Para este fin del 2018 han ocurrido una serie de eventos que van a definir mucho la entrada al tan esperado 2020, ¡El Futuro!
Dentro de esos acontecimientos no entra lo que narraré a continuación: estaba un día en Twitter cuando me encontré con un tweet de Los Metro que hablaba sobre como los Dora Awards (los premios teatrales de Toronto) habían eliminado el binarismo actor y actriz de sus categorías sustituyendola por una sola categoría de mejor actuación y preguntaron la opinión de lxs seguidores. Sorpresivamente (not) todas las respuestas estaban en desacuerdo, algunas haciendo “chistes“ sobre el lenguaje inclusivo, otras diciendo que las feministas hacen berrinche de todo, otres que estaban cansadxs de esta “moda“, bla, bla, bla. En fin, nada nuevo. Luego me encontré el tweet de Aplaudir de pie hablando sobre la versión de Veronese de las “Tres Hermanas“ donde cambiaba el sexo de las protagonistas, diciendo que le parece una casualidad sospechosa que se estrena la obra de “Manada“ en México con la misma propuesta, lo que llevó a una discusión muy acalorada en dicha plataforma de muchas personas ofendidas con que se fuera crítico de una propuesta teatral que han llamado el “éxito teatral“ con los “monstruos del teatro“, cabe señalar que uno de esos tweets de Aplaudir de pie señaló los casos anteriores en que la teatralidad mexicana ha copiado a la argentina con descaro, tweet que no tuvo respuesta, pero bueno no venimos aquí para ser chismosas porque no me gusta el chisme.
Pero esto me puso a reflexionar sobre la falta de autocrítica que tiene el teatro mexicano, sobre como somos autocomplacientes con el teatro que está en nuestras carteleras y hasta lo defendemos a capa y espada de algún cuestionamiento crítico que se geste en nuestro medio, obvio uno que no se supe a aplaudirnos entre nosotrxs. Claramente no hay nada nuevo bajo el sol, pero si debemos revisar el caso de las numerosas veces donde la teatralidad mexicana ha copiado a las extranjeras sin miedo a repercusión alguna, no nada más por el hecho de pensar si copiar está bien o mal (en el sentido católico binarista) si no por la falta de personalidad propia que eso le da a la teatralidad mexicana.
Por otro lado, me parece muy curioso salir a defender una propuesta que decide cambiar el sexo de las protagonistas de una obra clásica, pero nos parece shockeante eliminar el binarismo actor/actriz de unos premios, casi como si la propuesta implicara cambiar el nombre de nuestro país. ¿A qué exactamente le tenemos tanto miedo? ¿Qué perdemos al eliminar esas dos categorías? ¿Por qué una persona que se identifica como mujer, no puede competir por un premio actoral con una persona que se identifica como hombre, si la misma categoría de premiación actoral es subjetiva? ¿Será que en el fondo nos de miedo que la seguridad del teatro como lo conocemos desaparezca?
Pero lo más grave de todo es que sin ese cuestionamiento estamos condenadxs a repetirnos hasta la extinción, a ver las mismas obras de los mismos creadores (y aquí no uso el lenguaje inclusivo porque siempre son hombres los que dominan las carteleras) que hacen el mismo montaje una y otra vez, la misma fórmula, el mismo elenco de «monstruos», el mismo vestuario, la misma escenografía, etcétera. Y entonces ¿Quién se está encargando de hacer que nuestro medio teatral evolucione hacia el 2020? deberían ser las nuevas generaciones, pero estamos muy ocupadxs esperando que nos llame el mismo director para hacer la misma obra, con los mismos monstruos, etcétera. Y no me mal entiendan, no demerito el talento o el trabajo de nadie, esta reflexión no tiene que ver con lo buena o mala, o magnífica de la propuesta, obra, montaje, creador o creadora, tiene que ver con la falta de evolución de una comunidad.
Creo que en el teatro cabe todo y obviamente no todo el teatro debe ser innovador, a veces solo se quiere ganar dinero con la misma fórmula: el mejor ejemplo es el remontaje de Los Miserables pero sin mi Ernesto D´alessio. Pero hay una razón por la que le va tan mal a ese musical y es que el público obtiene cada vez más esos cambios que tanto desea de otros lados, es que el mundo a nuestro alrededor evoluciona y no queremos ir al teatro a ver el mundo de hace cinco años. No es que se quiera quitar las categorías binaria de mejor actor y mejor actriz por “modernas“ es que es obsoleta en un mundo donde habemos teatrerxs que no cabemos en esas categorías. Cabe mencionar que hasta los montajes del Globo en Inglaterra, montajes de las obras de Shakespeare (léase este nombre con la grandilocuencia que merece), ahora se castean sin género haciendo elencos multiculturales, multigenéricos, un ejemplo del mundo en el que vivimos (y sin la propuesta «tan innovadora» de cambiar el sexo a los personajes).
Si indagamos bien en la comunidad teatral mexicana, la que le ocupa a todas las personas en nuestro país que hace teatro (y sí, eso incluye a Fred Roldán) podremos ver las propuestas que nos pueden dar un nuevo camino hacia nuevas teatralidades, no para endiosarlas, si no para jugar con ellas, para moldear la historia de nuestra comunidad, voltear a ver hacia los estados, voltear a ver hacia la gente que no vive del teatro pero lo hace porque algo se les mueve, voltear a ver hacia los sistemas penitenciarios donde el teatro les deja ser libres, voltear a ver hacia los show de travestis, voltear a ver hacia las comunidades que el escenario les deja contar sus historias y solo así, tal vez dejar de preocuparnos por las carteleras similares de los teatros de nuestra bella ciudad.
En serio, pensémoslo, antes de desechar la crítica (la crítica especializada, no la de “yo lo pude haber hecho mejor“) escuchemos qué nos está cuestionando, a dónde nos puede llevar esa pregunta y en dónde podemos evolucionar, hasta lo podemos ver desde un punto científico si no nos queremos ver “jóvenes y divertidxs“ Porque estamos en un punto donde debemos renovarnos o morir.
Les dejo los siguientes puntos a pensar:
¿Por qué es que la mayoría del teatro comercial mexicano está tomando textos extranjeros contemporáneos para montar?
¿Cómo es que hay toda una generación de jóvenes que ya no quiere ir al teatro?
¿Cuántas veces hemos ido a ver una obra que sentimos que está repetida?
Si tuvieras que describir al teatro mexicano contemporáneo, ¿cómo le llamarías a la vanguardia 2015-2020?