“La humanidad debe al niño lo mejor que puede darle”, esta frase profundamente esperanzadora podemos leerla dentro de las consideraciones escritas en la Declaración de los derechos del niño. Este mes se celebra el día del niño en México y me parece oportuno recordar que los días nacionales e internacionales no existen simplemente para tener días feriados o hacer actividades recreativas en las escuelas. Estos días existen para luchar contra el olvido, mayor enemigo de las revoluciones y el desarrollo humano.
“En 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño. Este reconocimiento supuso el primer gran consenso internacional sobre los principios fundamentales de los derechos del niño”.[1] Esta declaración básicamente plantea el valor que tienen los niños para la humanidad, así como el cuidado que merecen sin excepción alguna de “raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, ya sea del propio niño o de su familia”.[2]Todos los niños del mundo merecen lo mejor, por lo tanto la celebración de su día no puede dejar de ser un acto revolucionario, además de lúdico, considerando la esencia de la infancia. En esta reflexión hablaré sobre una dramaturga que cumple estas características con su producción: Perla Szuchmacher.
Yo ya no era un niño cuando tuve contacto por primera vez con la producción de Perla. Fue durante la universidad que junto con unos compañeros hicimos una obra suya como examen final para una materia. Yo en ese tiempo todavía no había refinado mi conciencia sobre lo político, por lo que aquella dramaturgia, El rey que no oía pero escuchaba, simplemente me parecía divertida y entrañable. Características por sí mismas valiosas para el teatro, pero que no dan cuenta total de lo extraordinario de la obra.
Años después vi una puesta en escena de la obra Malas palabras en el Centro Nacional de las Artes. Perla había escrito y dirigido aquel montaje. Mi admiración creció. Aquella obra tocó las fibras más sensibles de niños y adultos y estoy convencido que quedó inscrita para siempre en la memoria de muchos de los asistentes. Me gustaría ahondar sobre esto pero cuando el teatro acontece, las palabras son insuficientes.
Ahora, muchos años después, la editorial Paso de Gato editó una selección de las obras de esta dramaturga. Confieso que este texto iba a ser solo una reseña de las dramaturgias incluidas en esa compilación pero al final decidí escribir esta reflexión.
Reencontrarme después de tantos años con el trabajo de Perla fue una grata sorpresa en muchos sentidos. El primero, poder leer esa obra que me había estremecido hondamente aquella tarde en el Teatro de las Artes. Mi impresión fue mucha al darme cuenta que en su dramaturgia está vibrante la potencia de lo escénico. Y no solo en ese texto, sino en todos, las palabras emocionan de lo vivas que están. Malas palabras es un texto sumamente sobrecogedor.
Así fui recorriendo cada texto de la obra de Perla Szuchmacher.[3] Contactando con eso que llaman el niño interior. Conmoviéndome, riéndome y ahora además logré percibir un rasgo fundamental de estas dramaturgias: el compromiso social con los niños. Poniendo a discusión diversas problemáticas, como los roles de género en obras como Vieja el último y A la mar fui por naranjas; la diversidad de familias en Malas palabras, el bullying en Lotería, la homosexualidad en Príncipe y príncipe, la justicia social en El rey que no oía pero escuchaba, por referir unos cuantos.
Me atrevo a afirmar que la dramaturgia de Perla Szuchmacher tiene unas dimensiones brechtianas en cuanto a su compromiso con el teatro y lo político. Son obras entretenidas, como Brecht define debe ser el teatro en El pequeño órganon […] y a su vez son obras que apelan a la inteligencia de los niños, tratando temas fundamentales desde una óptica rupturista ¿Cómo es una familia? ¿Cómo debe ser una relación de pareja? ¿Cuáles son las cosas que debes hacer según tu género? Estos y más cuestionamientos hace Perla con sus obras, abriendo la visión a nuevas posibilidades en donde siempre prevalece la tolerancia y el respeto. Un teatro revolucionario y humanista.
Sin duda este día del niño puede ser un buen pretexto para acercarse a la producción de Perla Szuchmacher. Tanto a sus textos dramáticos, recomendamos ampliamente el trabajo que está haciendo Paso de Gato para con el teatro mexicano y latinoamericano en general, así como también recomendamos estén pendientes del Proyecto Perla que busca difundir la obra de esta autora mediante puestas en escena a cargo de su hija y gran creadora teatral, Micaela Gramajo.
Perla Szuchmacher es una autora que nos ha dejado un legado de obras que aspiran a la construcción de un mundo mejor, un mundo donde quepan todos los niños del mundo. En estos tiempos de muros reales e invisibles, obras así siguen siendo profundamente necesarias.
[1] http://www.humanium.org/es/declaracion-1959/
[2] http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/1386%20(XIV)
[3] SZUCHMACHER, Perla. Las buenas y las malas palabras: obras selectas de Perla Szuchmacher / prólogo, selección y compilación de Olga Harmony.—México: Toma, Ediciones y Producciones Escénicas y Cinematográficas: INBA: CONACULTA: Paso de Gato Ediciones y Producciones Escénicas, 2012.