Liebeszauber es un hecho escénico inspirado en el libro Jerome, Olivier et moi de Miguel Bonneville pero basado en las experiencias reales de Gael Policano Rossi, autor, director e intérprete de la pieza que, bajo la forma de video-diario, narra la historia de un amor no correspondido y que tiene como escenarios virtuales, las plataformas de twitter, facebook, instagram y tumblr, escenarios idóneos para practicar el arte de stalkear.
Esta conferencia performática debe su construcción temática a la reflexión sobre la intimidad en los tiempos del Internet, tema que encuentra su traducción formal en la aplicación de nuevos lenguajes que multiplican las fronteras de la puesta teatral o que, más aún, las desdibujan evidenciando la liminalidad de las prácticas escénicas actuales que nos cuestionan sobre la naturaleza de la pieza, planteando con ello problemas de catalogación.
Sospecho que los investigadores no nos pondríamos de acuerdo en sí tratarla como una obra de teatro o como un performance y no sabríamos reconocer con claridad qué elementos de la pieza podríamos estudiar bajo las nociones de teatralidad y cuáles otros, en cambio, como performance.
Me parece que la indefinición se debe precisamente a los temas que aborda: la autobiografía, la memoria, la identidad, la autoficción. La exposición del mundo y la vida real del intérprete. Colocando a la intimidad como el centro del hecho escénico, buscando la teatralidad fuera del teatro, volviendo a la intimidad una zona inestable, utilizando la historia personal para vulnerar al intérprete, espectacularizando su fragilidad, mediatizando y especulando con la privacidad. Si bien el trabajo de Gael no plantea ninguna cuestión original (¿habrá algo que nunca se haya hecho?), continua con una conversación interesante.
El tema de la representación de la intimidad a través de la exposición cronológica de la decepción amorosa. Fórmula que nos recuerda especialmente al trabajo de Sophie Calle, con su exposición “Dolor Exquisito” que, como Gael, narra la historia de un romance en cuenta regresiva. Tanto Calle como Policano Rossi, nos enfrentan al problema de la puesta en escena y el “sí mismo”, que tan bien explica Erving Goffman, al mismo tiempo que refieren al “Umbral Mínimo de Ficción” (UMF), la “unidad de medida poética” creada y conceptualizada por Vivi Tellas, que sirve para identificar y señalar los momentos en que la realidad se mimetiza con el teatro (fundamento del biodrama).
Al insertar la realidad en el hecho escénico, Gael cumple simultáneamente una tarea bipolar: ser, en el momento de la representación, al mismo tiempo, actuante y personaje. Escenifica pero también es. Interpreta y no interpreta. Es él mismo en situación escénica sin recurrir previamente a la construcción de un personaje de manera consciente y del cual puede desprenderse al terminar su monólogo. Pero es personaje, en tanto que se evoca a sí mismo en la situación que requiere la escena para transmitir la emoción de la obsesión y el desencanto. Nos presenta al Gael enamorado y al Gael decepcionado, al Gael enloquecido y al Gael despechado. Se evoca a sí mismo. Se interpreta. Actúa y acciona. Se muestra a sí mismo en el uso cotidiano de las plataformas virtuales, cosa que ya ha hecho antes lejos de la escena, es por tanto una acción restaurada, elemento sustancial del performance según Schechner.
“Estar en internet” a oscuras en su cuarto, por sí mismo carece de un contenido comunicativo deliberado, pero lo lleva a escena, con lo que implica querer ser visto y escuchado (retomo esta distinción de Antonio Prieto Stambaugh). ¿Qué es entonces? Me parece que la teatralidad convencional prefiere obviar la cuestión de que nada es inmutable sino que se encuentra en un eterno devenir (como el río de Heráclito) y que propone personajes que son, que están fijos y que pueden representarse casi de la misma manera función tras función, retomando a Goffman diríamos que “[…] nada real o verdadero puede sucederles a los personajes representados […]” y que, en cambio, el performance juega con la presencia del intérprete siempre en presente, permitiéndole manifestarse tal y como se encuentre al momento de la representación y permite que Gael experimente “algo real y verdadero” frente a los espectadores.
En este sentido, “Amor Brujo”, tendría algo más de performático que de teatral, sin embargo, al presentarse en un espacio escénico debemos analizarla como práctica escénica, aún cuando la narración refiera una práctica socio-cultural (el romance o simplemente la interacción social a través de internet), cuestión que lo devolvería –nunca de manera absoluta- al terreno del performance. Se encuentra, insisto (o me parece) en una zona intermedia.
La teatralidad de la conferencia de Gael corresponde al espacio en el que se representa tanto como a la cualidad del intérprete que se exhibe para ser mirado. No es absolutamente teatral porque no finge ser otra cosa, ya lo he dicho, es él en una situación o faceta determinada. Mientras que la performatividad del mismo hecho escénico se encuentra, sobre todo, en la inserción de una actividad privada, solitaria o cotidiana, el uso de las redes sociales para interactuar, en un espacio escénico. Cambiando el contexto, cambia el estado de las cosas, cobra un sentido distinto, lo re-significa.
Liebeszauber, me parece un objeto ideal para continuar con la querella terminológica entre el teatro y el performance ¿Qué pasa cuando la realidad se convierte en espectáculo? ¿Qué pasa cuando el espectáculo a pesar de ser convivial representa algo íntimo? ¿Puede ser un hecho escénico al mismo tiempo teatral y performático? Me parece que sí, que algo puede ser realidad y ficción, y que puede al mismo tiempo referir a una práctica cultural o social y siendo meramente una representación estética. Insisto en que las fronteras se han desdibujado y que debemos aprender a analizarlas en conjunto, identificando lo teatral de la pieza (en este caso la forma y la presentación del sí mismo como personaje) y lo performático (la presentación del sí mismo como actuante y la descontextualización de lo real).