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Autor

Ricardo Ruiz Lezama

Ricardo Ruiz Lezama

Dramaturgo, director de teatro y actor.

De príncipes, princesas y otros bichos
Críticas

De príncipes, princesas y otros bichos

por Ricardo Ruiz Lezama 29 enero, 2018

De príncipes, princesas y otros bichos es un unipersonal escrito e interpretado por Paola Izquierdo. Desde hace más de doce años esta puesta en escena ha dado funciones constantes a través de todo el país y este año vuelve a presentarse, ahora en el ciclo Mujeres poderosas en el teatro NH.

¿Qué define el tiempo de vida de una obra? ¿Qué hace que pasen los años y un montaje siga siendo pertinente? En este caso la pertinencia es dada por las temáticas que aborda Izquierdo, las cuales, desafortunadamente, no se desgastan; el tiempo pasa y los problemas que la obra trata siguen tan vigentes como hace doce años.

La obra se divide en dos cuadros, cada uno con su propia fábula, pero unidos por la mitología que eligió la actriz y dramaturga para darle forma a su propuesta: los cuentos infantiles. La primera parte trata sobre una princesa que es experta en sapos y está buscando cómo transformar alguno en príncipe azul. Parodiando algunos momentos icónicos de Alicia en el país de las maravillas la princesa se adentrará en una aventura en donde el fin último de su búsqueda será contraer matrimonio, a la manera de aquellas historias clásicas de Disney, como La Sirenita, Aladino o La Cenicienta, entre muchas más.

En la segunda parte, un niño que semeja al Principito de Antoine de Saint-Exupéry se presenta ante los espectadores dispuesto a contar una historia para ganarse la vida. La caracterización tiene algo inquietante porque a diferencia de la primera princesa que se nos mostró -rica y parte de un universo fantástico-  este pequeño príncipe es la representación de un niño de la calle; su vestuario es solo una evocación desvaída  del personaje de Exupery; este Principito no tiene un planeta para él solo, si no que está solo en un planeta lleno de gente indiferente -en el mejor de los casos-; este Principito está en un universo de indiferencia, marginación y abuso para los menores en situación de calle. Está en México.

De esta forma la segunda parte de la obra reconfigura todo lo que vimos. Y lo que en un primer momento parecía un cuento simpático e inocente sobre una princesa experta en sapos se nos muestra ahora como una crítica a las narrativas que condicionan a las mujeres a pensar que necesitan de un hombre para estar completas, además de aquellas imposiciones sobre los cuerpos de estas que hacen que siempre se encuentren insatisfechas con la imagen que les devuelve el espejo. La princesa era un personaje con trastornos alimenticios, entre otros problemas que se mostraban ante nosotros pero que pasamos de largo como muchas veces no nos damos cuenta de personas cercanas que necesitan ayuda. Esta primera princesa funciona como un espejo que con humor refleja la realidad dolorosa de aquellas mujeres que están mal y no lo saben.

Por el otro lado, la segunda parte es otra especie de espejo que muestra lo que no queremos ver, nuestra indiferencia y al otro. Ese otro que muchas veces transformamos en parte de la ciudad, en una especie de monumentos vivos a la desigualdad social, todo con el simple hecho de no mirarlos. Paola nos echa la realidad en la cara en una intención de denuncia al mejor estilo del Cabaret mexicano, con música y humor, pero un humor informado  que invita a la reflexión.

Paola Izquierdo demuestra su habilidad interpretativa al realizar dos personajes completamente diferentes, los cuales tienen corporalidades, voces, edades y hasta humor diferente; mientras que la primera parte se caracteriza por un humor predominantemente físico y relacionado con el carácter del personaje; la segunda parte posee un humor negro con un ligero dejo de amargura.

Al final de la función que asistí recuerdo oír a un espectador decirles a sus acompañantes: “Siento raro. ¿Por qué nos hace reír con cosas tan feas?” Me aventuro a responder que ese humor que a ratos producía angustia se debe a la responsabilidad que asumió Paola de no banalizar las problemáticas que muestra. Usar el humor de forma contestataria -rasgo distintivo del cabaret- es un tono que nos deja claro, no solo la pertinencia de continuar con De príncipes, princesas y otros bichos, sino también la necesidad de Paola Izquierdo de aspirar a cambiar las cosas desde el arte. Ojalá que conforme siga presentándose este unipersonal, cada vez nos parezca más ajeno lo que muestra, pero para como va el mundo lo dudo mucho.

Ricardo

5to Encuentro Internacional de Clown
Reseñas

5to Encuentro Internacional de Clown

por Ricardo Ruiz Lezama 27 noviembre, 2017

…”te quiero en mi paraíso

es decir que en mi país

la gente viva feliz

aunque no tenga permiso”.

Mario Benedetti

La risa es revolucionaria, más aún en un contexto en el cual los medios parecen decir a diario: “deprímase y suicídese, no existe salvación”. Cuando parece que no hay a donde voltear la mirada se agradece la existencia de esos seres que traen un poco de esperanza dentro de todo el desasosiego: los clowns. Estos personajes parecen sostener que siempre hay motivos para reír y que vale la pena vivir un día más.

Los clowns viven el momento, luchan incansablemente por lograr cosas como quitarse un zapato o ponerse un sombrero, no saben rendirse. Con su lucha parecen decirnos que hay que hacer hasta lo imposible para lograr lo que se quiere. En su esencia está el espíritu revolucionario. Sus armas son el humor y la poesía.

Desde hace cinco años se celebra en la ciudad de México el Encuentro Internacional de Clown, donde se presentan los mejores exponentes de este arte, tanto de México como del mundo. Este año los países invitados fueron Suiza, Israel, Estados Unidos, Brasil y Canadá. Aquí te platicamos un poco cómo estuvo, en esta ocasión pudimos asistir solo a unos cuantos eventos, pero estaremos pendientes el próximo año para ir a más y disfrutar en grande de este gran evento.

Bianco su Bianco, Suiza

Bianco

Desde hace años el autor y director Daniele Finzi Pasca sé ganó el corazón del público mexicano. A partir de que presentó su unipersonal Ícaro, hasta la fecha, sus seguidores han ido en aumento, sus montajes siempre generan mucha expectativa y son bien recibidos. Sus puestas en escena se caracterizan por utilizar elementos circenses, metáforas visuales, construcción de mundos oníricos y poéticos; todo permeado con humor blanco.

Este año presentó junto con su compañía el montaje Bianco su Bianco -escrito y dirigido por él-, obra para una actriz, Helena Bittencourt, y un actor, Goos Meeuwsen. Mediante una narración lírica, ambos intérpretes reconstruyen la historia del encuentro de un hombre con moretones hasta en el alma y una mujer enamorada de la luz de las lámparas. La obra, muy divertida en varios momentos y altamente conmovedora en otros, -sello de calidad de Finzi Pasca-, inauguró con el pie derecho y puso la vara muy alta este 5to Encuentro Internacional de Clown.

Under Construction, Israel

DAVAI

DAVAI Group es una compañía de teatro fundada por tres artistas independientes: Fyodor Makarov, Losha Gavrielov, y Vitaly Azarin. En su sitio de internet mencionan que utilizan elementos de clown, música y circo para “llevar la alegría del teatro al público”. Sin duda esto fue lo que lograron con sus múltiples presentaciones en la ciudad de México.

Su espectáculo Under Construction tiene una premisa muy sencilla. Tres personas quieren tomar té. Pero para esto tendrán que prepararlo y es así que se ven inmersos en las más hilarantes y absurdas situaciones. Un humor que recuerda a aquellas inolvidables películas cómicas del cine mudo, pero con un toque extravagante y único que el grupo le imprime. Sin duda una de las obras más exóticas del encuentro.

Synapse, Quebec

Synapse

La compañía Théâtre Biscornu presentó su obra Synapse, una propuesta fundamentalmente creada a partir de la pantomima y el humor físico, elementos sustanciales del trabajo de la compañía desde su fundación. Esta puesta en escena narra la forma en que tres oficinistas encuentran en el juego una forma de liberarse de la presión que produce el trabajo monótono.

Múltiples situaciones y escenarios -creados solo con el trabajo del cuerpo y los gestos de los interpretes, François-Guillaume LeBlanc, Philippe Perreault y Nicolas Tondreau-, son mostrados para disfrute y entretenimiento del público, recordándonos que para que haya teatro no es necesario nada más que actores y espectadores.

Sin duda las obras que pudimos ver eran de un nivel excepcional. Y lo mejor es que los precios eran sumamente accesibles, había muchas promociones, además de varias funciones gratuitas. Claramente este encuentro es uno de los más interesantes de la Ciudad de México y procuraremos estar al pendiente de las demás ediciones. Principalmente porque hoy más que nunca necesitamos reír.

Ricardo

El desprecio por la dramaturgia en México
Reflexiones

El desprecio por la dramaturgia en México

por Ricardo Ruiz Lezama 10 noviembre, 2017

Sé que desde la crisis del drama se han buscado nuevas y revolucionarias formas de entender la escena; comprendo que la “dictadura autoral” -como Ricardo Bartís llamó a la hegemonía del texto dramático- terminó, dando paso a teatralidades enfocadas en los cuerpos o imágenes, dejando a la palabra en un lugar secundario -muchas veces accesorio o de plano inexistente-; todo esto me queda claro, pero, ¿por qué tanto desprecio por la dramaturgia en México?

Me explicaré, pero primero aclararé que este ejercicio de reflexión es difícil porque como soy dramaturgo se pensara que critico porque creo que puedo hacerlo mejor. De ningún modo; estas observaciones las hago desde el lugar de un espectador que cuenta con algunos conocimientos técnicos, jamás como poseedor de ninguna certeza, solo soy dueño de mis inquietudes.

Debido al trabajo en la página tenemos la posibilidad de mirar hasta cuatro obras por semana. Fuera de las obras que vienen de otro país a dar solo un par de funciones, he notado una constante en la cartelera estable de teatro en Ciudad de México. Hay predominancia de dramaturgias extranjeras. ¿A qué se debe esto? Es complejo encontrar una respuesta fácil, pero aventurándonos podemos pensar que en la cartelera comercial se debe fundamentalmente a que se necesitan obras que hayan probado su éxito antes en otros lugares para que el margen de riesgo de pérdida sea poco, no hay que olvidar que este teatro generalmente se hace con grandes inversiones de dinero. Pero en el caso de todos los otros circuitos teatrales no tengo idea. Aunque aquí arriesgaré una hipótesis.

La forma más sencilla de tener contacto con nuevas dramaturgias es ir al teatro. Desafortunadamente gran parte de los textos de autores noveles nacionales en cartelera son inconsistentes, con ese panorama difícilmente algún director tendría curiosidad en conocer más sobre aquellos dramaturgos, esa es una de las razones por las que quizá no haya interés en los textos nacionales.

Ahora bien, si uno revisa los curriculums de estos escritores puede uno observar que fundamentalmente han dedicado su práctica y estudio a la actuación o la dirección, pero dan por hecho la dramaturgia, como si fuera cualquier cosa, aunque si les preguntaras a muchos de ellos si creen que cualquier persona puede actuar o dirigir muy probablemente dirían que no, que como arte que es se necesita de mucha preparación. Entonces, ¿por qué muchos de ellos escriben cualquier cosa y la llevan a escena? Porque pueden y porque quieren.

Sí, uno puede hacer lo que quiera, pero el problema primordial es que realmente no se dan cuenta que detrás de muchos de los modelos que tratan de imitar fallidamente hay mucho trabajo y reflexión sobre la técnica. Uno de los autores más copiados en cuanto al estilo es Alejandro Ricaño, el cual -independientemente de los gustos de cada quien- es un autor que conoce las implicaciones dramáticas y narrativas en función de la teatralidad, sabe escribir teatro y lo hace parecer fácil; todos quieren ser como Ricaño pero este no es un improvisado.

En este punto seguro habrá más de uno que citará ejemplos de creadores en el mundo que han sido referentes sin haber estudiado – y estudiar no solo es ir a la escuela o tomar talleres sino autodidactamente con la infinidad de libros que existen enfocados en la materia- pero se les olvida que existe gente excepcional, a los que se les llamó “genios” en tiempos románticos, algunos quizá aún sigan llamándolos así. Un ejemplo de esto es Quentin Tarantino que es un referente del cine sin haber estudiado. Pero Tarantino es la excepción, todos quieren ser la excepción, pero esto no es posible, hay que ser un poquito más aterrizados, si todos pudiéramos ser genios entonces ser genio no sería nada asombroso. Otro detalle para los que quieren ser como Tarantino, este es un adicto a ver películas, la infinidad de referentes que posee podrían considerarse estudiar, así que no, tampoco Quentin es un improvisado.

Muchas de los textos fallidos de los que hablo ponen a la dramaturgia como eje rector, la importancia está en la historia, las vueltas de tuerca de los acontecimientos, los personajes, el conflicto, los descubrimientos, en fin, en los elementos básicos de la escritura dramática.  Así que para todos aquellos que desprecian la dramaturgia, escribiéndola como si fuera cualquier cosa -pero haciendo de ella el centro de sus teatralidades- si algún día se preguntan por qué la gente se les aburre, se les duerme o no entiende nada, no olviden que uno recibe lo que da. Así que un poquito más de respeto por la dramaturgia.

Ricardo

Reconstrucción
Reflexiones

Reconstrucción

por Ricardo Ruiz Lezama 28 septiembre, 2017

México se está cayendo a pedazos. Y esto no es una figura retórica. Dos terremotos han arrasado varias ciudades, Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, Ciudad de México y Estado de México.  Los daños son de magnitudes desoladoras. Frente a este panorama desesperanzador lo más sorprendente ha sido la respuesta de la ciudadanía, la mayoría de la población se ha movilizado por iniciativa propia para ayudar de múltiples maneras, removiendo escombros, creando de centros de acopio, entre muchas otras actividades para contribuir al apoyo, tanto económico como emocional de los cientos de miles de afectados. La solidaridad ha sido una bocanada de aire fresco y esperanza tan necesario en este país que estaba tomado por la violencia y la desilusión. Otra vez volvemos a creer en algo, en el otro. Una frase ha circulado por redes sociales, dice más o menos lo siguiente: cuando vayas por la calle y mires al otro recuerda que -aunque no se conozcan-  no dudaría un segundo en ir por un pico y una pala para salvarte en caso de otro terremoto. Ser mexicano ha recobrado un sentido que a veces se  nos olvida, ser mexicano es estar para los otros. Existe una expresión en Argentina que dice “la patria es el otro” y hoy en México esto es tan cierto como consolador.

En este escenario extremo, la comunidad artística en general y la teatral en particular, no se ha quedado al margen del apoyo. Ha tomado la situación con la urgencia debida. Los teatros se han convertido en centros de acopio y lo recaudado en cientos de funciones al rededor del país se está donando a los damnificados. Esto entre muchas acciones más. El teatro como siempre siendo una pequeña luz en la existencia de la humanidad y ahora más que nunca su función social se hace tangible.

En Aplaudir de Pie, como en todo México, estamos tristes por la desgracia, así que aprovechamos nuestro medio para mandar nuestras condolencias a todos los afectados y seguir sumándonos a la ayuda. Retomamos nuestras actividades, no impunemente sino sabiendo que, como dice el dramaturgo Mauricio Kartun: “el arte es la respiración de los pueblos”. Necesitamos respirar para seguir teniendo fuerza para continuar reconstruyendo juntos el país.

Pese al desastre nos encontramos profundamente esperanzados debido a la unión que se generó, esperamos que sea el inicio del cambio que hace tanto tiempo necesita nuestro México.

Ricardo

Trattaría D´ Improvizzo
Reseñas

Trattaría D´ Improvizzo

por Ricardo Ruiz Lezama 19 septiembre, 2017

Los espectáculos de improvisación teatral o “impro” son un fenómeno de afluencia de espectadores sumamente interesante dentro del universo teatral mexicano, considerando que –según muestran las encuestas nacionales en materia de cultura- son mayoría los mexicanos que no han ido al teatro ni una vez en su vida. Desde su aparición en México por allá del año 1989 hasta la fecha, la impro ha tenido diversos shows que han marcado generaciones de espectadores y creadores. Desde la primera liga de improvisación en México, La Liga Latinoamericana de Improvisación, formada por alrededor de 90 actores y actrices, la mayoría de estos son hoy en día referentes importantes dentro del teatro nacional.

En 2001 surge la LIMI (Liga Mexicana de Improvisación) y con esto viene un esplendor en cuanto al teatro de impro. Espectáculos memorables como Copa de Improvisadores, que hacía que espectadores llenaran en su totalidad uno de los espacios del Centro Cultural Helénico, función tras función. Tal era la afición que el público sentía que hacían sus propias playeras para ir a las presentaciones a apoyar a su equipo de improvisadores preferido. En este segundo auge de la improvisación es cuando surge  Trattaría D’ Improvizzo, una obra creada  por los máximos exponentes de la impro en México. El hecho de que después de 15 años regrese esta obra a cartelera con su elenco original es sin duda todo un suceso.

Para este momento seguramente los espectadores asiduos a las obras de impro estarán llenos de curiosidad y uno que otro de nostalgia. Pero para los que no han visto un espectáculo de impro muy probablemente surgirá una duda, ¿qué es la impro? La improvisación teatral es una técnica que consiste en contar historias justo en el momento de crearlas, a partir de sugerencias del público. No hay un guion previo, todo se hace al momento. Trattaría… es un espectáculo con un formato bastante clásico dentro del teatro de improvisación en donde se podrá conocer y disfrutar de este tipo de acontecimiento escénico.

Trattaría D’ Improvizzo empieza desde que se entra al foro, una cocina que hace de escenografía. Los chefs-actores-improvisadores cocinarán historias en cinco tiempos para deleite de todos los presentes. Parte fundamental de los ingredientes proviene del público, al cual se le toma su orden, estas ideas vertidas son las que inspiran los platillos escénicos. Después de que se ha preguntado a los espectadores ciertas cosas, entra el anfitrión que nos explica las reglas del juego. Y a cada momento se asegura de que todo lo que sucede es improvisado y fue proporcionado por el público. Aquí no hay trampa, esa es la magia del teatro de improvisación, mirar a un grupo de intérpretes frente al abismo, verlos caer y luego levantar el vuelo de la imaginación, emocionándonos junto con ellos al descubrir las diversas historias únicas e irrepetibles hechas al momento.

Cada chef-improvisador tiene su propia sazón, lo cual hace de todo el espectáculo un múltiple conglomerado de sabores, olores, texturas… esta diversidad enriquece la obra, haciendo de la velada algo siempre impredecible y profundamente divertido, pues la risa es el ingrediente principal en que coinciden todos los platillos.

Se dice que el arte es el alimento del alma y,  siguiendo esa línea de analogía, la risa es uno de los mejores maridajes de la vida. Trattaría D´ Improvizzo es tan nutritiva como divertida.

Ricardo

Puras cosas maravillosas
Reseñas

Puras cosas maravillosas

por Ricardo Ruiz Lezama 29 julio, 2017

Hay un aspecto en que coinciden la mayoría de las reflexiones en torno a la felicidad y es que esta tiene que ver con saber disfrutar cada momento; este tipo de pensamientos la conciben como un camino y no como un fin, hacen una invitación a valorar el presente. En ese sentido podríamos decir que el monólogo Puras cosas maravillosas, escrito por Duncan Macmillan y Jonny Donahoe, dirigido por Sebastián Sánchez Amunátegui y protagonizado por Pablo Perroni es un recordatorio de que la dicha siempre está a nuestro alcance a través de las cosas aparentemente más pequeñas, no por ello insignificantes.

La mamá del protagonista de la obra está en el hospital a causa de una depresión. Él es solo un niño de siete años cuando ocurre esto y se le ocurre una idea para salvarla: hacer una lista de las cosas maravillosas que conoce para tratar de devolverle las ganas de vivir. El helado  encabeza la lista. Esto podría parecer muy ingenuo pero conforme avanza la obra nos recuerda el valor de las pequeñas cosas que en algún momento fueron extraordinarias pero que después olvidamos. ¿Cuándo perdemos el asombro por la vida?

La  obra nos cuenta los incansables esfuerzos de este hombre en las distintas etapas de su existencia haciendo todo lo posible por salvar a su madre, sin saber que quizá también de algún modo se está salvando a sí mismo. ¿Podemos salvar a los otros? ¿Cómo afecta el sufrimiento de uno de los miembros de la familia a todos los demás? ¿Cómo volver a sonreír a pesar del dolor? Estas y más cuestiones plantea la obra desde un lugar sensible sumamente interesante: el humor y la ternura.

El tono que tiene la puesta en escena es sin duda uno de los más grandes logros del montaje. Puras cosas maravillosas es divertida sin ser frívola, profunda sin ser aburrida, dolorosa sin ser deprimente, tierna sin ser empalagosa, es una experiencia que conduce al espectador por infinidad de intensas emociones. Es una obra que pone de manifiesto que al teatro vamos principalmente a conmocionarnos. Obras así hacen mucha falta. De pensar estamos cansados –aunque la obra también da mucho para pensar-, queremos sentirnos vivos en las butacas de los teatros.

Otro de los grandes aciertos de la obra es la actuación de Pablo Perroni. Es de una honestidad que se agradece. Durante lo que dura la función quedamos convencidos que él es quien realmente vivió todo aquello que nos comparte. La obra resuena en cada una de sus fibras más íntimas y por lo tanto en las nuestras como público. Por un momento nos transporta a otro mundo y no nos suelta sino hasta el final. Perroni genera además un convivio único porque interactúa con los espectadores creando momentos de verdadera magia teatral.

La propuesta de dirección también es sobresaliente. Sebastián Sánchez Amunátegui nos demuestra una maestría al dejar solo lo esencial en el montaje, permitiendo que la fascinante dramaturgia de Macmillan y Donahoe y la grandiosa actuación de Perroni queden en primer plano para ser disfrutadas al máximo y que  la entrañable historia se exprese en su forma más potente.

Realmente es un verdadero placer encontrar obras en cartelera que estén tan bien logradas. Sin duda esta puesta en escena está en la lista de cosas maravillosas de muchos espectadores. Incluyéndome.

Ricardo

Teatro antilógico
Literatura

Teatro antilógico

por Ricardo Ruiz Lezama 15 junio, 2017

Estamos en una época regida por la razón y por la ilusión de conocimiento. Pareciera que se han encontrado las explicaciones sobre casi todo y de igual modo se piensa que sabemos mucho sobre cualquier tema. En materia de arte, por ejemplo, abundan las definiciones, los artículos, ensayos, cursos, libros para prepararse de forma autodidacta, en fin, existen incontables fuentes de investigación para acceder a lo que pareciera ser el conocimiento total del fenómeno artístico. Con tal nivel de pensamiento generado en torno a la creación da la sensación de que cualquiera puede ser artista, solo hace falta querer serlo, buscar, leer y listo. Cualquiera puede saber cómo se hace una obra de arte y de hecho no son pocas las personas que discuten sobre los errores de tal o cual creador que no hizo las cosas como todos ya sabemos que se “tienen” que hacer. Todo este supuesto conocimiento esconde una gran paradoja,  ¿por qué si todos los artistas saben cómo se hace el arte solo unos cuantos lo consiguen?

Por principio descartaré la idea que de que el arte es arte porque una persona ha dicho que así es (el argumento de la subjetividad aplicado a todo producto sin razón). Este enunciado ha afectado severamente al mundo del arte porque se ha descontextualizado, en su tiempo sin duda fue una sentencia revolucionaria que cuestionó todos los paradigmas e instituciones existentes hasta el momento, poniendo en crisis siglos de pensamiento, ahora simplemente es un pretexto para hacer cualquier cosa y venderla como si realmente valiera algo. Parto entonces de la idea de que el arte es una experiencia estética contundente, inolvidable e imprescindible. Y que esta experiencia es visible y comprobable. Lo que últimamente abunda, específicamente en el teatro que es de lo que trataremos aquí, son obras superficiales, fácilmente olvidables y profundamente prescindibles.

Lo que afirmo con relación al teatro no parte solo de mi subjetividad, es un hecho objetivo, únicamente hace falta ir a algunas de las múltiples funciones que existen en la vasta cartelera mexicana y comprobarlo por nosotros mismos en la experiencia colectiva. Lamentablemente son pocas las presentaciones que construyen un acontecimiento trascendente y esto es indudablemente una sensación compartida por muchos espectadores. La causa se la adjudico  al hecho de que gran parte de la comunidad teatral parte de innumerables seguridades para abordar la creación. Curiosamente la mayoría de las obras más potentes en programación son aquellas que surgen de un lugar totalmente opuesto: del desarrollo de procesos de investigación escénica en los cuales las dudas ( y no las certezas) están en primer plano.

Por eso, en estos tiempos de falsas verdades, de infinidad de obras que no dialogan ni con nuestro presente ni con el público, es imprescindible que exista una mirada filosófica, política y estética que vaya en contra de todos los preceptos que se tienen sobre el teatro; mucho de lo que creemos con relación a la escena seguramente está errado. Por eso nuestro teatro, en su mayoría,  no se consolida como un fenómeno necesario a nivel social; es debido a todo esto que un libro como El teatro antilógico: estéticas de la otredad del cuerpo y la escena  de Raúl Valles es indispensable en nuestro contexto artístico.

El teatro antilógico… es un conjunto de ensayos que reflexionan sobre el fenómeno teatral, pero aquí no se encuentran respuestas, esto no se trata de una guía, más bien es un manifiesto lírico al más puro estilo de Artaud. Las ideas se articulan de manera tal que no son sentencias, sino que promueven la reflexión y la duda. Todo desde la premisa e invitación de erosionar lo que creemos que es el teatro porque “El teatro que se dice ser el teatro, el teatro que se cree ser el teatro ha menoscabado todo lo que en verdad es teatro”. Estas cavilaciones estimulan a ir en búsqueda del teatro verdadero, el cual, Valles, al igual que Artaud, saben que aún está por descubrirse, en el caso de Artaud era el teatro de la crueldad, en el caso de Valles es “el antilógico”.

Estos ensayos no plantean desde el inicio lo que debe ser el teatro y mucho menos dicen cómo se hace. Ese es uno de los más grandes aciertos de Valles, al no poner ejemplos concretos sus reflexiones se vuelven un arte poética quizá a la altura de El teatro y su doble, capaz de inspirar las más diversas creaciones mediante no mostrar un camino sino solo de sugerirlo, así los caminos posibles son infinitos.

El teatro antilógico…  va a contracorriente con muchos de los libros teóricos que están circulando en el mercado editorial. Empieza explicando lo que no es ni debe ser el teatro y cómo no puede alcanzarse –al contrario de iniciar intentando constriñéndolo a unas insuficientes definiciones simplificadoras, por eso también Valles eligió un estilo poético, capaz de generar multiplicidad de lecturas-, porque como menciona el autor estamos contaminados de conceptos e ideas que no nos dejan acercarnos a lo que el teatro verdaderamente tiene para ofrecer como experiencia trascendental. Por eso es necesario llegar a un vacío de pensamientos que solamente estorban; de hecho no debemos apelar a la razón sino al cuerpo (sugiere el autor). Aquí nos deja a su vez una primera pista, el teatro es fundamentalmente la relación con el cuerpo ¿Pero en sí qué es el teatro? Para el autor es, entre otras cosas, una experiencia que no va a la razón sino a la sensibilidad del espectador, de ahí su carácter emancipado del pensamiento lógico. Si lo consideramos desde Artaud – lo que no sería descabellado porque Valles dice que hay que volver a una estética de la crueldad-, el teatro antilógico sería un teatro que apelaría a lo esencial del humano, un teatro ritual capaz de contactarnos con lo más profundo de nuestro ser.

Sería muy fácil y poco riguroso si Valles solo dijera que hay que ir en contra de lo establecido sin profundizar en eso. Lo interesante de El teatro antilógico… es que el autor reformula los conceptos fundamentales del teatro, criticándolos y proponiendo unas definiciones nuevas que destacan por lo provocadoras que son. Actor, presente, mimesis, tiempo, ficción, acción, texto, representación así como el lugar que ocupan los espectadores durante la misma, e incluso el mismo teatro son conceptos que se ponen en crisis para poder pensar otra posibilidad de lo teatral, una más inquietante y revolucionaria, una que sí sea capaz de incidir en nuestra realidad.

Una de las características más importantes de este libro es que el autor es de origen mexicano y fundamentalmente ha desarrollado sus reflexiones y trabajo en México. La mayoría de las veces importamos pensamiento de otros países para tratar de explicar lo que ocurre en el nuestro sin considerar que las ideas no son universales, fuera de su contexto no terminan de decir lo que realmente intentaban expresar, y aunque las reflexiones de otros lugares pueden aportar valiosísimas cuestiones a nuestra realidad nunca nos representarán a plenitud. Son urgentes y necesarios textos como este que nos piensen directamente. México es único  y no podemos obviar sus particularidades y contradicciones. Quizá uno de los más grandes fracasos en todas las áreas sociales ha sido querer explicarnos desde otros pensamientos e importar modelos y no crear los propios. Por eso celebro la publicación de El teatro antilógico… No podemos aún saber las repercusiones que los planteamientos de Raúl Valles tendrán en el teatro mexicano, pero es seguro que no pasarán inadvertidos.

 

 

Ricardo

Nosotros somos los culpables: el teatro como medio de transformación social
Literatura

Nosotros somos los culpables: el teatro como medio de transformación social

por Ricardo Ruiz Lezama 6 junio, 2017

México vive en una crisis de derechos humanos y resquebrajamiento paulatino del tejido social desde hace mucho tiempo. El Estado, que debería garantizar la seguridad de los ciudadanos, no parece poder hacer mucho en contra de los males que azotan al país, incluso en muchos casos es él mismo quien lleva a cabo dichos atropellos. Como mencionó Judith Butler en la conferencia que dictó en Ciudad de México en 2015, los cuerpos de los mexicanos se encuentran en una situación precaria, de suma vulnerabilidad. Escenario que no ha cambiado. La probabilidad de regresar a casa sano y salvo cada día es reducida, dormir en nuestras camas al llegar la noche es un hecho azaroso. Si lo pensáramos dentro del universo de la física cuántica, estamos vivos y muertos como el gato de Schrödinger; en un universo paralelo nuestros seres queridos ya están llorando frente a nuestro cadáver, eso si fuimos encontrados. En esta sociedad desesperanzada, ¿qué lugar ocupa el teatro?

Es difícil hablar de un deber ser del teatro porque, ¿en dónde quedaría la libertad y la multiplicidad de miradas? Sin embargo no podemos obviar que esencialmente el teatro es quehacer político por su  carácter público, por lo tanto tiene una responsabilidad con su contexto, se quiera hacer cargo de ella o no. Considero que esta responsabilidad es mayor en países como México en donde gran parte del teatro que se hace es con dinero de la sociedad. Ante las problemáticas políticas y sociales por las que el país está atravesando, ¿cómo se ha posicionado el teatro institucional? (El cual, reitero, es subvencionado por los ciudadanos.) Y por otro lado, los demás artistas que gestionan sus propios proyectos, ¿qué postura han tomado en todo esto? Al teatro comercial ni lo cuestiono porque es una empresa privada, con todo lo que esto implica.

Como bien ha dicho el dramaturgo Humberto Robles en su texto El teatro en tiempo de canallas, es muy poco el teatro que se hace en México que da cuenta de la realidad que se vive en el país. La mayoría de las puestas en escena no dialogan con el presente que estamos viviendo, están procurando una omisión cómplice, voluntaria o involuntariamente. No quiero que se me malinterprete. No pienso en un teatro amarillista que muestre lo mismo que vemos en las noticias, porque de hecho un teatro así no estaría realmente comprometido con nuestro contexto. Los sucesos como se muestran en las noticias simplemente son un método de dominación del poder hegemónico mediante el miedo, como señala Žižek.

En lo que pienso es en un teatro que nos permita esclarecer los acontecimientos nacionales posibilitando una reflexión proclive  a transformarse en acción social que devenga en cambio, todo lo contrario a un teatro que mediante el miedo nos mantendría pasivos como hacen las noticias detalladas de las tragedias diarias, que no solo nos mantienen paralizados ante el horror sino que nos han ido deshumanizando. Una muerte más -pensamos-, qué más da si todos los días muere tanta gente en este país. En contra de esto pienso en un teatro que nos devuelva nuestra humanidad, nuestra capacidad de ser empáticos con el otro.

Mis pensamientos no son una aspiración utópica, no estoy especulando en un teatro que no existe, estoy hablando de obras concretas que están luchando por construir un mejor país, desde el lugar que el arte pueda hacerlo. Afortunadamente no son pocos los artistas mexicanos que han tomado esta lucha con sus creaciones. El mismo Humberto Robles con su obra Nosotros somos los culpables es un ejemplo de esto.

Robles es uno de los dramaturgos mexicanos más representados en el mundo. La mayoría de sus obras invitan a la reflexión desde diversos géneros como son: la tragedia, la comedia, la farsa, el cabaret o el teatro documental. Es un autor que está convencido del compromiso que tienen los artistas con la sociedad. Exhorta con urgencia a crear y promover lo que él llama teatro útil, manifestación artística que, en palabras suyas, consiste en “escribir y llevar a escena los temas sociales de la actualidad”, teatro como “herramienta a favor de la más elemental justicia, de los derechos humanos, contra el olvido y la impunidad”.

ABC

Nosotros somos los culpables es una dramaturgia documental que trata sobre el incendio ocurrido en la Guardería ABC el 5 de junio de 2009. “Siniestro que dejó un saldo de 49 bebes muertos (25 niñas, 24 niños) y otros más de 70 con lesiones respiratorias, en corazón y físicas que los dejarán marcados por el resto de su vida”.[1]

La obra no toma los sucesos para hacer un espectáculo del sufrimiento, más bien,  es una radiografía de la corrupción y la impunidad en México. No puede dejar a un lado el dolor que esta desgracia provoca, eso sería inhumano, pero no se queda ahí, este texto es un grito que clama por justicia. Mediante los testimonios de los padres, de las autoridades, del expresidente en turno y su esposa, de los dueños de la guardería, y, en fin, de todos los involucrados de alguna manera en este suceso, esta obra exhibe los mecanismos por los cuales no puede llamársele a esta desventura una tragedia, “porque éstas corresponden a caprichos terribles de la naturaleza […] o a fallas técnicas o humanas que provocan muertos y heridos. Aquí hay un crimen colectivo de larga data, que comenzó mucho antes del día del incendio y que todavía no termina”.[2]

La corrupción, el tráfico de influencias y la negligencia, son los que ocasionaron que el Estado concediera la autorización a los dueños del jardín de niños de abrir una guardería que no cumplía con los requerimientos indispensables para constituirse como tal, haciendo caso omiso de que la escuela no realizó las adecuaciones que se prescribieron. Existen una clara serie de omisiones e incumplimientos, pero hasta la fecha sigue sin haber justicia para los padres, sigue sin castigarse a los responsables.

Nosotros somos los culpables nos recuerda que detrás de cada cifra de muertos, existe un nombre y detrás de ese nombre una historia, una persona. Es sin duda una herramienta que nos contacta con el horror que siempre deberían causar las muertes. ¿Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta que ya han sido demasiadas? Pregunta la obra. Después de leerla terminamos convencidos de que ya han sido suficientes.

Esta dramaturgia también se pregunta por los culpables de estos hechos.  Y la respuesta está contenida en el título. Somos seres colectivos, algo de nosotros se pierde en los que se van. Yo soy responsable por el otro, porque sin el otro no puede haber yo. Lo que les pasa a unos, nos pasa a todos. Esta obra nos recuerda que solo juntos y reconociéndonos mutuamente indispensables podemos aspirar a construir un mejor país, el México que nos merecemos.

Ricardo

 

 

 

 

[1] Información disponible en: http://www.movimiento5dejunio.org/abc/about/

 

[2] Tomado de diálogos de la obra.

“La indagación” de Peter Weiss
Literatura

“La indagación” de Peter Weiss

por Ricardo Ruiz Lezama 1 junio, 2017

“Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”, sentenció, Adorno. Después de la atrocidad solo queda el silencio. Lo innombrable hace su aparición. No hay palabras capaces de dar cuenta de  semejante brutalidad y cualquier intento por embellecer al mundo después del Holocausto podría percibirse como un acto siniestro, de una crueldad casi cómplice.  Pero el arte no murió después de tanta ferocidad; siempre se rehúsa a desaparecer, se aferra a subsistir aún en el más extremo sinsentido.

Las palabras de Adorno son ciertas, acaso de manera parcial; después de sucesos tan funestos, el arte como lo conocíamos no podía seguir siendo igual, por la simple razón de que el mundo tampoco volvería jamás a ser el mismo. La poesía en estas etapas desgarradoras de la humanidad  se transforma entonces en la expresión del horror.  Tal como hace el texto dramático La indagación de Peter Weiss,  obra documental que da cuenta del espanto que significó el genocidio nazi.

Luis Acosta en su libro El drama documental alemán piensa este teatro como el resultado de la evolución de una búsqueda de distintos dramaturgos por dejar a un lado el drama individual e intentar utilizar al teatro como una herramienta capaz de generar pensamiento crítico en torno a lo social. En dicha búsqueda, Acosta, sitúa al inicio a Schiller, pasando por Georg Büchner y Karl Kraus, hasta llegar a su forma más depurada con Weiss, sin duda un autor fundamental del teatro documental.

Si bien el género documental no surge directamente como respuesta al Holocausto, sí lo hace para responder a las diversas problemáticas de su contexto; estas dramaturgias  nacen como una forma de colocar al arte en un lugar activo y revolucionario dentro de la sociedad. En ideas de Weiss, el teatro documental tiene la función pública de dar información verdadera pero desde una mirada crítica, exponer la realidad para contrastarla con el relato, mostrando así las contradicciones y mentiras.

La indagación es una reconstrucción de los juicios realizados en contra de los políticos y funcionarios nazis que operaban los campos de concentración. Weiss asistió  a las sesiones públicas del proceso, documentó toda su experiencia y a partir de esa información creó uno de los testimonios más crudos y punzantes de uno de los sucesos más aterradores de la historia de la humanidad.

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La obra de Weiss es magistral en muchos niveles. El primero es su forma de desestabilizar al lector, pues al tratarse de información verdadera, la apreciación de los hechos cobra dimensiones quizá inalcanzables para la ficción, porque frente a la verdad ya no queda nada por decir ni por hacer. Así, Weiss, nos deja indefensos como interlocutores, no hay forma de evadirnos pensando “solo es teatro”; quedamos totalmente vulnerables contemplando al ser humano en toda su miseria, en su descomunal capacidad de destruir, desnudo de toda humanidad.

La precisión con la que Weiss capturó con su pluma las declaraciones, tanto de los causantes de las atrocidades como de los que las vivieron, es tan contundente que uno se siente transportado, no solo al juicio, sino al sitio donde tuvo lugar tanto sufrimiento. Las nítidas  imágenes de las narraciones generan una sensación tan vívida que podemos percibir miradas, olores, gritos. De este modo el texto no es simplemente una recopilación de testimonios sino que alcanza el nivel de obra de arte al conmocionarnos hondamente.

Weiss no se guardó nada. Describió puntualmente cómo se comía, se dormía, se defecaba, el orden de este nuevo mundo que fue Auschwitz para los condenados, las dinámicas para sobrevivir, todo está escrito con excesivo detalle, lo cual supone que una puesta en escena de La indagación duraría poco más de ocho horas. El dramaturgo era consciente de que no quería entretener, sino hastiar a la gente. Y cómo no hacerlo si coincidimos en que  el sufrimiento no debería ser un espectáculo burgués ni por tanto placentero.

El horror de los acontecimientos va creciendo conforme avanzamos en la lectura; página a página todo se va volviendo insoportable, tanto que es difícil no abandonar el texto en múltiples ocasiones; tanto que lamentable y afortunadamente La indagación se vuelve una herida  que nos acompañará para siempre. Lamentable porque tomar conciencia de tanta barbarie es una experiencia profundamente dolorosa; afortunada porque Weiss logra sensibilizarnos con el tema más allá del morbo. Solo queda la certeza de que algo así nunca debió haber sido vivido por nadie y que no debemos permitir que se repita en ninguna parte del mundo.

la indagación

La indagación es una lectura indispensable, como documento histórico, como creación artística[1] y como medio para, si no comprender, al menos enunciar la catástrofe. Solo quitándole a los actos su imposibilidad de ser articulados podemos aspirar a que, nombrándolos,  estos puedan ser asumidos, esperando de igual modo entender algo, por minúsculo que sea, de la esencia del ser humano y a partir de ahí quizá comenzar a cambiar un poco de este planeta que se cae a pedazos. Lo que no se visibiliza no puede ser transformado.

La indagación es una dramaturgia  recomendable solo si se tiene el valor de estar frente al horror. Definitivamente no se trata de una experiencia agradable ni tranquilizadora como suelen serlo la mayoría de los productos del mundo del entretenimiento. Creadores como Weiss no buscaban ni buscan que sus creaciones sean bellas, si no verdaderas y de ese modo repercutir en la colectividad. Es difícil pensar que la belleza pueda dar cuenta fiel de sucesos tan execrables, en estos casos no hay nada por embellecer. Lo aborrecible es y debe permanecer repugnante para que no se nos olvide su abyección. La memoria es fundamental para poder crear futuros que no terminen siendo, en el fondo,  pasados que se repiten.

Respondiendo a Adorno, después de Auschwitz puede y debe haber poesía que no sea un acto de barbarie, pero para esto las manifestaciones que surjan no pueden fingir que el mundo sigue igual, no pueden guardar silencio cómplice. Después de Auschwitz la única poesía posible es la denuncia.

Ricardo

[1] Esta dramaturgia es muy valiosa en el campo del arte por muchas razones: cuestiona, tanto la utilidad del arte como el efecto que provoca; reconfigura la relación del espectador con el objeto artístico; amplía las posibilidades de lo dramático y lo teatral. En la historia del teatro hay un antes y un después del teatro político y documental alemán, grandes artistas del mundo, sabiéndolo o no están en deuda con él. En Latinoamérica tenemos importantes referentes: Lola Arias en Argentina y Las lagartijas tiradas al sol en México, por nombrar algunos.

Nada siempre, todo nunca
Reseñas

Nada siempre, todo nunca

por Ricardo Ruiz Lezama 22 mayo, 2017

Del teatro que aspira a ser presente irrepetible hay dos tipos que pueden reconocerse fácilmente dentro de las infinitas posibilidades de lo teatral. Uno es el que es irrepetible por una técnica actoral en busca siempre de la frescura y la sorpresa, otro es el que mediante la participación directa de los espectadores cada función es diferente. La obra Nada siempre, todo nunca del Colectivo Macramé es un ejemplo de esto último.

Digo obra al referirme a esta experiencia por nombrarla de algún modo, pero más que una puesta en escena, me atrevería a llamarla una convivencia. Más que un montaje parece una reunión de amigos en donde se jugara algún juego de mesa y conforme transcurre la velada se llegara, como pasa con las amistades profundas, a compartir nuestro universo íntimo: sueños, miedos, alegrías. En esto radica la singularidad y fuerza de esta propuesta.

“¡Oh no, una obra interactiva!”, seguro exclamó alguien que esté leyendo esto. No pienso dar detalles específicos de lo que sucede pero lo que puedo decir es que es interactiva de una forma gentil con el espectador. En lo personal me incomoda que me hagan participar de una función pero acá mi incomodidad desapareció conforme avanzó la noche. A los que crean que una experiencia de estas características es insoportable, les recomiendo que si algún día piensan animarse a asistir a algo así, lo hagan con esto. En una de esas se dan la posibilidad de jugar y disfrutar. Y lo mejor es que, de asistir, nadie va a obligarlos a participar si al final no se deciden. 

No sabía lo que iba a ver esa noche que vi Nada siempre, todo nunca, y al principio de la función no sabía por qué aún seguía ahí, pero en mi caso y sin duda en el de muchos más espectadores resultó una velada inolvidable. Vernos, escucharnos e interactuar fue una forma de volver a darnos cuenta que, aunque seamos desconocidos, no estamos solos en este mundo y que otras maneras de encontrarnos son necesarias. 

COLECTIVO MACRAMÉ AGRADECE AL FONDO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES  EL APOYO PROPORCIONADO PARA LA REALIZACIÓN DE ESTA OBRA.

ricardo

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