Pocos creadores teatrales en cada país sobresalen por su innovación y calidad, menos son aquellos que trascienden su propia frontera, y aún menos los que instauran un después a partir de ellos, que generan conceptos y visiones únicas que a través del mundo dan de qué hablar e inspiran a nuevas generaciones, dejando su nombre inscrito para siempre en la historia del Teatro. Sin lugar a dudas Vivi Tellas pertenece a esta categoría de artistas.
Tellas es una creadora argentina que alcanzó la cima como directora con un montaje excepcional que tuvo éxito de crítica y público, La casa de Bernarda de Alba de Federico García Lorca. Pero en múltiples entrevistas la directora ha compartido que sintió una especie de insatisfacción al preguntarse si eso era todo, si ya no había más. A partir de esto su producción sufre un giro que la colocó como una de las creadoras más vanguardistas de su generación. Inventa la palabra biodrama y es curadora de un ciclo con este título en uno de los teatros más importantes de Argentina. A la par prepara su primera producción siguiendo esas líneas de trabajo, que son: trabajar con la biografía de una persona viva.
Desde entonces, Tellas generó una línea de trabajo e investigación que ha recorrido el mundo a través de sus espectáculos, talleres, conferencias y clases magistrales. Ha inspirado a creadores en múltiples países; desde hace muchos años pensar en biodrama es pensar en Vivi Tellas.
El biodrama no es tan sencillo como parece, tiene muchas aristas y por eso es un concepto que revolucionó ciertos aspectos de la teatralidad. En principio surge en un contexto que siguió a la dictadura argentina, donde empezó a recuperarse la democracia y que devino socialmente en la necesidad de construir otros relatos a partir de la descreencia generalizada hacia los grandes relatos. Teatro como lugar micropolítico desde el cual reorganizar la experiencia sobre lo real desde lo individual, una revaloración de la memoria individual que deviene en memoria colectiva, partir del yo para llegar al nosotros; además de retomar a las personas como entes políticos, capaces de enunciarse sin intermediarios y de construir narrativas sin riesgo a ser asesinado, la vuelta a la libre expresión.
Otro de los rasgos importantes del biodrama en materia política tiene que ver con voltear a mirar las singularidades y mostrar su valía en un mundo que cada vez más busca anular la individualidad. En contra de la masa informe y sin criterio, retomar el yo con opiniones propias y reconocer lo valioso de la particularidad.
En relación con la dramaturgia, la puesta en escena y la actuación, el biodrama plantea problemas sobre la teatralidad -materia no solo estética sino política-, pone en cuestionamiento el término mismo de teatro, también de realidad, verdad y ficción. Desespectaculariza el fenómeno, sin dejar de ser un hecho artístico.
Salvando las distancias con el conocimiento astronómico, podríamos decir que Vivi Tellas dio un auténtico giro copernicano al quehacer del director y dramaturgo del siglo XXI.