Todo el teatro es una celebración de la vida. Independientemente del tema, estilo, género, de si es en un lugar abierto o cerrado, no importa su forma, en esencia cuando hay teatro hay fiesta. Lo que queda de la fiesta es otra celebración, una que se le hace a la memoria. Aplaudir de Pie es esa fiesta íntima después de la gran fiesta, es ese momento fundamental en el que se nombra lo que se vivió porque de lo contrario se perdería para siempre. El convivio solo puede perdurarse con otro convivio. Eso es Aplaudir de Pie, un lugar entre el pasado y el presente, una celebración, ese otro convivio, el que le sigue al teatro.