todos los elementos, logrando poner en perspectiva un reflejo de nosotros mismos y dejándonos al final la posibilidad de sentirnos aludidos y hacer algo por mejorar nuestro entorno o continuar como estamos y terminar siendo como aquella familia fracaso.

Orégano es sin duda una propuesta imperdible de la cartelera actual. Una obra para pasar un gran momento, salir con una gran sonrisa y si se quiere, solo si se quiere, reflexionar y tratar de mejorar un poco el mundo, como Brecht hubiera soñado.

ricardo

 

 

 

Reflexiones

Ni un teatro menos, no a la desaparición del Foro Shakespeare

por Ricardo Ruiz Lezama 17 septiembre, 2016

Ningún teatro debería cerrar. En un país lleno de cinismo siempre será indispensable un lugar que sensibilice; en un país lleno de manipulación mediática siempre será necesario un lugar donde se hable de lo que no se habla, que se mire desde donde no se mira. Un teatro es tantas cosas y sirve para tanto pero no puede ponerse en términos capitalistas; la contribución de un teatro está dirigido al espíritu de la sociedad. Mucha gente no ha ido al teatro porque hacen falta teatros. Mucha gente que no ha vuelto al teatro es porque tal vez vio algo que consideró desagradable, pero en el teatro caben todos los teatros -es democrático- la idea de lo «bueno» y «malo» es diferente a como nos tienen acostumbrados los medios masivos, el teatro no sólo busca ser un entretenimiento efectivo; hay política desde el discurso o desde lo estético, hay ética, hay poesía, hay tanto que no cabe en un etcétera y además en muchos casos busca experiencias desalientes, por eso a veces puede ser incómodo. El teatro no es la tele, el cine ni el internet. Parece una obviedad pero esto es fundamental para entender aquello que propone.

Todos los que amamos ir al teatro es porque alguna vez tuvimos una experiencia extraordinaria en uno de ellos. Aquel que haya pasado un mal momento en el teatro le recomiendo que intente otra vez, seguro un día vivirá lo que no podría encontrar en ningún otro lugar y desde ese momento el teatro se volverá una necesidad en él. Y es difícil dar razones lógicas porque el teatro nos conecta con lo originario, con el cuerpo, con lo instintivo, con lo ritual. En ese sentido se parece al amor -símil que puede sonar gastado pero que es sumamente preciso- parecería que no provee ningún beneficio en términos de productividad o utilidad y sin embargo sería absurdo buscar que no hubiera más amor en el mundo porque no representa ganancias dentro de una mirada capitalista.

El teatro es revolucionario y más en este momento. No hago discriminación en el tipo de teatro, todo -al final- sigue reencontrándonos con los otros; fundamental en esta era cada vez más solitaria, cada vez más incomunicada. Ningún teatro debería cerrar y nadie debería alegrarse por ello ni ser indiferente. Los problemas por los que pasa el Foro Shakespeare, la vulnerabilidad en la que se encuentra, es en la que están todos los teatros independientes en México. Cualquier teatro independiente podría desaparecer de un momento a otro porque no hay ninguna legislación que los proteja. Si la comunidad teatral -espectadores, productores, creadores- no empezamos desde hoy a ver por nuestros teatros, van a desaparecer. La lucha de uno es la lucha de todos. Este caso particular debería servir para lo general. Los foros tienen que unirse con creadores, espectadores y aquellos que se quieran sumar. Se necesita pensar en corto plazo y a largo plazo, se necesitan leyes que protejan y regulen los espacios independientes, garantizando su supervivencia y permitiendo la posibilidad de que cada día hayan más. ¿Se puede lograr? Claro, el mismo teatro es un ejemplo de cómo la realidad puede ser modificada, de cómo un grupo de gente, mediante la unión, hacen posible lo imposible.

Ya me lo había preguntado antes y me lo vuelvo a preguntar ahora, porque hay preguntas en las que siempre hay que insistir. ¿Cuándo se va a unir toda la comunidad teatral para realizar acciones en conjunto y mejorar las condiciones de nuestros teatros independientes? En Aplaudir de Pie estamos más que dispuestos.

ricardo

Reflexiones

Enseñar desde el amor. Ideas para otra pedagogía actoral posible en México

por Ricardo Ruiz Lezama 10 agosto, 2016

I

Hace unos días se desató un escándalo en la comunidad teatral de México. Para no seguir con la dinámica de dimes y diretes solo expondré, para los que no lo sepan, que un estudiante de una escuela de actuación denunció irregularidades y abusos por parte de docentes en la institución a la que pertenecía y eso ha desatado, hasta el momento, largos estados en Facebook y discusiones cibernéticas muy interesantes e intensas que mientras tanto, y como casi siempre pasa con las redes sociales, solo han quedado en el morbo y el sensacionalismo.

No me enfrascaré en desentrañar “la verdad” de los hechos, solo utilizaré este suceso como disparador de la presente reflexión. Lo que sí señalaré es que estoy en desacuerdo con todos los que siguen con la siniestra dinámica normalizada de nuestro país en que antes que todo se culpa al denunciante. Si alguien marcha por cualquier razón, se le juzga de “huevón” que debería ponerse a trabajar, si una mujer sufre acoso sexual, se le pregunta cómo vestía. Estamos en un país en el que al parecer uno es responsable de los atropellos que se cometen en contra de su persona, por eso manifiesto que estoy en total desacuerdo con los dichos de quienes cuestionaron lo que se denunció sin ni siquiera conceder el benefició de la duda. Comentarios como: “yo conozco de quién se habla”, “por qué no lo dijo antes” e incluso la satirización de los hechos solo dan cuenta del desprecio que se tiene hacia los que alzan la voz porque con esas actitudes únicamente busca anularse algo que debería considerarse primero. Tal vez las dinámicas en las escuelas de teatro pueden y deban mejorarse.

II

Dejaré de lado el escándalo, todo lo que diré a continuación prefiero que se tome como ficción, ya que la verdad, sea cual fuere, está muy devaluada en estos tiempos, por eso elijo que se piense lo que escribo como un relato fantástico, así me ahorro que se me cuestione, que se me pidan nombres, fechas, etc. Igual con el paso del tiempo uno es una ficción de uno mismo y el recuerdo no es más que otra ficción, la de la memoria, por lo que cualquier tentativa por dar cuenta del pasado es poesía (en el mejor de los casos). No quiero hacer una cacería de brujas, quiero que pensemos en nuevas formas de construir desde el amor. ¿Y es qué no se construye desde ahí? Hablaré de mi experiencia.

Estudié en una escuela de teatro. Desde un principio se me advirtió que el teatro no era para gordos (como soy) a menos que fuera Carlos Cobos, así se me decía, muchos docentes usaron el mismo ejemplo. Nunca con la intención de ofender a Cobos, que todos quisieron mucho, sino poniéndolo como ejemplo porque era magnífico pese a estar algo pasado de peso (Como si eso fuera un problema para ser actor, pero bueno). El asunto es que ese extraordinario actor, que para siempre estará en la memoria de quienes tuvimos el placer de verlo en escena, era único entre los únicos, por eso nunca morirá. Así que yo qué podía hacer siendo simplemente un yo, así sin más. Al haber sido niño “bulleado”, aunque antes no se utilizaba ese concepto del bullying, que me dijeran que era gordo nunca hizo mella en mí. Incluso recuerdo una anécdota de un profesor que me dijo que estaba contento de que la escuela de teatro ampliara sus parámetros y ahora aceptaran a “gente como yo”, lo dijo muy sorprendido, como si fuera un extraterrestre.

Una experiencia que sí me dolió fue enterarme que un docente se haya expresado de mí como: “ese alumno que tiene cuerpo de señora”. Sí, mis pectorales eran grandes,  más parecidos a glándulas mamarías, sin duda. ¿Pero iban ahí a ayudarme a ser actor o simplemente harían esa clase de comentarios hacia mi persona? ¿O acaso la burla es parte de la formación actoral? No me dolió el comentario,  en mi adolescencia me dijeron cosas peores de las que aprendí a reírme, lo que me dolió fue darme cuenta que uno le otorgaba su vulnerabilidad física y emocional a alguien que se mofaría de tal forma.

Ya a punto de egresar y convencido de que no sería actor porque tenía “más cara de director o dramaturgo”, eufemismo para no decirme panzón directamente, nos dieron una clase docentes de otra institución, los cuales salieron hablando mal de nosotros: “como era posible que tuviéramos esos cuerpos si éramos alumnos de último año”. Una vez más se traicionaba la confianza. Es como si los psicoanalistas se reunieran a tomar unos tragos y burlarse de sus pacientes. Un estudiante de actuación no es un paciente y el teatro no necesariamente tiene una función terapéutica, pero entre los creadores teatrales se genera mucha intimidad y lo que se traicionó y me parece reprobable es esa confianza.

 Salí de la escuela bien –afortunadamente-, pero hay quienes al dejarla tuvieron que ir a terapia, quienes lloraron delante del grupo porque se había nulificado su amor propio, quienes dejaron el teatro por considerarlo un  lugar hostil. Y siempre me pregunté si existiría otra forma, pues parecía que ese era el único camino. La letra con sangre entra. Pero hoy lo cuestiono y observo que no era normal. Se dice que así es, que esa es la forma de enseñar a actuar pero en realidad lo que se ha consolidado es una especie de maltrato sistemático como método para formar actores. No por parte de todos los docentes, es cierto pero casi todos los estudiantes que conozco padecieron algún trato que ahora con distancia pueden nombrar como lo que era: abuso.

Por último compartiré algo que viví cuando entré a la escuela. Al iniciar curso los compañeros de grados superiores nos hicieron un “ritual de iniciación”; este consistía en vejaciones y maltrato por parte de ellos.  Debido a esta práctica una vez la escuela salió en el periódico a causa de una denuncia hecha ante derechos humanos. Muchos de los comentarios posteriores de la comunidad escolar fueron que la persona que hizo la denuncia “no aguantaba nada”. Y era verdad. En la escuela muchos vivieron cosas peores por parte de los docentes.

Para ejemplificar mejor mi punto recomiendo ver Whiplash. La película trata, entre muchas cosas, de un profesor de música que ejercía violencia sobre sus estudiantes. Para algunos puede sonar como una exageración pero muchos conocidos míos, estudiantes de distintas escuelas de teatro, consideran que lo que vivieron durante su educación académica fue similar a lo que muestra la película.

Me gustaría pensar que muchos de los maltratos ejercidos en el método de enseñanza por parte de varios docentes es meramente desconocimiento del daño que se infringe pero un profesor de una prestigiosa escuela de teatro que conocí me platicó que una vez había tenido problemas con un grupo,  para lo cual fue con el director para que lo orientara sobre qué hacer para controlarlos y la respuesta del director fue simple y llanamente: trátalos mal.

Todos los que estudiamos en una escuela de teatro sabemos que es duro, pero duro se ha vuelto sinónimo de maltrato sicológico y vejaciones. Dejemos de asumir que las cosas son “como son”.  En un mundo de odio, construir desde el amor no solo sería un acto de resistencia sino un acto revolucionario.

ricardo

Reflexiones

A propósito del Premio de Dramaturgia Joven: ¿Dónde está la ética? O la normalización de la corrupción

por Ricardo Ruiz Lezama 16 julio, 2016

Recuerdo un relato sobre el posible nacimiento del derecho contado por un abogado. Decía algo así: Alguien dijo no matarás. Todo iba bien hasta que un día alguien mató y no pasó nada. Entonces se tuvo que actuar en consecuencia, se descubrió que el hecho de saber que algo estaba mal no era suficiente para que la gente no lo hiciera. Cuando se estipularon consecuencias de los actos indebidos, ahí nació el derecho; cuando se dijo no matarás o de lo contrario algo te pasará en consecuencia. Como todo ejemplo hay elementos que no se consideran, que se obvian o se dejan a libre lectura. Pero aún así esta suposición, con lo reduccionista que pueda llegar a ser,  muestra algo esencial. La legalidad tiene que ver con la creación de límites a través de consecuencias. Cualquier delito tiene su consecuencia.

¿Pero qué pasa cuando se desdibujan los límites? Cuando se prefiere pagar mordida en lugar de que se lleven el auto al corralón; cuando se pone un diablito para no pagar la luz; cuando se hace algo incorrecto solo porque todos lo hacen; en fin, cuando se burlan las consecuencias. Si nadie te descubre, ¿incurres en falta? Si tú lo haces, pero todos los demás también lo hacen, ¿incurres en falta? Hay quienes piensan que no e incluso tienen argumentos para defender su postura, normalizan la ilegalidad y la corrupción.

Ejemplos de la normalización de la ilegalidad y la corrupción en el arte y específicamente en el teatro mexicano, hay miles. El amigo de tal artista benefició a tal amigo suyo con un estímulo del Estado (léase beca); tal actor tuvo prioridad en un casting por razones de índole personal (amistad, parentesco, favor quedado a deber, etc.); tal director tuvo todos los espacios durante un año. Los ejemplos son inabarcables. Todos sabemos a quiénes me refiero. Ellos mismos lo saben, pero el silencio también se ha normalizado.

Ahora ha pasado algo en relación con el premio de dramaturgia joven Gerardo Mancebo del Castillo. Para el que no sepa, doy una breve explicación. El ganador incumplió con una de las reglas estipuladas. La cual implica, como en la mayoría de convocatorias, que no se puede meter a concursar una obra que esté participando en otra convocatoria. Si nadie se enteraba, ¿no pasaba nada? Tal vez, pero lo que pasó fue que varios dramaturgos denunciaron las irregularidades y terminó quedando desierto el premio. ¿Hicieron mal? Yo creo que la gente está empezando a hartarse de lo que hemos normalizado, hay quienes quieren que haya cambios. Y buscan que sucedan.

El asunto es a donde se enfocan dichos cambios. Leo con asombro que muchos dramaturgos mexicanos coinciden en que es una práctica regular enviar la misma obra a distintos concursos simultáneamente, lo cual está prohibido, si no en todas, en la mayoría de las convocatorias. Porque todos lo hagan, ¿está bien? No, pero no se discute la falta en que se incurrió, se quiere culpar a la institución por “no ser realista con los puntos en la convocatoria”. Estamos llegando al no matarás porque si no te pasará algo PERO… Se quiere llegar a la regularización de las excepciones.

Las generaciones de los creadores consagrados ya no tienen remedio. Sabemos que su corrupción y descaro no conoce límites, que algunos de ellos hacen teatro criticando la corrupción que ellos mismos propician desde sus lugares de poder, que no se dicen nombres por temor a las represalias o por el temor a no pertenecer a la mafia en la que la cultura está sumida, en donde el silencio y la complicidad son requisitos indispensables para ingresar al club. Pero, y los que venimos, ¿qué? ¿Seguiremos normalizando la corrupción? ¿Cambiaremos las reglas a nuestra conveniencia?

Hay muchas más cosas que están implicadas en este hecho y que se están pasando de largo. Si el premio quedó desierto es por la normalización de la corrupción. Las reglas estaban puestas y quisieron evadirlas, tanto creadores como jurado. Hay una cuestión más profunda y que no se está poniendo sobre la mesa, ¿cuál es la ética de los creadores del teatro mexicano?

Firma-Ricardo

Reseñas

Direccionario: Mariano Pensotti. Ficcionalizando lo real y viceversa

por Ricardo Ruiz Lezama 9 junio, 2016

El Direccionario es una serie de conferencias performáticas llevadas a cabo en Fundación Proa,  en las cuales los directores invitados hablan sobre su obra. El sentido de estos encuentros es que los directores compartan su proceso creativo de una manera particular. Este año están invitados a dar conferencias directores jóvenes que están dando mucho bueno de qué hablar. La primera conferencia de este año la realizó Maruja Bustamante y la segunda, que es de la que hablaré aquí, Mariano Pensotti.

La conferencia dio inicio con una proyección escrita en una pantalla en tiempo real. Es decir que lo que veíamos proyectado estaba siendo escrito en ese momento. Se invitó a gente del público a participar y en un instante se construyó una pequeña ficción sacada de los elementos reales que estaban en juego: el presente de ese día, los participantes con sus particularidades. Se hacía una descripción ficcional de los espectadores involucrados como si de personajes se trataran. ¿Quiénes eran? ¿Por qué estaban ahí? ¿Qué pensaban? ¿Qué querían? Todo esto se puso en juego de tal manera que, aunque aún no lo sabíamos, estábamos siendo parte de la forma en que trabaja Pensotti, ficcionalizando lo real y viceversa.

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Fotografía Francisco Saldarriaga

El hilo conductor de la conferencia fue la narración de  un suceso que vivió Pensotti junto con su compañía. La invitación a participar de un festival en Rusia en dónde trabajarían con esa dinámica de escribir en tiempo real proyectándolo en alguna superficie de algún lugar público. Todo iba muy bien, tenían el diseño del cartel, los boletos del vuelo, contactos, estaba todo listo pero al llegar a Rusia descubrieron que el festival no existía, había sido inventado por alguna organización delictiva para lavar dinero. Pensotti y su compañía estaban atrapados en Rusia y vivieron muchas peripecias para poder volver a casa después de aquella estafa. Una cantante de punk venida a menos que les dio asilo, dormir en hoteles de una estrella y estar cerca de atentados terroristas fueron algunas de las experiencias que tuvieron.

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Fotografía Francisco Saldarriaga

Como si se tratara de una puesta en escena, se dosificó la información de este complicado suceso, se jugó con el suspenso y la intriga para generar expectativa en los asistentes, mientras tanto se nos iba hablando de diversas obras de Pensotti, de tal forma se distendía la tensión que generaba la narración de lo que vivieron, que iba empeorando. Sin duda fue una disfrutable conferencia con estructura dramática.

En la conferencia se dramatizaron algunas escenas de trabajos de Pensotti. Para este fin los actores Javier Lorenzo y Santiago Gobernori actuaron frente a los asistentes. Diego Vainer musicalizó en vivo y en vivo también Mariana Tirantte realizó unos bocetos posibles de la actual obra que está trabajando el equipo.

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Fotografía Francisco Saldarriaga

Se habló de la próxima obra de Pensotti, la cual tiene que ver con la revolución rusa. ¿Por qué este tema? Porque en los conflictos que vivieron para poder regresar a Buenos Aires terminaron comprometiéndose a hacer una obra con esa temática, fue la estrategia que idearon para conseguir los vuelos de regreso. Pensotti compartió en este momento de la narración cuáles son las rutas que usan él y su equipo para crear: hacen sin saber a dónde van a llegar, la obra debe de tener que ver con ellos íntimamente, introducen lo real dentro de la ficción y la ficción dentro de la realidad, al crear no piensan en si es posible o no simplemente se dejan llevar a donde sea.

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Fotografía Francisco Saldarriaga

Al final me pregunté si todo esto que contó Pensotti era real o simplemente se trataba de otro de sus juegos ficcionales. Como sea lo creí y a final de cuentas eso esperamos de un acontecimiento escénico, que nos haga creer lo inimaginable. Sin duda la conferencia fue toda una experiencia que conjugó el presente, pasado y futuro de Pensotti y su compañía y donde además los asistentes nos vimos envueltos en una ficción verdadera o una verdad increíble. Quizá nunca lo sabremos.

Entrar de forma artística a la intimidad creativa de los directores más prometedores y originales de la escena actual, es sin duda algo que hace del Direccionario una experiencia imperdible. Como buen performance, estas conferencias solo suceden una vez. Les recomendamos vayan. Es entrada libre así que no hay pretextos.

Para más información visiten: http://proa.org/esp/news.php

ricardo

Reseñas

A dos orillas. Irreverentes políticas estéticas

por Ricardo Ruiz Lezama 2 mayo, 2016

De un tiempo para acá hay una idea que poco a poco se está volviendo parte del inconsciente colectivo: todo el teatro es político. Esta afirmación puede considerarse como cierta en tanto que el teatro es un fenómeno social y público. Esta característica esencial del teatro lleva a reformular una cuestión, si todo el teatro es político, el teatro político, es decir, aquel que pone su énfasis en cuestionar problemáticas sociopolíticas, ¿Qué sería? ¿Acaso un teatro doblemente político? Y de ser así, ¿cómo sería eso?

Quizá hablar de un teatro político sería reiterativo. Tal vez esa sea una de las razones de que el teatro que llaman panfletario, aquel que explicita posturas ideológicas, fracase, por llover sobre mojado. Pero entonces, ¿Cómo abordar la política en el arte político por excelencia? Y además, como se preguntaba Brecht, ¿Cómo hacer pensar en el teatro sin aburrir y como entretener sin dejar de lado el pensamiento?

Ante estas cuestiones dos creadores responden y generan más preguntas con dos montajes que se presentaron el pasado domingo 24 de abril de 2016 en el ciclo A dos orillas en el teatro El extranjero. El ciclo tenía como objetivo poner a dialogar dos dramaturgias y teatralidades con la política como principal punto en común. Las obras que se presentaron fueron Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe, de Santiago Sanguinetti y Lima Japón Bonsai de Mariano Tenconi Blanco.

Ambas obras desde lo formal coincidían con tratar la política desde otro ángulo, como mencionaron los directores en el diálogo abierto con el público. Ese otro ángulo es el estético, en palabras de Tenconi, “la estética es la política”. Esto significa que estaríamos frente a una política de la estética, lo cual replantearía los sentidos de lo político, similar a lo que hizo Ranciere en su momento en su libro Políticas estéticas.

En este sentido Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe, plantea formalmente, según nos dijo su autor, la contraposición entre discurso y forma, entre Hegel y un humor muy básico. ¿El resultado de esta búsqueda? Una obra divertida como profunda, que te entretiene pero te hace pensar. Sin duda el cumplimiento del ideal del modelo brechtiano.

La situación de la obra es bastante simple. En Haití, un grupo de cuatro uruguayos están como representantes de la ONU para ayudar pues hay una revolución. ¿A quién ayudar? Si la revolución surge del levantamiento armado a causa de las injusticias, ¿De qué lado deberían estar los soldados? Sin duda nos hace replantearnos a quién apoyar en un conflicto armado. Esto y muchas más cosas nos hace cuestionarnos la obra, como ¿Qué significa hoy en día la revolución? ¿Cuánto realmente se ayuda cuando se realiza la ayuda humanitaria? ¿Cómo justifican para sí mismos los actos injustificables quienes los cometen? ¿Quiénes van a la guerra? ¿Quiénes hacen las guerras y por qué? ¿Por qué habría que hacer una revolución? ¿Todos somos hermanos?

Fotografía: Francisco Saldarriaga

Con lo anterior podría parecer que La teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe es una obra espesa pero no, realmente es sumamente entretenida. Mediante el humor podemos seguir algunos momentos de gran complejidad sin el mayor problema, incluso se nos explica la dialéctica del amo y esclavo de Hegel y la entendemos mientras reímos. Hegel for dummies.

Fotografía: Francisco Saldarriaga

Pero esta puesta en escena no solo entretiene por el humor que posee sino que además contiene muchos grandes aciertos que la hacen no solo entretenida sino un acontecimiento potente. Uno de ellos es la ambientación sonora que sorprende porque genera una impresión de peligro constante, nos hace sentir en la guerra, nos mantiene alertas; esto de la mano con las magníficas actuaciones por parte de Guillermo Vilarrubí, Sebastián Calderón, Gabriel Calderón, Santiago Sanguinetti y Rogelio Gracia,  nos hacen creer que todo lo que sucede ante nuestros ojos es verdad, pese a lo disparatado de muchas de las situaciones; nos hacen vivir contundentemente la ficción. Algo que también destaca es el diseño de iluminación que con pocos elementos construye una noche de bombardeo en Haití, nos hace viajar, de pronto ya no estamos más en el teatro; la resolución poética de este momento me recordó a la película La infancia de Ivan de Tarkovsky en donde se construye toda una guerra solo con unas bengalas. Admirable en ambos casos la síntesis, la poesía.

Fotografía: Francisco Saldarriaga

Esta es una obra que de esas que se expanden en la mente del espectador después de la función. Una obra que no acaba en el aplauso del público, al contrario, será tema principal de sobremesa.

Por otro lado  el hecho político de Lima Japón Bonsai consiste en la yuxtaposición de distintos lenguajes como el animé, la chicha (cumbia peruana) y el teatro kabuki para tratar un tema como el movimiento revolucionario Túpac Amaru. Estos elementos son los que hacen de esta obra poseedora de una estética política poco convencional.

Fotografía: Francisco Saldarriaga

Tenconi menciona que lo que él buscaba en su obra era no resaltar lo político porque lo político está dado en la estética. Esto se logra porque lo político pasa a segundo plano, quedando de relieve la historia, el amor entre una mujer y su secuestrador en medio de un contexto de guerra.

Fotografía: Francisco Saldarriaga

Yanina Gruden y Luciano Ricio protagonizan esta obra en la que mediante la parodia del animé y del teatro kabuki, además de la caricaturización de la nacionalidad de los personajes consiguen desarrollar una poética actoral muy particular, en donde el patetismo y lo cómico se entrecruzan y confunden.

Fotografía: Francisco Saldarriaga

Es notable que estas dos obras no solo coinciden en su forma atípica de abordar lo político sino que ambas son propuestas irreverentes que nos recuerdan que hasta lo más serio debe tener su parte lúdica; no se puede hablar de cosas vitales sin humor.

Al terminar ambas funciones hubo una charla con los directores en donde además de hablarnos de sus creaciones, reflexionaron sobre las políticas culturales. Tenconi dejó claro los problemas a los que se enfrenta el teatro independiente en Buenos Aires, de los cuales el más alarmante es la falta de apoyos suficientes. Tenconi también mencionó que la actividad teatral independiente es insustentable, que realmente el teatro independiente se sostiene por el amor de los creadores y los espectadores. Porque como dijo Sanguinetti, hacer teatro independiente es un sacrificio que hacen todos los artistas teatrales porque están convencidos de que el teatro es indispensable. Desafortunadamente en este tipo de teatro no hay ganancias, la mayoría de la inversión no se recupera.

Sanguinetti agregó que era una lástima que el teatro en Buenos Aires esté pasando por una crisis en cuanto a su sustentabilidad, pues habiendo viajado por muchos países y visto bastante teatro,  considera que el teatro de Buenos Aires es el mejor del mundo.

Este tipo de encuentros como A dos orillas, incluyendo la plática final, sin duda son necesarios y esperamos que se sigan repitiendo porque reflexionar sobre las situaciones del mundo resulta  imperioso en estos tiempos en que es necesario modificar la realidad.

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Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución del Caribe
Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución del Caribe
Lima Japón Bonsai
Lima Japón Bonsai

 

 

ricardo

 

Reflexiones

Ricardo Ruiz Lezama. Nuestro director y dramaturgo celebra así nuestro primer aniversario.

por Ricardo Ruiz Lezama 18 abril, 2016

Todo el teatro es una celebración de la vida. Independientemente del tema, estilo, género, de si es en un lugar abierto o cerrado, no importa su forma, en esencia cuando hay teatro hay fiesta. Lo que queda de la fiesta es otra celebración, una que se le hace a la memoria. Aplaudir de Pie es esa fiesta íntima después de la gran fiesta, es ese momento fundamental en el que se nombra lo que se vivió porque de lo contrario se perdería para siempre. El convivio solo puede perdurarse con otro convivio. Eso es Aplaudir de Pie, un lugar entre el pasado y el presente, una celebración, ese otro convivio, el que le sigue al teatro.

Críticas

Mi hijo solo camina un poco más lento. Una obra invisible

por Ricardo Ruiz Lezama 13 octubre, 2015

 

Si no tienes cuidado te puedes pasar. Pero no te preocupes siempre puedes regresar tus pasos, además  llegar no es difícil, confía en que algo te hará saber que es ahí. Seguramente habrá gente formada cuando llegues –algunos esperando que se liberen localidades pues las funciones están agotadas hasta el 2016-, pero si se da el caso que no veas a nadie, pon atención en la puerta  y verás que no te has equivocado, leerás escrito con tiza, a manera de resistencia, como un gesto político-poético que evoca la sencillez y contundencia de un tag de grafiti: Apacheta Sala/Estudio, Pasco 623. Así es la entrada del teatro independiente donde tiene lugar una obra que ha andado en boca de muchos y que sin duda es uno de los fenómenos del teatro independiente de este año: Mi hijo solo camina un poco más lento, escrita por Ivor Martinić y dirigida por Guillermo Cacace.

He tenido la oportunidad de ver la obra en tres ocasiones y no quería escribir nada sobre ella –aunque sí la he recomendado mucho- porque me gustaba la idea de ser congruente con lo que me ha pasado las veces que la he visto: me he quedado sin palabras. Por ello pensaba que lo mejor era comulgar con el silencio a que la obra me invitaba. Habitar la mudez. No correr a bautizar lo innombrable porque el lenguaje asesina lo que no puede abarcar al intentar apresarlo en palabras corrientes, las únicas que conozco de las pocas que existen en comparación con  todo lo que implica lo inefable que es un acontecimiento.

Otra consideración por la cual no quería escribir sobre esta puesta en escena es que toda obra de teatro, como dice el crítico Jorge Dubatti, muere en el mismo momento en el que nace al no poder ser guardada para la posteridad pues cualquier intento solo traicionaría su esencia aurática y experiencial, por ello la única manera que las personas hemos encontrado para que el fenómeno teatral sobreviva el instante es la mitificación.  El problema que encuentro con los mitos es que dan cuenta de algo perfecto. Y si esta obra es perfecta lo es en sus imperfecciones, en su humanidad.

Parecerá un pleonasmo hablar de humanidad en una obra de teatro, pues el teatro  en su mayoría es hecho por humanos. Pero a veces ciertas formas de abordar la ficción por parte de algunos creadores nos hacen sentir que los actores son seres sobrehumanos capaces de hacer cualquier cosa sin equivocarse. En este sentido Mi hijo solo camina un poco más lento es lo opuesto pues se  trata de una construcción que recuerda menos al virtuosismo casi circense de varias propuestas contemporáneas y más a los mecanismos complejos de la vida y lo que esta implica: errores, imperfecciones, vulnerabilidad. Todo esto lo podemos percibir desde el principio de la obra en el que la actriz que interpreta el personaje de la abuela nos dice que a veces se le olvida el texto pero que sus compañeros la ayudarán en caso de que eso ocurra. Así de desnudos se nos muestran los actores en toda su humanidad. Por todo lo anterior al final me decidí a  hablar de esta puesta en escena, porque si al escribir sobre teatro estamos generando un mito, al menos quiero que este mito dé cuenta de la fragilidad de este montaje.

La obra cuenta la historia de Branco, un joven que ha quedado paralítico por causas que no son explicitadas. Lo cual no importa porque podría decir que la enfermedad sólo es un pretexto poético del dramaturgo para mostrarnos algo más esencial, la complejidad e imposibilidad de construir sentido en las relaciones afectivas partiendo de la diferencia, de que el otro no soy yo. Con esto la obra no habla de la figura de los discapacitados, sino de la figura del otro, ese que solo a veces podremos comprender, y no con palabras o ideas, sino en el silencio de la comunión.

El actor Yoshi Oida menciona en su libro El actor invisible que el trabajo de un actor es desaparecer. Que si señala la luna los espectadores no deben ver el virtuosismo con que la luna es señalada sino que deben ver la luna. Esto es lo que pasa con Mi hijo solo camina un poco más lento en donde todo desaparece, dramaturgo, director, actores e incluso público para fundirnos en una misma experiencia indefinible.

Todos los componentes de la obra se vuelven invisibles, el texto y lo que quiere decir –si es que quiere decir-; los actores y sus capacidades interpretativas que son sobresalientes pero no está puesta la atención en eso en ningún momento, lo que queda en evidencia con su forma de habitar el escenario no es su innegable arte sino las contradicciones de unos seres que no saben cómo vivir a partir de un cambio radical en sus existencias; también podemos ver esa invisibilidad en el director, pues cada cosa que sucede en la obra no está puesta para demostrar nada sino para que el fenómeno acontezca. Todos los que hacen posible Mi hijo solo camina un poco más lento  desaparecen para que los espectadores podamos ver la luna.

¿Qué será aquello que hace de esta obra un fenómeno? No tengo idea y si lo supiera es una respuesta que no daría gratis. Lo que sí puedo observar es que  en esta puesta contemplamos verdad en cada momento de lo que acontece. Tal vez los espectadores necesitábamos con urgencia un espacio donde alejarnos al menos una hora de las mentiras y mirarnos a los ojos francamente.

Actúan en esta obra: Aldo Alessandrini, Antonio Bax, Luis Blanco, Elsa Bloise, Paula Fernandez Mbarak, Pilar Boyle, Clarisa Korovsky, Romina Padoan, Juan Andrés Romanazzi, Gonzalo San Millan, Juan Tupac Soler.

La obra tiene localidades agotadas hasta el 2016

ricardo

 

Críticas

10 FIBA. Las internacionales

por Ricardo Ruiz Lezama 12 octubre, 2015

10 FIBA

La semana  pasada finalizó el Festival Internacional de Buenos Aires en su décima edición. La oferta fue tan amplia que quisiéramos haber podido clonarnos para asistir a todos los espectáculos. Hablaremos de algunas propuestas internacionales que tuvimos la oportunidad de presenciar. Si bien no todas resultaron contundentes, destacaron por el hecho de mostrarnos otras posibilidades de teatralidad, lo cual siempre es inestimable.

GÓLGOTA PICNIC

gólgota-picnic 2

Gólgota Picnic es una obra de Rodrigo García que ha causado mucho revuelo en varias partes del mundo pues trata de una forma descarnada y con una mirada un tanto cínica temas como la religión y la política. Es interesante haberla visto en el festival y comprobar que los contextos pueden hacer de una obra un acontecimiento crítico que ponga en riesgo la integridad física de los intérpretes o un hecho totalmente inofensivo, como fue lo que pasó  en Buenos Aires.

En entrevistas, Rodrigo García, director y dramaturgo del montaje, ha mencionado que el rechazo del público en otros lados había sido tal que muchos espectadores salían de la función, entre otros incidentes que no vienen al caso mencionar. En el día que tuve la oportunidad de asistir a Gólgota Picnic, salió poca gente y  la obra se recibió como un hecho extravagante pero inofensivo. Nadie insultó, nadie hizo nada.

Esto no significa que la obra estuvo mal. Al contrario, artísticamente resultó un espectáculo interesante pero lamentablemente contradictorio en este contexto,  debido a que se trata de una puesta en escena que critica el consumo y justo se mostró en un contexto en el que la misma quedó tan solo como eso, como un producto de alta cultura. Sin duda la obra contiene muchas cosas para reflexionar pero en este caso nos pareció pertinente señalar cómo las instituciones doman a la fiera del arte, quitándole garras y colmillos, dejando una mansa criatura que miramos con displicencia.

Autor y director: Rodrigo García / Compañía: hTh – CDN Montpelier/ Elenco: Gonzalo Cunill, Núria Lloansi, Juan Loriente, Juan Navarro, Jean-Benoit Ugeux / Música: Joseph Haydn / Pianista: Marino Formenti

Esta obra se presentó: Viernes 2/10, 19h / Sábado 3/10, 19h / Domingo 4/10, 18h

Teatro San Martín, Sala Casacubierta 

GANESHA VERSUS EL TERCER REICH 

GANESH-VS-THE-THIRD-REICH

La anécdota de esta obra es bastante disparatada y divertida, parece el argumento de algún escritor de comics. Ganesha, la deidad hindú con cabeza de elefante, es enviado por su padre en una misión para recuperar el símbolo que  les fue robado por los nazis, la suástica.  Esto puede estar lleno de aparentes incongruencias y desinformación pero desde que lees el programa de mano  te advierten que la obra no tiene compromiso de ser estrictamente correcta con los datos históricos o religiosos pues se trata de una ficción.

Ganesha versus el tercer Reich  se cuenta en dos líneas paralelas de acción. Una es la travesía de Ganesha por recuperar su símbolo y la otra es una compañía de teatro que está poniendo en escena la obra que estamos viendo. Estás dos líneas se van intercalando de tal suerte que ambas historias adquieren su relevancia y cada una despierta su interés. Además ambas líneas de acción dialogan entre sí permitiéndonos distintos niveles de lectura: el evidente, el metafórico y el crítico.

En cuanto a las líneas evidentes vemos dos travesías. La de Ganesha por recuperar el símbolo y la de la compañía de teatro por enfrentarse a sus diferencias y conflictos para lograr llevar a buen fin el montaje que preparan. Por su parte, la travesía de Ganesha avanza sin muchas dificultades ya  que al tratarse de un dios es invulnerable. Sin duda es muy interesante el momento en que Ganesha y Hitler se encuentran frente a frente para librar la batalla final. En cuanto al recorrido de la compañía todo se va dificultando hasta llegar a un momento de total desencuentro entre los integrantes.

En lo referente al nivel metafórico y crítico no podemos evitar mencionar que los agentes de la SS o el mismo Hitler son interpretados por los actores con capacidades diferentes que integran la compañía, lo cual deviene en símbolo opinante. Lo mismo sucede en el momento en que el actor que interpreta el rol de director nos habla, con la convención teatral de que no estamos ahí, y nos dice que somos unos morbosos si es que tuviéramos interés de asistir a ver una compañía que incluye actores con capacidades diferentes. Momentos así de claros y otros más sutiles pueden ser observados a lo largo de la obra. Lo cual hace, pese a que haya un tono cómico predominante, que caigamos en cuenta de que cosas más trascendentes y menos obvias están puestas en juego y a discusión.

De todas las metáforas que están en la puesta sin duda las más contundentes vienen al final. Una es el momento en el que Hitler se quita el símbolo de la suástica de su brazo y debajo hay otro, entrega uno a Ganesha pero advirtiéndole que ese símbolo siempre le pertenecerá. La otra es la imagen final de la obra en la que la humanidad queda reflejada en su soledad y donde una lectura posible es que el ser humano es simplemente una persona con capacidades diferentes llamando a la cabeza de un dios sin cuerpo que no responde. Todas las atrocidades, todas las diferencias y supuestas inclusiones –más políticamente correctas en muchos casos-, no son culpa ni de dios ni de los “villanos” de la historia, sino de, ¿Quiénes? Cuestiona la obra.

Coautores: Mark Deans, Marcia Ferguson, Bruce Gladwin, Nicki Holland, Simon Laherty, Sarah Mainwarning, Scott Price, Kate Sulan, Brian Tilley y David Woods / Director: Bruce Gladwin / Elenco: Mark Deans, Simon Laherty, Scott Price,  Brian Tilley y David Woods

Esta obra se presentó: Viernes 25/9, 21h / Sábado 26/9, 20:30h / Domingo 27/9, 16h

Teatro Coliseo

OPENING NIGHT

opening_night

Inspirada en la película homónima de John Cassavetes, este montaje muestra las peripecias que vive una compañía teatral para llevar a escena la obra The second wife. Los problemas de la actriz principal para afrontar el personaje que le toca interpretar pues se parece demasiado a ella misma –más de lo que se atrevería a aceptar-; su ex esposo, un actor que se siente frustrado por hacer un papel menor; el director que no entiende la obra; la esposa del director que casi no tiene contacto con su esposo porque  este sólo piensa en dirigir; la dramaturga que no soporta ver que su texto no está siendo respetado; todo estos dramas individuales y más irán colisionando entre sí hasta llegar a momentos insoportables para los personajes pero en muchos casos divertidos para el espectador.

Opening Night resulta una comedia bastante sutil, actuada con un gran compromiso emocional por parte de los actores, en donde llevan al extremo sus pasiones y a partir de ese sufrimiento generan la comicidad. Se agradece mucho cómo abordó la compañía el humor pues se corrió un poco de un estilo de actuación en la comedia que ha empezado a popularizarse en donde los mecanismos humorísticos son tan evidentes que cada gag pareciera tener implícito un: “ríete, es un chiste”.

El trabajo sobre la comicidad de este montaje nos recuerda que la risa no necesariamente es un fin en sí mismo sino que puede ser un camino hacia algo más. En este caso el humor es el vehículo que nos conduce a una reflexión sobre la complejidad en las relaciones interpersonales y sobre distintos temores: el miedo al fracaso, a la vejez, a la soledad.

Un elemento a resaltar es el uso del video en tiempo real. Mientras la obra transcurre vemos a través de una pantalla otras cosas en las que se quiere hacer énfasis. Tenemos la posibilidad de ver la totalidad y además algunos detalles gracias al close up. Es notable cómo el estilo de actuación luce en el escenario y en la pantalla, cómo empataron ambos lenguajes sin que uno sobresalga o luzca menos.

A pesar de hacerse un poco larga, ya que dura poco más de dos horas que sí se sienten, sin duda fue de lo mejor de las internacionales.

Autor: John Cassavetes / Compañía: Toneelgroep Ámsterdam / Director: Ivo Van Hove / Elenco: Elsie de Brauw, Jacob Derwig, Hélène Devos, Lien de Graeve, Hans Kesting, Chris Nietvelt, Alwin Pulinckx, Oscar van Rompay, Bart Slegers, Eelco Smits, Lien Wildemeersch

Esta obra se presentó: Viernes 2/10, 20h / Sábado 3/10, 20h / Domingo 4/10, 15h

Teatro San Martín, Sala Martín Coronado

WE WOMEN

WW

Esta propuesta multidisciplinaria dirigida por la coreógrafa y bailarina Sol Picó, conjuga diversos lenguajes artísticos, danza, teatro, música, y reúne mujeres de distintas nacionalidades para indagar y cuestionar sobre la imagen de la mujer en múltiples culturas.

La obra como tal no tiene una historia en el sentido tradicional, con planteamiento, nudo y desenlace, sino que se desarrolla mediante una serie de cuadros escénicos  en donde a través de metáforas queda en evidencia cómo la mujer ha sido y sigue siendo relegada y discriminada.

Resulta impactante descubrir las similitudes que se encuentran en cuanto el trato hacia las mujeres en culturas tan lejanas y diferentes entre sí,  y resulta  lamentable reconocer que situaciones que podrían sonar arcaicas siguen teniendo vigencia.

Con We Women queda en evidencia todo lo que aún nos hace falta revisar como sociedad, pues si bien es cierto que conforme ha pasado el tiempo se ha dignificado la figura de la mujer, también es cierto que aún hay muchos temas pendientes relacionados con sus derechos, la equidad de género y la violencia ejercida hacia  ella desde las distintas esferas sociales.

Sin duda es un montaje pertinente en cuanto a lo social. Y artísticamente el resultado es afortunado en muchos de sus elementos, sobre todo en lo que respecta a la danza, a la música y a la transmisión de su tesis. El único riesgo que corre esta puesta es que por momentos es muy ilustrativa y parece más una conferencia que una obra de arte, pues hay muchos momentos en los que los significados de las metáforas se explicitan demasiado. Aunque tal vez se ha elegido enunciar las ideas francamente para que no quede ninguna duda. De igual modo no termina de ser contundente porque a ratos es pedagógico y un poco moralizante. No obstante eso es lo complejo del arte claramente social, conjugar lo poético con lo ideológico sin que uno anule lo otro. Sea como sea, en esa búsqueda, obras como We Women terminan haciendo visible algo que necesita ser contemplado.

Dirección: Sol Picó / Dramaturgia: Roberto Fratini / Compañía: Sol Picó cía. de danza / Composición e interpretación coreográfica: Julie Dosssavi, Minako Seki, Shantala Shivalingappa, Sol Picó / Composición e interpretación musical: Adele Madau, Lina León, Marta Robles

Esta obra se presentó: Viernes 18/9, 20:30h / Sábado 19/9, 20:30h / Domingo 20/9, 17h

Teatro 25 de Mayo

CASTIGO

castigo

Un suceso de la infancia del escritor sueco August Strindberg, relatado en su novela autobiográfica  El hijo de la sierva, sirvió como punto de partida para que el director y dramaturgo Cristián Plana creará la puesta en escena Castigo.

Con el relato de Strindberg de apenas unas ocho páginas, Plana da forma a un espectáculo de una hora de duración. La anécdota  es el severo castigo que recibió Strindberg por parte de su padre al ser culpado de algo que no cometió. Hecho que marcaría fuertemente al escritor sueco según nos compartió Cristián en la plática post función.

Como propuesta plástica resulta visualmente atractiva la obra aunque dramáticamente la acción está diluida, dando como resultado una pieza muy contemplativa, a momentos estática. Esto es su mayor virtud si amas sentir la dilatación del tiempo como en las tomas largas del cine de Tarkovsky, o su mayor falla si necesitas que una obra tenga acción y progresión dramática.

Al final Cristián Plana nos habló de su proceso creativo y sus ideas de puesta en escena, clarificando así lo enigmático de su montaje. Esto enriqueció bastante la percepción de lo que contemplamos, permitiéndonos resignificar la experiencia y disfrutar mejor de las sutilezas. Sólo lamenté que todas las hermosas palabras que nos compartió en la charla no quedaran del todo reflejadas en su propuesta. Pero así sucede con el arte conceptual, se explica en términos intelectuales y no necesariamente sensibles.

Dramaturgia y dirección: Cristián Plana, a partir de un texto de August Strindberg / Elenco: Rodrigo Soto, Alexandra von Hummel, Daniela Ropert, Diego Salvo

Esta obra se presentó: Jueves 24/9, 20:30h / Viernes 25/9, 21:30h / Sábado 26/9, 20h

Teatro Regio

Firma-Ricardo

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